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Perú: la nueva presidenta había prometido irse si tumbaban a Castillo y este es el difícil escenario que enfrenta
Dina Boluarte llega a ser la primera mujer presidenta del Perú, en medio del caos y el desgobierno. Lo que viene es muy difícil. Por eso, aseguró que lo que más necesita es tiempo.
En las intensas y caóticas horas tras el anuncio de Pedro Castillo de cerrar el Congreso de Perú, hubo una voz definitiva, la de Dina Boluarte. Su entonces vicepresidenta le propinó un golpe mortal, un jaque mate, cuando desde su cuenta de Twitter, apenas unos minutos después del discurso tanto dictatorial como tembloroso de Castillo, escribió: “Rechazo la decisión de Pedro Castillo de perpetrar el quiebre del orden constitucional con el cierre del Congreso. Se trata de un golpe de Estado que agrava la crisis política e institucional que la sociedad peruana tendrá que superar con estricto apego a la ley”.
La expresión era contundente. Boluarte no se sumaría al delirante autogolpe de Estado de Castillo. Con esa decisión, era claro que ante la votación en contra de Castillo el país no quedaría más a la deriva, sin la posibilidad de que alguien legítimo asumiera el poder. Al poquísimo tiempo, el Congreso se impuso sobre Castillo y el presidente tuvo que salir de la casa presidencial con apenas un poco de dinero.
Fue rumbo a la Embajada de México a pedir asilo, pero fue detenido antes por la policía peruana. Boluarte había sido una vicepresidenta discreta, pero toda una leona para defender el mandato que le había conferido el pueblo a Castillo.
“Si al presidente lo vacan, yo me voy con él”, había dicho el 7 de diciembre de 2021, en la plaza de Armas Juliaca, en Puno. Castillo ya estaba ahí con el sol a sus espaldas. Ella, a su lado, con el tapabocas puesto y ante una plaza repleta de gente, hizo este anuncio enérgico.
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Aseguró que el gobierno había sido desde el inicio perseguido por los medios y por la derecha. “Hermanos y hermanas, guerreros pujantes… Nos tenemos que sumar en un solo corazón a defender a Pedro Castillo y que se respeten los cinco años que nuestra Constitución ampara a nuestro presidente”, dijo en su momento.
La mujer que se posesionó el pasado miércoles como la primera presidenta del Perú tenía otros bríos. Boluarte es en cierto modo una figura nueva en la política peruana. En 2018 ocupó su primer cargo público e intentó llegar al Congreso por el movimiento que llevó a Castillo al poder: Perú Libre. El miércoles en la tarde se juramentó ante el Congreso hasta julio de 2026. Y, si logra llegar a esa fecha en el cargo, sería un hito si se tiene en cuenta que Perú ha tenido seis presidentes en menos de cinco años.
El discurso de Boluarte le dio paz al país. Lejos de los revanchismos de la izquierda, la nueva presidenta aseguró que le apostará a una “tregua política para instalar un Gobierno de unidad nacional”. Aseguró también que promete enfrentar con todas sus fuerzas la corrupción, algo que suena a frase de cajón, pero que tiene un especial significado si se tiene en cuenta que el Gobierno de Castillo ha sido investigado por múltiples entramados que involucraron incluso a su familia.
Boluarte no trató esas denuncias como un invento de la derecha, como lo había dicho en el pasado, sino que dijo: “He visto con repulsión cómo la prensa y los organismos jurisdiccionales han dado cuenta de vergonzosos actos del latrocinio contra del dinero de todos los peruanos, este cáncer se debe extirpar de raíz”. La llegada de Boluarte al palacio presidencial también contiene un gran simbolismo.
Al igual que Castillo, es una mujer de provincia. Nació en Chalhuanca de Apurímac, en las montañas andinas del sur del país, donde impera la pobreza. Viene de una familia de 14 hermanos y solo llegó a la capital del país a estudiar en la Universidad San Martín de Porres para ser abogada. Gobernar será en extremo difícil. El Gobierno de Castillo no tenía equipo, pues la desbandada de ministros, no solo este último día, sino en lo que lleva en el poder, ha sido impresionante. Algunos de los que no se fueron están investigados por la corrupción que intentan combatir.
Tampoco tiene bancada en el Congreso. Y es claro que la mayoría de parlamentarios están en contra de la corriente que representa. En este sentido, Boluarte pidió el día de su posesión lo que más necesita: diálogo y tiempo. “Nos corresponde, señoras y señores, conversar, dialogar, ponernos de acuerdo… Lo que solicito es un plazo, un tiempo valioso para rescatar a nuestro país de la corrupción y el desgobierno”.