ESTADOS UNIDOS
¿Por qué Joe Biden puede ser su propio enemigo en el primer debate presidencial?
El candidato demócrata se enfrentará cara a cara con un Donald Trump mordaz y acostumbrado a las cámaras. ¿Estará listo para la gran noche?
Liderando las encuestas y desafiando a un Donald Trump impopular, Joe Biden tiene todo para ganar en su primer debate de la noche de este martes con miras a las elecciones del 3 de noviembre. Pero él mismo puede ser su peor enemigo.
Su porte y su empatía con la gente siguen ahí. Pero a los 77 años, el viejo león de la política ya no tiene el aspecto que tenía en su apogeo como vicepresidente de Barack Obama. De pie, sus piernas ahora parecen frágiles y su fino cabello blanco escasea.
Algunos de sus partidarios temen que Biden, propenso a descuidos y deslices, vacile ante los ataques de Trump, el mandatario de 74 años caracterizado por su estilo más agresivo.
El confinamiento por la covid-19 privó a Biden durante meses de explotar su marca registrada: el contacto directo con los votantes.
Si bien ha retomado un ritmo de salidas más sostenido desde finales de agosto, su estricto cumplimiento de las pautas de distanciamiento físico restringe su presencia en el terreno. Para sus detractores, esto le ha permitido hacer campaña lejos de la gente y evitando preguntas incómodas.
Su rival republicano, que lo llama todo el tiempo “Joe el Dormido”, también se queja de que los periodistas son benévolos con él, y no deja de atacarlo por su estado físico y mental.
El equipo de campaña de Trump describe sin rodeos al demócrata como un anciano senil. Incluso, el presidente ha exigido múltiples veces que su rival sea sometido a una “prueba de dopaje” antes del debate.
Esas críticas, sin embargo, podrían terminar siendo favorables a Biden al reducir tanto las expectativas que un desempeño correcto sería aclamado como una gran victoria.
El pasado de Biden
Es muy probable que en el escenario en Cleveland, Ohio, Biden insista en su defensa de la clase media, señalando el contraste entre su humilde infancia y la del “heredero Trump criado en cuna de oro".
Orgulloso de sus orígenes, Joseph Robinette Biden Jr. nació el 20 de noviembre de 1942 en Scranton, una ciudad de clase trabajadora en Pensilvania.
También se espera que mencione las dificultades personales por las que ha tenido que pasar. El primer gran drama que marcó el comienzo de su larga carrera política fue el accidente automovilístico de 1972 que se llevó a su primera esposa y a su pequeña hija. Sus otros dos hijos, Beau y Hunter, resultaron gravemente heridos.
Recién elegido al Congreso de Estados Unidos a los 30 años, juró como senador al borde de sus camas en el hospital.
El segundo momento personal complicado fue años después con la muerte de su hijo Beau Biden por cáncer cerebral. "Nunca desaparece”, suele decir sobre el dolor que vive en él desde la muerte en 2015.
Puntos en su contra
Pero así como tiene puntos a su favor, Biden también tiene algunos cuestionamientos en su contra que pueden surgir durante el debate. El más importante es sobre su hijo Hunter Biden que obtuvo un salario lucrativo como miembro del directorio de una compañía de gas ucraniana acusada de corrupción mientras el candidato demócrata era vicepresidente.
La presión de Trump a Ucrania para investigar el pasado de Hunter llevó al juicio político del presidente, aunque fue absuelto.
Figura de la política tradicional
Frente a los republicanos que lo presentan como un candidato debilitado, Biden puede exhibir su triunfante victoria en las primarias demócratas después de un giro espectacular.
El exmano derecha del expresidente Barack Obama tuvo que soportar tres primeros fracasos antes de obtener una amplia mayoría en Carolina del Sur, gracias a los votos de los afroestadounidenses.
Biden, a quien muchos veían demasiado viejo o demasiado centrista, reunió así el apoyo de otros moderados y luego derrotó a su gran rival Bernie Sanders, un autoproclamado socialista. Este fue un notable éxito para Biden que ya había probado suerte como candidato presidencial en las primarias demócratas de 1988 y 2008.
Senador por más de 35 años (1973-2009) y luego vicepresidente de 2009 a 2017, el septuagenario ha caminado durante décadas por los pasillos del poder en Washington. Y está orgulloso del diálogo bipartidista que propició.