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Pedro Sánchez hace una jugada maestra, tras investigación contra su esposa. Así es como quiere voltear el tablero para no perder el poder en España
La carta de Pedro Sánchez pidiendo tiempo para reflexionar y anunciando que podría dimitir ha sido calificada como una jugada maestra para voltear el escándalo de supuesta corrupción de su esposa a su favor. ¿Le saldrá bien?
Pedro Sánchez es un sobreviviente sagaz. Ningún escándalo ha logrado tumbarlo. Desde hace meses, el poder del presidente del Gobierno de España pende de unos hilos muy delgados que le han permitido tener una escasa mayoría en el sistema parlamentario que impera en la madre patria. Pero esta semana parecían romperse. Sánchez enfrenta quizás el peor de todos sus malos momentos ante la apertura de un proceso judicial contra su esposa, Begoña Gómez, por tráfico de influencias y corrupción en los negocios.
Las acusaciones contra Gómez son muy serias. La esposa del presidente tenía un trabajo complejo para su posición al lado del hombre que manda en España. Lejos de la prudencia que debería caracterizar a las familias de los mandatarios, ella decidió a asesorar empresas que, en la época del covid, pedían ayudas al Gobierno. En su cargo como directora del máster en Transformación Social Competitiva de la Universidad Complutense, Begoña era muy cercana a un personaje hoy cuestionado, Carlos Barrabés, el dueño de una consultora.
La esposa del presidente le firmó unas cartas a Barrabés en las que decía que apoyaba su programa. “La denunciada, prevaliéndose de su estatus personal (esposa) del presidente del Gobierno de España, ha venido recomendando o avalando por carta de recomendación con su firma a empresarios que se presentaban a licitaciones públicas”, sostenía la denuncia.
A Begoña también la señalan de haber incidido en el rescate que hizo el Gobierno español a la aerolínea Air Europa, a la cual le dio 600 millones de euros de dineros públicos. La dueña de la empresa, el Grupo Globalia, también financiaba, a través de una sociedad llamada Wakalua, el Africa Center del Instituto de Empresa, que dirigía la esposa de Sánchez. Con la justicia esculcando su casa, Sánchez hizo una jugada maestra.
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Decidió apostarle a la tesis de que la mejor defensa es el ataque; y que podía voltear la sensación de la opinión pública si lograba que su familia pasaba de victimaria a víctima. En una extensa carta, aseguró que “se trata de una operación de acoso y derribo por tierra, mar y aire para intentar hacerme desfallecer en lo político y en lo personal atacando a mi esposa. Denuncian a Begoña no porque haya hecho algo ilegal, ellos saben que no hay caso, sino por ser mi esposa”. El diario El Mundo contó algunos detalles desconocidos de la carta. Aseguró que fue escrita a puño y letra, y que no consultó con nadie cercano antes de publicarla.
Sánchez se puso del lado de los perseguidos. “Soy también plenamente consciente de que los ataques que sufro no son a mi persona, sino a lo que represento: una opción política progresista, respaldada elección tras elección por millones de españoles, basada en el avance económico, la justicia social y la regeneración democrática”, dijo. Y aseguró que necesitaba darse un tiempo para “reflexionar”. Canceló toda su agenda pública y se puso como fecha el lunes para anunciarle al país si seguía en el cargo. Sánchez habló del peso que sentía en ese momento.
“Llegados a este punto, la pregunta que legítimamente me hago es ¿merece la pena todo esto? Sinceramente, no lo sé. Este ataque no tiene precedentes, es tan grave y tan burdo que necesito parar y reflexionar con mi esposa. Muchas veces se nos olvida que tras los políticos hay personas. Y yo, no me causa rubor decirlo, soy un hombre profundamente enamorado de mi mujer que vive con impotencia el fango que sobre ella esparcen día sí y día también.
Necesito parar y reflexionar. Me urge responderme a la pregunta de si merece la pena, pese al fango en el que la derecha y la ultraderecha pretenden convertir la política. Si debo continuar al frente del Gobierno o renunciar a este alto honor”, dijo. Pero muy pocos creen en España que esté pensando realmente en dimitir.
