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¿Quién lo planeó? Este es el macabro cerebro detrás de los atentados del 9/11
Jalid Sheij Mohamed ha dicho que fue la más grande cabeza detrás de los ataques de hace veinte años, pero aún no ha tenido juicio.
Cuando este sábado los estadounidenses honran a los casi 3.000 muertos en el vigésimo aniversario de los atentados del 11 de septiembre de 2001, sobrevola la sombra de Jalid Sheij Mohamed, el cerebro de esos ataques que aún no ha sido juzgado.
Mohamed, quien se jactó en los interrogatorios de haber diseñado y gestionado el plan del 11-S, permanece desde hace 15 años en una celda de alta seguridad de la base naval estadounidense en la bahía de Guantánamo, Cuba.
Mientras tanto, los esfuerzos de un tribunal militar de guerra para responsabilizarlo por los atentados avanzan a los tumbos, pues el caso está atascado en si la tortura a la que fue sometido por la CIA puede hacer inadmisibles sus confesiones.
Tras la muerte del líder de Al Qaida Osama Bin Laden, Mohamed es la figura más repudiada que guarda relación con los ataques. Ali Soufan, antiguo agente del FBI que investigó los atentados, calificó a Mohamed de “asesino de mirada salvaje” cuya conspiración “demente” lo distingue de otros integrantes de Al Qaida.
Imaginación y habilidades
La mayoría lo conoce por la fotografía de su captura: figura robusta con camisa de dormir, bigote espeso y pelo desaliñado.
En su aparición esta semana en el tribunal militar en Guantánamo, la primera en 18 meses, lucía más delgado, llevaba una larga barba teñida de rojo y vestía un traje pakistaní más tradicional. Ingresó caminando con facilidad, charló con otro de los acusados en el caso que podría conllevar la pena de muerte y se arrodilló sobre una pequeña alfombra entre las mesas para orar.
El informe oficial de la Comisión del 11-S y el reporte del Senado sobre el programa de tortura de la CIA describen a KSM (como también se conoce a Mohamed), de 56 años, como un poderoso y sanguinario lugarteniente de Bin Laden.
Originario de Pakistán y criado en Kuwait, aprendió inglés y estudió ingeniería mecánica en una universidad estadounidense. Para el momento en que se graduó en 1986, ya era un musulmán de línea dura.
Mohamed trabajó para el gobierno de Catar a principios de los noventa y al parecer se vio inspirado para actuar por un sobrino, Ramzi Yousef, quien hizo explotar la bomba en el World Trade Center de Nueva York en 1993. Luego se unieron en un plan para hacer explotar aviones comerciales con destino a Estados Unidos desde Filipinas.
Yousef fue arrestado en Pakistán tras fracasar en el primer intento, mientras Mohamed permaneció oculto en Catar y luego se trasladó a Pakistán. Fue entonces cuando por primera vez le propuso a Bin Laden ejecutar los atentados del 11-S.
“Muy bien educado y cómodo tanto en una oficina gubernamental como en un refugio terrorista, KSM aplicó su imaginación, aptitud técnica y habilidades gerenciales para incubar y planear una extraordinaria variedad de esquemas terroristas”, describió el reporte de la Comisión del 11-S.
Submarino
Después de los atentados, Mohamed fue capturado en Rawalpindi, Pakistán, en marzo de 2003 y llevado por la CIA a un lugar secreto en Polonia para ser interrogado.
Durante cuatro semanas, fue sometido a 183 sumergimientos en el agua, privación del sueño, golpes repetidos contra una pared, “rehidratación rectal” (enemas) y otras técnicas crueles de tortura. El informe del Senado lo describió como profundamente resistente, causando frustración en sus interrogadores con mentiras e invenciones, mientras brindaba información relativamente genérica.
Pero luego de su traslado a Guantánamo, en septiembre de 2006, confesó con orgullo ante el tribunal militar y se comparó con George Washington en la lucha por escapar de la opresión. “Fui responsable por la operación 11-S, de la A a la Z”, dijo.
También se atribuyó responsabilidad por otras 30 operaciones, incluidos los atentados con bombas vinculados a Al Qaida en Bali y Kenya, y dijo que él personalmente asesinó al periodista estadounidense Daniel Pearl, secuestrado y decapitado en Pakistán en 2002. Sin embargo, el extenso proceso puede haberlo agotado.
En 2017, sus abogados estuvieron en conversaciones para que se declarara culpable a cambio de la cadena perpetua. El trato nunca se concretó, al parecer porque enfrentó una fuerte oposición en el gobierno.
“Figura legendaria”
En la corte esta semana, Mohamed se mostró confiado y sin remordimientos. Habló animadamente con sus abogados, desafió el requisito del juez de usar mascarilla y saludó con la mano a dos periodistas que lo observaban detrás de los vidrios de un salón en la parte posterior del tribunal.
Los abogados dicen estar casi seguros de que Mohamed sabe que los talibanes recuperaron el control de Afganistán, una victoria aclamada por Al Qaida. “Definitivamente él es considerado una figura legendaria y uno de los cerebros detrás del 11-S”, le dijo a la AFP el danés Tore Hamming, especialista en el activismo islámico.
“Dicho eso, no es que KSM sea a menudo tema de conversación, pero ocasionalmente aparece en producciones escritas y visuales”, añadió.
Con información de AFP.