Estados Unidos
Por la puerta de atrás: la historia de cómo cayó Kevin McCarthy de la presidencia de la Cámara de Representantes de Estados Unidos
Kevin McCarthy, presidente de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, fue destituido luego de nueve meses en el cargo. ¿Qué implica esto para la nación norteamericana?
Como un hecho histórico y sin precedentes se ha calificado la destitución de Kevin McCarthy de la presidencia de la Cámara de Representantes de Estados Unidos. De hecho, la situación es aún más atípica, ya que quienes abogaron por esta decisión fueron miembros del mismo Partido Republicano. La moción de censura, introducida el lunes pasado por el ultraconservador Matt Gaetz, contó con la aprobación de 216 votos y 210 en contra.
En el debate en la Cámara de Representantes, Gaetz y un grupo de aliados expresaron su desacuerdo con McCarthy, líder de la minoría republicana, cuestionando su dependencia de los votos de los demócratas para aprobar una medida de financiamiento temporal que evitó un cierre parcial del Gobierno.
En medio de la discusión, el representante republicano Bob Good hizo hincapié en la necesidad de un orador que abogara por una causa concreta, subrayando así la búsqueda de una dirección y una visión más definidas en el partido. Estos comentarios reflejaron el creciente debate interno en el Partido Republicano sobre su enfoque y sus prioridades en el actual escenario político.
Por su parte, quienes defienden el trabajo de McCarthy argumentaron que ha logrado restringir el gasto público y promover otras prioridades conservadoras a pesar del control de los demócratas tanto en la Casa Blanca como en el Senado.
Advertían que, si destituían a su líder, se corría el riesgo de poner en peligro los avances alcanzados hasta ahora. El representante republicano Tom Cole, con un tono reflexivo, instó a sus colegas a considerar detenidamente las implicaciones antes de adentrarse en un caos. Según su perspectiva, se avecina como una posibilidad real en el horizonte político.
El panorama político en Estados Unidos es gris. A McCarthy le pasaron la cuenta de cobro por dormir con el enemigo. Y existe la creencia y el temor de que la polarización ha llegado a un punto tan extremo que, incluso, se compara con el ambiente que existía antes de la guerra civil de 1861, en la que el país terminó en un conflicto interno ante el choque irreconciliable de posturas.
Para el Gobierno de Joe Biden, el panorama tampoco pinta bien, ya que ahora, cada vez que los demócratas quieran pasar una iniciativa, tendrán que sufrir en la Cámara de Representantes, dominada por los republicanos, que con la salida de McCarthy muestran una seria intención de bajarles el dedo a todas las propuestas que no tengan el toque conservador trumpista, ahora predominante en el partido opositor a casi un año de las elecciones presidenciales.
De igual manera, con la salida de McCarthy, el juicio político a Biden podría tomar un giro poco deseable para el mandatario estadounidense. El saliente funcionario era conocido por no ser del ala extremista de los republicanos y solo las presiones de su propio partido lo asfixiaron e hicieron que anunciara las indagaciones contra el presidente, relacionadas con los supuestos actos de corrupción y abuso de poder de su hijo, Hunter.
El Partido Republicano tampoco queda bien parado después de la escandalosa partida de Kevin McCarthy. Muestra que se la juega por llevar la crisis política del país al límite, así eso implique el cierre del Gobierno o frenar proyectos necesarios para la nación. La división en Estados Unidos se ha vuelto un ambiente común y es el preámbulo de lo que falta para los comicios presidenciales.