Por el contrario, lo acusan de tratar a toda costa de recoger apoyos y de llegar a este día con la decisión de que no abandona el poder, no porque no pueda soltarse, sino porque no le haría este daño a España. La estrategia le ha ido funcionando. El expresidente José Luis Rodríguez Zapatero salió como su principal escudero y llamó a una movilización de todas las fuerzas del PSOE. “Tiene una normal y comprensible tentación de decir ‘ya está, no puedo, por mi mujer, mi familia. No puedo’.
No nos podemos quedar callados porque esto es un debate público que afecta a la sociedad en su conjunto. Me he propuesto hacer todo lo que esté en mi mano para defender la dignidad democrática”, dijo en una entrevista este jueves. Se espera que el sábado haya una manifestación multitudinaria en apoyo al Gobierno, convocada por los socialistas. Y logró, quizás, el apoyo más clave. La fiscalía de España, señalada recientemente de haberse politizado a favor del Gobierno, pidió que archiven la causa contra Begoña.
Así, la investigación quedó en apelación en la Audiencia Provincial de Madrid. Mientras tanto, la oposición no se cansa de decir que Sánchez ha hecho una jugarreta para darle la vuelta al escándalo. “No puede dimitir como quien se va de puente si no le dan la razón”, dijo Alberto Núñez Feijóo, presidente del PP y quien también había hecho denuncias sobre los conflictos de interés de la esposa del presidente.
El líder político calificó la situación como “un espectáculo de adolescente para que vayan detrás pidiéndole que no se vaya y que no se enfade. Como no puede gobernar por adhesión, pretende hacerlo por compasión. No podemos permitirlo”, dijo. Por su parte, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, asegura que Sánchez va a encerrarse cinco días para “ver cómo triturar a jueces, oposición y medios independientes”.
La estrategia de Sánchez es clara. El presidente no busca controvertir el contenido de las denuncias contra su esposa, sino la fuente. En su carta se despacha contra todos los que han participado en esas denuncias. El primero contra el que enfila baterías es Manos Limpias, la organización que llevó el caso a la justicia. Se trata de un colectivo fundado en 1995 por Miguel Bernad, a quien Sánchez señala de ser de la “ultraderecha”. Según recuerda RTVE, Bernad ha estado detrás de grandes investigaciones en la justicia española que no solo han atacado a los progresistas, sino a la misma monarquía.
Fueron ellos los que destaparon el caso Nóos, que llevó a la infanta Cristina de Borbón a ser imputada y también participaron activamente del juicio del 11M, el caso de los ERE de Andalucía y algunas acusaciones contra el juez Baltasar Garzón. Bernad tiene dos puntos que le han criticado esta semana. El primero, que en el pasado tuvo una condena por “extorsionar a entidades bancarias y empresas, a cambio de evitar acciones judiciales o campañas de descrédito en su contra”. Pero el Tribunal Supremo anuló esa sentencia y lo absolvió.
Por otro lado, quienes apoyan a Sánchez han hecho énfasis en que él mismo ha reconocido que tomó la información de sus denuncias de la información “contrastada” de la prensa. A los medios, como El Confidencial, que han liderado esas investigaciones, Sánchez también los ha puesto en la mira y asegura que se trata de portales “de marcada orientación derechista y ultraderechista”. En esa supuesta andanada en su contra, en la carta Sánchez también menciona a Feijóo, y cuenta que él fue el primero que denunció el caso ante la Oficina de Conflicto de Intereses, “pidiendo para mí de cinco a diez años de inhabilitación para el ejercicio de cargo público”.
A pesar de que la jugada es arriesgada, pocos creen que Sánchez naufrague en esta coyuntura. El presidente español ha sabido navegar todas las tormentas. En el pasado, no tuvo ningún problema en aliarse con partidos de extrema izquierda y con independentistas para asegurar sus mayorías en el Congreso.
Hace unos meses, miles salieron a la calle a rechazar la amnistía que él les ofreció a los catalanes que habían querido darle un golpe de Estado a España en el pasado. Ahora, se espera que otros miles salgan a defenderlo este fin de semana para que él pueda darle la vuelta a la situación y quedarse en el poder.