CANADÁ
Protestas en Canadá: una tormenta perfecta
Las protestas de los camioneros en Canadá han mostrado que los grupos antivacunas y contrarios a las medidas sanitarias encontraron una nueva forma de lucha.
Una bola de nieve. Así se puede resumir la situación en Canadá, que arrancó con unos pocos camioneros en Ottawa pidiendo mayor flexibilidad ante la vacunación obligatoria para los conductores impuesta por el Gobierno de Justin Trudeau. Lo que empezó con unos pequeños plantones hoy parece poner en jaque la economía nacional.
Aunque la violencia no ha sido protagonista en las manifestaciones, se ha optado por, básicamente, aislar a la capital canadiense del resto del país con bloqueos estratégicos al frente de las instituciones gubernamentales y de las carreteras fronterizas con Estados Unidos a fin de acabar las normas contra la pandemia.
El Gobierno canadiense, por su parte, se ha negado tajantemente a relajar las medidas para los camioneros y la población en general. En respuesta, los manifestantes han mantenido sus campamentos en las calles, pero ya no solo con la participación de conductores, sino también de ciudadanos de toda índole.
A pesar de que Canadá no quiere dar el brazo a torcer, la protesta ha ido tomando fuerza y reconocimiento, y rompiendo las fronteras. En las calles de varios países europeos y en Australia, cientos de personas han salido a manifestarse a favor de los protestantes, lo cual ha convertido a Canadá en un símbolo perfecto para los antivacunas y su discurso.
Sin embargo, las marchas pueden ser contraproducentes para sus mismos participantes y organizadores. En principio, quieren mostrarse como un grupo de ciudadanos inconformes, aunque con el tiempo las manifestaciones han sido abrazadas por grupos de extrema derecha. Son cada vez más comunes las banderas confederadas, con esvásticas y montajes con agresiones hacia el primer ministro, Justin Trudeau.
El movimiento que comenzó gracias a los camioneros parece consolidarse aún más con los apoyos recibidos en el extranjero. El “convoy de la libertad”, como fue denominado, ha sumado marchas en Francia, Bélgica, Australia y Nueva Zelanda, donde los pedidos que se iniciaron con una flexibilización de medidas de la vacunación obligatoria terminaron con un reclamo en general contra los Gobiernos y las leyes anticovid.
Además, encontraron un aliado inesperado: el apoyo del expresidente de Estados Unidos Donald Trump, que catalogó a Trudeau como un “lunático de extrema izquierda” por las disposiciones que ha tomado contra la pandemia, que el exmandatario calificó de ser locas. Ahora, durante las protestas es cada vez más común ver mensajes en apoyo a Trump y a su posible candidatura en 2024, lo que solo consagra a Canadá como un botín simbólico para la derecha mundial.
¿Qué hará Trudeau?
El primer ministro se encuentra en una encrucijada, ya que, si cede ante los manifestantes, quedará como un mandatario poco firme con sus decisiones. En cambio, si decide mantenerse firme con las medidas anticovid, pone en riesgo el orden público del país y su economía al tener varias fronteras bloqueadas.
Por ahora, el mandatario ha condenado en varias ocasiones las protestas y ha exigido que terminen. “Los bloqueos, las manifestaciones ilegales son inaceptables y están afectando negativamente en negocios y fábricas”, dijo Trudeau ante la Cámara de los Comunes, alegando que el país debe hacer algo para que la situación termine.
Además, ha defendido, por lo menos por ahora, las medidas sanitarias contra la covid y sus resultados. “La realidad es que las órdenes de vacunación, y el hecho de que los canadienses acudieron a vacunarse hasta casi el 90 por ciento, han garantizado que esta pandemia no haya golpeado tan fuerte aquí en Canadá como en otras partes del mundo”, añadió el mandatario.
Algunas provincias levantaron las restricciones; sin embargo, no ha sido suficiente para los manifestantes. Por ejemplo, la de Saskatchewan disolvió las medidas contra la pandemia como el uso del tapabocas y la vacunación obligatoria. Por su parte, Alberta propuso reducirlas gradualmente.
El gran problema que surge para el Gobierno es que, si se mantienen los bloqueos en las fronteras, la economía puede sufrir un gran revés. El puente internacional Ambassador, entre Detroit y Windsor, donde se han concentrado las protestas, mueve el 25 por ciento del comercio entre ambos países.
Esto solo ha suscitado voces en contra de parte del Gobierno. “En esencia, están poniendo el pie en la garganta de todos los canadienses”, dijo en una declaración Bill Blair, ministro federal de Preparación para Emergencias. Manifestó, asimismo, que los protestantes están cortando líneas de suministro esenciales.
Los manifestantes han ido cambiando su discurso hasta llegar a pedir la destitución de Trudeau, algo que parece totalmente irreal, pues la solicitud principal es la derogación de medidas contra la covid, alegando que coartan la libertad individual. “No estoy vacunada, no quiero un código QR y quiero ser capaz de hacer mis compras”, dijo Sophie Leblanc, una mujer de 38 años que perdió su trabajo como camarera al no haberse aplicado la inyección.
A pesar de que casi el 90 por ciento de la población está vacunada en Canadá, la minoría ha logrado hacer el suficiente ruido para convertir al movimiento de los camioneros en un abanderado en contra de Trudeau. El mandatario, además, sufre una crisis de popularidad, cuya aprobación llegó a un índice de apenas 38 por ciento, según el Instituto Angus Reid.
Y mientras Trudeau se mantiene en su postura, el centro de Ottawa se ha vuelto un sitio invivible con cientos de camiones estacionados. En primer lugar, los manifestantes habían decidido tocar reiteradamente las bocinas de los autos. Pero ante una sentencia que lo prohibió ahora la constante es acelerar los motores de los camiones, lo que, fuera de generar un ruido incesante, volvió irrespirable el aire en la zona.
El llamado al Gobierno es una petición para que actúe contra las protestas, ya que, si bien parece que Trudeau no dará el brazo a torcer, se pide que con ese mismo brazo muestre fortaleza ante las manifestaciones. Estas llevan dos semanas llenando de incertidumbre el país y dejan en evidencia qué tan lejos están dispuestos a llegar los grupos antivacunas y contrarios a las medidas sanitarias.