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Posesión de Biden: ¡cinco horas para preparar la Casa Blanca!
El diario “The New York Times” hace un relato del complejo y rápido proceso de cambio que se dará en Washington este miércoles.
El cambio de mando en Estados Unidos está lleno de detalles. Trump se ha mantenido en silencio mientras el reloj avanza hacia su partida el miércoles por la mañana a una nueva vida en su residencia del club de golf Mar-a-Lago, en Palm Beach.
Desde que Twitter lo vetó por sus constantes mensajes incendiarios y de desinformación, el mandatario ha dejado prácticamente de comunicarse con los ciudadanos. Todavía tiene que felicitar a Biden o invitarlo a la tradicional taza de té previa a la inauguración en la Oficina Oval. Nadie cree que lo hará. Y en medio de esa tensión hay un detalle que causa mucha tensión: el poco tiempo que hay entre la salida del magnate y el ingreso del nuevo presidente a la Casa Blanca.
El diario The New York Times exploró las curiosidades y dificultades de ese momento. El periódico registra que Trump se irá a Mar-a-Lago a las 12:00 del día y al final de la misma jornada llegan Joseph R. Biden y su esposa Jill a “una vivienda muy limpia donde desempacarán sus bolsas, arreglarán sus muebles y guardarán sus comidas favoritas en el refrigerador”.
Aunque el proceso se repite igual cada cuatro u ocho años, en esta oportunidad hay dos condiciones que lo hacen más duro: el coronavirus y el distanciamiento que Trump ha tenido con el nuevo gobierno, a quien ha acusado una y otra vez de haberle robado las elecciones.
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“No han permitido que las camionetas de mudanza de Biden comiencen a descargar hasta que el nuevo presidente haya juramentado. Algunas de las pertenencias de la familia han estado guardadas en una instalación de almacenamiento en Maryland desde el fin de semana. Luego, se supone que la residencia se transformará en algo parecido a su hogar para cuando lleguen más tarde en la tarde”, dice el diario.
Por primera vez en muchos años, los Biden no fueron invitados a reunirse con el personal de la residencia, ni a recorrerla como había sido usual en la Casa Blanca. La residencia, según relata el Times, tiene 16 habitaciones y seis baños y ahora será su hogar. Cuando Michelle Obama llegó a la Casa Blanca, Laura Bush la invitó dos veces.
Los últimos días de Trump
Trump ha pasado estas últimas jornadas reuniéndose con un círculo cada vez más exiguo de leales que lo respaldaron durante dos meses en su esfuerzo inútil de anular los resultados de las elecciones de noviembre. Ese esfuerzo culminó el 6 de enero con Trump alentando a una multitud a marchar hacia el Congreso.
Para el magnate republicano, el principal asunto pendiente es la lista de indultos que, según se informa, está preparando. De acuerdo con CNN y otros medios estadounidenses, Trump tiene una lista de unas 100 personas a las que indultará. Se espera que en la lista figuren, según informó el diario “The New York Times”, una mezcla de criminales de cuello blanco y personas cuyos casos han sido defendidos por activistas de la justicia.
Los indultos más controvertidos que se barajan son para personas como Edward Snowden, Julian Assange y Stephen Bannon, el influyente asesor de Trump. Si Trump llegara a indultarse a sí mismo o a su familia, algo que no se espera que suceda, según las últimas informaciones de medios locales, es probable que crezca la ira entre los republicanos que lo apoyaron en el primer impeachment en el Senado, donde en breve volverán a votar en un nuevo juicio político contra él.
La última encuesta de Gallup del presidente reveló el lunes que solo tenía una aprobación del 34 %, su nivel más bajo. Trump ha tenido durante su mandato una aprobación media del 41 %, la más baja de todos los inquilinos de la Casa Blanca desde que Gallup comenzó a realizar esta medición en 1938. Mientras tanto, Biden, que es esperado en Washington en las próximas horas, está dando los toques finales a una inauguración que contará con una pequeña multitud y una seguridad masiva, otra de las consecuencias que ha dejado el motín pro-Trump, además de las preocupaciones existentes por la pandemia.
Biden, un veterano senador demócrata que llegó a ser vicepresidente de Barack Obama, tiene previsto viajar a Washington el martes con su esposa, Jill Biden, desde su ciudad natal, Wilmington, en el estado Delaware.
Junto con la que será su vicepresidenta, Kamala Harris, la primera mujer en ocupar el cargo, Biden planea pronunciar por la tarde un discurso sobre la crisis de covid-19 desde el estanque reflectante del monumento a Lincoln y hacer un llamado a la unión de los estadounidenses. También está listo para anunciar un cambio radical en la política del país, alejada del “Estados Unidos primero” de Trump.
Lo primero será volver a la tradicional construcción de alianzas. Esta política comenzará con la vuelta de Estados Unidos al acuerdo climático de París desde “el primer día de mandato”. Pero los llamados al optimismo del demócrata de 78 años chocan con la dura realidad de múltiples crisis.
La pandemia está fuera de control, la distribución de vacunas va lento y la recuperación económica está en la cuerda floja. Y después de la negativa de Trump a aceptar los resultados de las presidenciales de noviembre, una buena parte del país está furiosa.
Biden prestará juramento en los escalones del Capitolio bajo la vigilancia de más de 20.000 soldados de la Guardia Nacional. Después de que una multitud rompiera la barrera policial, golpeara a un policía que murió horas después y causara daños en el interior del edificio del Capitolio, las medidas de seguridad están en su máximo nivel.
El secretario de Defensa interino dijo el lunes que el ejército y el FBI investigan a cada uno de los soldados de la Guardia Nacional, que portan armas automáticas, por si alguno de ellos representa una amenaza. Trump, el primer presidente en perder la reelección desde que George H.W. Bush fuera reemplazado por Bill Clinton en 1993, también será el primer expresidente en rehusarse a asistir a la toma de posesión de su sucesor en un siglo y medio.
El miércoles partirá temprano hacia Florida para beneficiarse de los privilegios de los viajes presidenciales hasta el último minuto. El Marine One lo llevará de la Casa Blanca a la Base Conjunta Andrews para tomar el Air Force One, el avión presidencial que a partir del mediodía ya no podrá usar. Según una información de Bloomberg, Trump está organizando una despedida militar para sí mismo en Andrews a la que asistirá una multitud de invitados. Biden prestará juramento el miércoles al mediodía, con lo que terminará la presidencia de Trump y Estados Unidos pasará página a algunos de los años más disruptivos y divisivos que ha sufrido desde la década de 1960.
*Con información de la AFP.