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Polémica por participación de una mujer ucraniana y otra rusa en el vía crucis del Vaticano
Las mujeres son compañeras de trabajo y representan, según la Santa Sede, el espíritu de “reconciliación” en el mundo.
El papa presidió este 15 de abril el vía crucis en Roma desde un palco habilitado en el monte Palatino, justo delante del Coliseo, un sugestivo escenario símbolo de los primeros mártires cristianos arrojados a las fieras, y después de dos años de parón por la pandemia.
Las familias han sido las protagonistas este Viernes Santo que se han pasado la cruz hasta llegar al papa, que al final pronunció una oración. La guerra en Ucrania ha estado muy presente, pero en forma de polémica. Dos mujeres, una de Ucrania y otra de Rusia, llevaron la cruz durante la decimotercera estación que recuerda las últimas horas terrenales de Jesús.
“Tómanos de la mano, como un Padre, para que no nos alejemos de Ti; convierte nuestros corazones rebeldes a tu corazón, para que aprendamos a seguir proyectos de paz; haz que los adversarios se den la mano, para que gusten del perdón recíproco”, pronunció el papa.
Asimismo, en su oración pidió al Señor que desarme la mano alzada del hermano contra el hermano, para que “donde haya odio florezca la concordia”.
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XIII Estación. Jesús muere en la cruz.
— Radio María España (@RadioMariaSpain) April 15, 2022
La meditación ha sido realizada por una familia ucraniana y una familia rusa. pic.twitter.com/W6CiffYIln
Tras conocerse que una mujer ucraniana y otra rusa compartirían una de las estaciones, el embajador ucraniano ante la Santa Sede, Andrii Yurash, ya incidió en “las dificultades” y “las posibles consecuencias” de este gesto.
En un mensaje en su cuenta oficial de Twitter, Yurash manifestó que entiende y comparte “la preocupación general” que ha generado en Ucrania y en muchas otras comunidades la idea “de poner juntas a mujeres ucranianas y rusas llevando la cruz durante el Viernes Santo del Coliseo”. “Ahora trabajamos en la cuestión, intentado explicar las dificultades de su realización y las posibles consecuencias”, agregó.
Por su parte, el nuncio apostólico en Ucrania, el arzobispo Visvaldas Kulbokas, en un comentario a la revista católica Credo, señaló que él no hubiera organizado la oración de esta manera: “La reconciliación debe llegar cuando se detenga la agresión. Cuando los ucranianos sean capaces no solo de salvar sus vidas, sino también su libertad. Y, por supuesto, sabemos que la reconciliación se produce cuando el agresor admite su culpa y se disculpa”, explicó.
En la misma línea, el arzobispo griego católico de Ucrania, Sviatoslav Shevchuk, lo considera una “idea inoportuna” y “ambigua”. “Los textos y los gestos de la estación XIII de este vía crucis son incomprensibles y hasta ofensivos”, remarcó.
Este vía crucis también es el más numeroso que jamás se haya organizado en el Coliseo, con 74 personas, divididas en 14 familias, que llevarán la Cruz de estación en estación.
En las inmediaciones del Anfiteatro de Flavio, llamado así originariamente en honor a la Dinastía Flavia de emperadores que lo construyeron, se han concentrado unas 10.000 personas, según recoge Vatican News de la Questura de Roma, entre fieles que conmemoran el camino de Jesús de Nazaret hacia la muerte en la cruz y curiosos y turistas que no quieren perderse este espectáculo. Se trata del décimo vía crucis que preside Francisco, que cumplirá 86 años en diciembre y que no ha llevado la cruz en ningún momento.
Finaliza el Vía Crucis desde el Coliseo de Roma, con la oración final y la bendición del Papa Francisco. pic.twitter.com/cof6c4oCj3
— Radio María España (@RadioMariaSpain) April 15, 2022
Las dos jóvenes protagonistas de la XIII estación del vía crucis viven con sus familias en Roma. La ucraniana, Irina, es enfermera en el centro de cuidados paliativos Together in Care de la Fondazione Policlínico Universitario Campus Bio-Médico de Roma, y la rusa, Albina, es una estudiante de la carrera de enfermería del Campus Universitario Bio-Médico.
“Nuestra amistad nació en la sala de cuidados paliativos Together in Care”, señaló Irina en declaraciones a L’Osservatore Romano, el periódico de la Santa Sede. Poco después del comienzo de la guerra, Albina se sintió en la necesidad de hablar con su amiga que estaba de servicio.
“La mirada de nuestros ojos fue suficiente: nuestros ojos se llenaron de lágrimas. Siempre me emociono cuando recuerdo que Albina empezó a disculparse conmigo. En ese momento estaba realmente desconsolada. No pude consolarla. Se sintió culpable y me pidió disculpas. Le aseguré que ella no tenía nada que ver”, continúa.
“La palabra ‘juntos’ también me acompaña en mi trabajo y ciertamente, en este momento, podríamos hacer mucho juntos. La humanidad debe unirse para intentar encontrar la paz y una solución a todo lo que está sucediendo”, concluyó.
*Con información de Europa Press.