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¿Qué pasará con el grupo Wagner tras su ruptura y fallida rebelión contra Rusia?
La milicia privada ha actuado como un ejército ruso extraoficial durante años.
El grupo paramilitar Wagner es considerado, desde hace años, el brazo armado de Moscú en el extranjero, especialmente en Siria y varios países africanos, un rol que podría ser cuestionado tras el motín de su líder en Rusia.
Tras una espectacular insurrección que dejó a sus tropas a sólo 400 km de Moscú en 24 horas antes de ordenar el repliegue in extremis, Yevgueni Prigozhin debía, en teoría, exiliarse a Bielorrusia, aliada de Moscú, y retrazar sus relaciones con el presidente ruso, Vladímir Putin.
La pregunta en el aire es, ¿qué sucede ahora con su actividad en el exterior, donde la milicia privada es conocida por explotar las riquezas locales, proteger a gobiernos, hacer la guerra informativa y llevar a cabo brutales operaciones militares?
“Los mayores efectos de este episodio (armado en Rusia) pueden sentirse en Oriente Medio y África”, apunta en Twitter Rob Lee, analista del Foreign Policy Research Institute, subrayando que encontrar un “compromiso a corto plazo” es distinto de “una solución a largo plazo”.
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Moscú trató de disipar cualquier duda el lunes asegurando que Wagner continuará sus operaciones en Malí y en República Centroafricana (RCA).
Los miembros de Wagner asignados a esos países están “trabajando como instructores. Ese trabajo, por supuesto, continuará”, afirmó el ministro de Relaciones Exteriores, Serguéi Lavrov, al medio ruso RT, añadiendo que la tentativa de rebelión no afectará a las relaciones de Rusia con “socios y amigos”.
Interdependencia
Una cosa está clara: Prigozhin y Putin debieron abordar el asunto antes de llegar a un acuerdo. Wagner depende fuertemente del Ministerio de Defensa ruso, que es quien le suministra tropas, equipos y armas allí donde actúa. Y Moscú necesita al grupo para controlar estas zonas problemáticas, donde se dedica a criticar la influencia occidental.
En Siria, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), los mercenarios de Wagner -rusos, ciudadanos de otras exrepúblicas soviéticas y sirios- actúan como “fuerzas especiales” en el terreno junto al ejército del Kremlin desde 2015. Actualmente, siguen protegiendo pozos de petróleo y en las provincias de Hama y Latakia (centro-oeste).
En África están presentes en particular en Libia, Sudán y Mozambique. También, en primera línea del frente en Malí, a pesar de que las autoridades locales hablan de “instructores rusos”, o en República Centroafricana, donde un responsable del grupo lleva la seguridad del presidente Faustin-Archange Touadera.
Wagner también se dedica a extraer de esos países “oro y minerales” y llevarlos a Rusia, en este momento muy necesitada de recursos por las sanciones occidentales, apunta una fuente militar europea. Naciones Unidas, la Unión Europea o Francia han acusado al grupo de abusos en los países en los que opera y de ser una potencia de desestabilización en el continente africano.
“A la espera”
Lo que ocurra a continuación dependerá de las negociaciones entre Putin y Prigozhin a través del presidente bielorruso Alexander Lukashenko. En lugares como “Bangui y Bamako están a la espera de ver qué ocurre”, constata Maxime Audinet, del Instituto de Investigación Estratégica de la Escuela Militar (IRSEM) de París.
“La red Prigozhin se ha convertido en el actor dominante de la presencia rusa en África Subsahariana estos últimos años”, dice Audinet, para quien es probable que “el frágil equilibrio entre actores estatales y no estatales rusos en el continente africano experimente trastornos significativos”.
“Wagner tenía cierta libertad en sus proyectos en África. Sin la cooperación con el ministerio de Defensa, no veo cómo el grupo podría seguir trabajando allí”, señala Pauline Bax, subdirectora del programa de África en International Crisis Group. Pero, al mismo tiempo, Putin “no puede enviar soldados rusos en lugar de Wagner. No puedo imaginar su retirada inmediata del continente”, agrega.
Con información de AFP.