ANÁLISIS
¿Qué podría pasar con el régimen de Maduro después del 10 de enero?
Pese a la presión internacional, Nicolás Maduro se juramenta como presidente en un país sumido en una profunda crisis económica y social. La gran pregunta es si en un corto plazo se debilitará políticamente o se mantendrá en el poder a toda costa, mientras se recrudece la violencia.
Justo después de que los países que pertenecen al Grupo de Lima empezaran a poner en práctica las sanciones acordadas contra el régimen de Nicolás Maduro -como Perú-, o a estudiarlas -como Colombia-, Maduro dio una rueda de prensa para darles un ultimátum de 48 horas para que rectificaran. Esta es una situación que refleja perfectamente el actuar del mandatario. Es capaz de salir ante el mundo a decir que sus críticos son quienes están diciendo mentiras, mientras él asegura que hay un complot en su contra.
El régimen de Maduro está ante un inminente aislamiento internacional. Incluso, esta vez su presidencia es catalogada como ilegítima en origen, porque no son pocos los países que no reconocen su gobierno por considerar que las elecciones presidenciales fueron fraudulentas. La gran pregunta que ronda es qué tipo de gobierno arrancará este 10 de enero en Venezuela.
Maduro se posesionará como presidente a pesar del enorme rechazo internacional tapando el sol con un dedo, con tanto convencimiento que algunos lo consideran un maestro de la actuación. En esa misma rueda de prensa dijo que hoy por hoy Venezuela tiene más apoyo internacional –y más decidido- del que tenía años atrás.
Pero este argumento se cae por su propio peso cuando se hace una lista de los pocos mandatarios que están confirmados para asistir a la posesión. Sus más fieles escuderos son los de siempre, pero de ninguna manera son más que los que tenía su antecesor Hugo Chávez. En la lista están Evo Morales de Bolivia; Miguel Díaz-Canel de Cuba, quien asistirá con una delegación; Daniel Ortega de Nicaragua; Fuat Oktay, el vicepresidente de Turquía y Salvador Sánchez Cerén, presidente de El Salvador.
Sin embargo, la pregunta es qué tan efectivo será este aislamiento. "No hay que olvidar que Cuba, que ya pasó por ese trance, se mantuvo sin relaciones con los países de América Latina y el Caribe durante muchos años y fue objeto de un severo bloqueo por parte de los Estados Unidos, que ningún efecto práctico causó", explicó el excanciller Julio Londoño.
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Para el futuro se podrían dar varios escenarios. Uno de ellos es su debilitamiento político, que es el que la comunidad internacional espera lograr con presión y sanciones diplomáticas y económicas. Es decir, que Maduro diera su brazo a torcer y aceptara que se diera una transición democrática, se sentara a negociar con la oposición, esta vez seriamente cediendo en los mínimos que piden, como la liberación de los presos políticos y elecciones transparentes.
Sin embargo, los analistas no son muy optimistas al respecto. Fundamentalmente porque no creen que realmente Maduro se sienta lo suficientemente presionado a corto plazo como para que la situación de un giro tan radical.
“Sería más fácil intentar una negociación con Diosdado Cabello que es un tipo que tiene muchísimo que perder por los niveles de involucramiento en actividades ilícitas. Además, no está tan involucrado ideológicamente. El problema de Maduro es que se cree lo que dice. Cabello es más pragmático en algunas cosas. Sin embargo, en este momento no existen los estímulos suficientes para que den su brazo a torcer”, aseguró a SEMANA Ronal Rodríguez, investigador del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario.
El debilitamiento de Maduro no se dará solo por la presión externa, sino por la interna. En este momento, el régimen tiene graves problemas, sin duda alguna. La crisis económica salta a la vista, la inflación en el país cerró 2018 en 1.698.488,2%, según un informe del Parlamento venezolano, de mayoría opositora. Y para el 2019 el Fondo Monetario Internacional proyecta que podría cerrar con un inflación de 10.000.000%. No obstante, Maduro asegura que está “de pie”, es decir, que todavía puede sostenerse en el poder, pese a todo lo que ocurre.
Lo dicen los más férreos opositores, y también los analistas, la fractura se debe dar dentro del régimen para que se genere un cambio. “En las cabezas del alto gobierno no figura la posibilidad de una transición política. Ellos no contemplan la posibilidad de dejar el poder. La razón es evidente: fuera del poder se sienten vulnerables. Mientras no haya nada que les impida seguir gobernando lo van a hacer. La alternativa es la rebelión interna que sacara a Maduro del poder, o lo obligara a negociar, pero es bastante impredecible porque hay fuertes presiones internas, disidencias internas, pero no han pasado de ser fisuras, no son fracturas en el aparato de poder. No se puede prever a corto plazo que se quiebre ese aparato”, explicó a SEMANA Phillip Gunson, consultor en Venezuela y Latinoamérica de Crisis Group.
Además, hay que tener en cuenta que en este momento Maduro controla el Ejecutivo y el Legislativo con la Asamblea Nacional Constituyente. Si bien todavía existe la Asamblea Nacional, de mayoría opositora, esta está acorralada, los diputados están bajo amenaza y es muy poco lo que pueden hacer.
Que una solución negociada no llegue pronto es preocupante porque mientras las cosas sigan como están en Venezuela las proyecciones de organismos como el Banco Mundial es que las migración se podría duplicar. "No se le ve en plan de negociar seriamente, sino de imponerse. Negociará sólo cuando tenga el agua al cuello, pero entonces puede ser muy tarde", aseguró a AFP el politólogo Luis Salamanca.
El otro escenario que se podría dar en el periodo presidencial que inicia es que Maduro siga en el poder a toda costa, y que incluso llame a más sectores a que lo acompañen en esa batalla que, según ha dicho, está dispuesto a dar. La situación se agrava por lo militarizada que está Venezuela, y por los 1,6 millones de civiles armados que hacen parte de sus milicias. Maduro le habla a sus tropas como si se acercara una inminente guerra, a pesar de que Colombia ha desmentido que exista un complot para intervenir militarmente.
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Si esto llega a ser así, Phillip Gunson, analista de Crisis Group, considera que el peor escenario que se podría dar es que el gobierno opte por la vía de la represión, que cumpla sus amenazas a los líderes políticos, se atrinchere y se aleje cada vez más la posibilidad de una solución negociada.
Sin duda este nuevo periodo presidencial deslegitimado por Estados Unidos, la Unión Europea y la mayoría de los países de Latinoamérica, será más complicado para el régimen de Maduro. Pero, él se muestra aparentemente inmutable. “Me resbala que digan que soy un dictador", sentenció. Mientras tanto, las población venezolana es la que sufre las consecuencias de la crisis y caldeado ambiente político.