Medio ambiente
¿Por qué las COP fracasaron? Expertos hablan en SEMANA sobre el futuro de las cumbres del medio ambiente
En un contexto marcado por crisis climáticas y desastres naturales, este año se llevaron a cabo dos cumbres centradas en la protección del medioambiente. Sin embargo, sus resultados han sido altamente cuestionables, generando preocupación sobre el futuro del planeta.
El 2024 prometía ser un año crucial para el medioambiente, con dos importantes conferencias enfocadas en salvaguardar el futuro del planeta frente al cambio climático, que pone en riesgo la existencia humana. Se vislumbraba un panorama prometedor para impulsar políticas que avanzaran en los objetivos trazados durante la COP16 en Cali y la COP29 en Bakú, Azerbaiyán. Sin embargo, el balance final resulta desalentador.
La semana pasada terminó la COP29 en lo que ha sido un sonado fracaso por cuenta de los países del primer mundo. Se determinó que las potencias les habían fallado a las naciones subdesarrolladas por un compromiso de presupuesto insuficiente. El objetivo son 300.000 millones de dólares anuales hasta 2035, pero está lejos de las exigencias de 1,3 billones de dólares para mitigar, adaptarse al cambio climático y adquirir energías limpias.
Prueba de lo dramático que fue llegar siquiera a una cifra acordada por las potencias mundiales es que durante dos semanas no se consiguió que se firmara un texto con los logros conseguidos durante la cumbre y tampoco se había pactado la cantidad de recursos que se destinarían a los países en vías de desarrollo. Solo hasta el último día se anunció la cantidad de 250.000 millones de dólares, que después de la protesta de los países afectados terminó elevándose.
“Ambas convenciones del medioambiente fracasaron absolutamente en el tema de los recursos financieros. Esas convenciones no pueden implementarse adecuadamente si no hay recursos adecuados, y existe una distancia gigantesca entre lo requerido y lo logrado en que se han comprometido los países. Y esa misma distancia se mantuvo durante las dos COP, eso es lo que tienen en común”, le manifiesta Manuel Rodríguez, exministro de Ambiente, a SEMANA.
Tendencias
El fracaso es mayor, dado que la cumbre en Azerbaiyán era conocida como la “COP de las finanzas”, por lo que no lograr los objetivos pactados es lo más irónico. Además, la COP16, que se realizó en territorio nacional, había destacado que uno de sus mayores puntos a favor es que estaría aliada junto con lo que se acordara en Bakú, pero al final no se tuvo tan en cuenta.
“Tristemente, el mensaje que salió de Cali en ese sentido no tuvo ningún eco en la COP29. Y ahí está la dificultad. ¿Cómo hacer para que esos dos universos se comuniquen? Sería ideal, es decir, que a nivel tanto nacional como internacional existieran esas sinergias entre por lo menos la del Convenio de Biodiversidad y la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. También con la tercera de las convenciones de Río”, asegura Jimena Nieto, exnegociadora del Gobierno nacional de tratados ambientales y profesora de tratados internacionales sobre medioambiente.
Además, se destacó que durante la cumbre en Azerbaiyán no se alcanzaron acuerdos en el Programa de Trabajo de Mitigación, que busca aumentar las metas para enfrentar el cambio climático. Los resultados también fueron decepcionantes en lo referente a la evaluación del progreso mundial en la lucha contra el calentamiento global y al fondo de pérdidas y daños, destinado a apoyar a los territorios afectados por desastres relacionados con el cambio climático.
“La COP29 sí alcanzó unos niveles de caos, de desorden, de falta de liderazgo y de ambición que manda una señal muy negativa con respecto a la eficacia actual de esa negociación multilateral. No quisiéramos que eso ponga una sombra sobre todos los procesos”, añade Nieto sobre la cumbre en Azerbaiyán.
Esto, en medio de un contexto mundial difícil por cuenta de las afectaciones climáticas que atraviesan al planeta. Solo este año, la ciudadanía fue testigo de las trágicas inundaciones en Valencia, España, los huracanes en Estados Unidos y el récord de incendios forestales en América Latina. Por tanto, se teme que durante los próximos años, a medida que dichos desastres puedan aumentar en cantidad y afectación, el panorama empeore.
Este tipo de desastres, como se ha reportado desde la comunidad científica por años, son directamente afectados por el aumento del calentamiento global. Por ejemplo, con la dana que afectó a parte de España, según un estudio del grupo de científicos del World Weather Attribution (WWA), el cambio climático hizo que las tormentas fueran un 12 por ciento más fuertes. También, según la Universidad de Yale, los vientos de los huracanes aumentaron su velocidad un 10 por ciento a causa de los cambios de temperatura.
En la misma COP29 decenas de países del Caribe relataron sus experiencias con las graves crisis climáticas. Temen que en cuestión de años el aumento del nivel de los mares desaparezca sus hogares bajo el agua, sin contar los riesgos constantes por huracanes y demás tormentas que cada año cobran la vida de decenas de personas. Por ende, la petición de mayores compromisos era casi un ruego y, al ver que no se conseguiría, varios decidieron incluso abandonar las salas de negociaciones.
“El problema es que los países que están en capacidad de hacer aportes a los fondos climáticos y a la biodiversidad también tienen presiones importantes, bien sea por temas de guerra o de desastres climáticos, y sus prioridades son nacionales para su propia transición. También hay un elemento de desconfianza importante. Muchos de los fondos que acaban girándose para los temas ambientales dejan de ser visibles debido a la corrupción o a la ineficiencia de las inversiones que se hacen en los respectivos países, porque hay un problema de capacidades”, le dice a SEMANA la rectora de la Universidad EAN, Brigitte Baptiste.
También, muchas de las cosas que quedaron pendientes tendrán que resolverse prontamente en otras cumbres, como la cumbre en la FAO en Roma, Italia, o la reunión interseccional en Bonn, Alemania, que se realizará a mediados de 2025, y a la COP30, que tendrá lugar en Brasil, con eje en el futuro de la selva del Amazonas. Se espera que de cara a esta cita con el planeta se tomen más responsabilidades tras un año lleno de promesas incumplidas.
Aun así, los expertos consultados por SEMANA coinciden en que hay mucho trabajo por hacer y es posible llegar a acuerdos pronto que puedan salvaguardar a la humanidad de los efectos del cambio climático. Pero dichas labores tienen que llegar lo más rápido posible antes de que sea demasiado tarde para actuar.
“El alcance de los objetivos que no se han realizado todavía tiene que ver con la revisión profunda de los mecanismos de transferencia y supervisión de las inversiones financieras en temas climáticos y de biodiversidad. Creo que la solución, como siempre, es seguir conversando y, sobre todo, conversar con fundamento y con aportes constructivos desde el punto de vista institucional”, asegura Baptiste sobre el futuro de los compromisos climáticos.
Por ahora, aunque las dos COP del año lograron avances destacables en algunas áreas medioambientales, existe consenso en que los resultados fueron insuficientes para un planeta en alerta roja que clama con urgencia por el cumplimiento de objetivos que, cada día, parecen más difíciles de alcanzar.