VENEZUELA
“Quiero que Maduro se vaya mañana, pero es un proceso a mediano plazo”: diputado venezolano Stalin González
El diputado opositor Stalin González, que favorece la participación en las parlamentarias de diciembre y el diálogo con el Gobierno, explica por qué cree que esa es la mejor estrategia para un cambio en su país.
Tras meses de letargo, las placas tectónicas de la política en Venezuela se volvieron a mover.
Como un “maremoto” lo define el diputado Stalin González, que junto al dos veces candidato presidencial Henrique Capriles se han desmarcado del discurso abstencionista del líder opositor Juan Guaidó y buscan condiciones para participar en las elecciones parlamentarias previstas para el 6 de diciembre.
Hace dos semanas el Gobierno de Nicolás Maduro hizo que decenas de los llamados presos políticos salieran a la calle.
Y el grupo que lideran Capriles y González postuló candidatos a la espera de que el Gobierno acepte finalmente condiciones más justas, entre la que destaca la observación electoral de la Unión Europea.
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Bruselas dice que Maduro aún no ha cumplido las “condiciones mínimas”, pero mantiene la puerta abierta, por lo que los comicios podrían retrasarse.
El presidente, acusado la pasada semana directamente por Naciones Unidas de crímenes contra la humanidad, parece dispuesto a ceder poder para mejorar la situación de un país que González define como “invivible”.
Tras meses de iniciativa opositora marcada por Guaidó como presidente interino con el firme apoyo de Washington, ahora son Capriles y Europa los que presentan una estrategia que el diputado González explica en entrevista con BBC Mundo.
¿Ya se puede decir que esta parte de la oposición sí va a participar en las elecciones legislativas del 6 de diciembre?
No, lo que decidimos es seguir luchando por que se den las condiciones. En lo político se acordó que no debe haber presos políticos y hubo un gran número de personas presas que salieron en libertad y se cerraron las causas de los diputados que estaban enjuiciados. Eso intenta mejorar el clima.
Y en cuanto al proceso como tal estamos reconquistando cosas que se habían perdido.
Ahora el régimen deja por escrito en la carta a Borrell (Josep Borrell, alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores) que no va a haber movilidad de los centros (de votación), que va a haber auditoria del registro electoral (…) Y después de 14 años invita a la Unión Europea a que sea observador del proceso.
Esa carta no es suficiente, pero hace unos meses era imposible que el régimen dejara eso por escrito. ¿Qué nos falta? Lograr la observación de la comunidad internacional y estamos a la espera de eso hablando con Europa. Que venga Europa, porque si no viene, es muy difícil ir a la elección así.
¿Por qué ahora sí están dispuestos a ir a unas elecciones para medirse al chavismo y en las presidenciales de 2018 no?
Es que en 2018 no hubo esas condiciones.
¿Por qué no pelearon por esas mismas condiciones en 2018?
Estábamos saliendo del proceso (de negociación) de Dominicana y fue muy difícil. Hasta el último momento se intentó.
Tampoco el régimen ahora es el mismo de 2018, que podía hacer lo que quisiera. Nunca midió las consecuencias de haber hecho esa elección como la hizo. Y sabe que esta elección tiene que ser distinta.
Esta elección no es la que va a resolver la crisis, pero tiene que ser la puerta para buscar una solución a este conflicto y puede ser la puerta a un proceso mucho más grande. Puede ayudar a destrancar este juego.
Este país se está cayendo. Desde la ventana veo dos colas larguísimas en las bombas (de gasolina) que están al frente. Necesitamos resolver esto. La oposición ha planteado siempre sus planes para ya. Era “Chávez, vete ya” y “Maduro, vete ya” y no pareciera que ese proceso fuera tan fácil.
Yo quiero que Maduro se vaya mañana, pero no pareciera ser tan fácil. Esto es un proceso y ¿cómo estamos más cerca del cambio político? ¿Luchando por estas condiciones, recuperando el voto como instrumento de lucha, que los venezolanos protesten con su voto o quedándonos inmóviles en las casas?
¿Lo que vamos a hacer es entregar el poder a Maduro completamente? ¿Por qué tenemos que regalarle el poder a Maduro?
La oposición que no quiere participar dice que es ingenuo pensar que el gobierno ofrezca una posibilidad de perder poder. La oposición ganó las legislativas de 2015 pero esa Asamblea fue anulada. ¿Por qué estaría el gobierno dispuesto a ceder control?
Eso ha tenido consecuencias. No es el mismo chavismo de 2018. Maduro tiene control del poder, pero nada de popularidad.
Hoy el país está aislado por esa manera de ejercer el poder. Ingenuo sería como hizo Henri Falcón en (las presidenciales de) 2018, que fue a la elección para el matadero sin observación, sin nada.
No estamos diciendo eso. Si no viene la observación y alguien que garantice que esas condiciones se van a cumplir, no tiene sentido.
Pero mientras haya una rendija de democracia por la que meterse hay que aprovecharla, porque la Asamblea Nacional va a terminar su periodo (en enero de 2021) y se hablará de si se extiende el mandato y de si hay un gobierno en el exilio, pero eso ¿de qué le sirve a la gente?
Tenemos que buscar una salida. Este país está trancado. Hay un empate catastrófico. Pero también nos hemos planteado siempre el “ya”. Todo era “ya” y nos da miedo hablar de que la salida no es mañana.
¿Aspiran a convencer a esa parte de la oposición de que se sumen? Sin ellos, sin todos unidos, ¿cómo piensan movilizar a la gente para ir a votar y para defender el voto?
Hay que pelear las condiciones. No puedes pensar que un tercero siempre te va a resolver el asunto. Es que los gringos le van a poner presión. Es que Borrell va a hablar con Maduro.
No, hay que moverse para conseguir las condiciones. Y este maremoto es porque esa decisión (de no participar) no fue totalmente debatida.
Si se consigue la observación y las condiciones, eso va a cambiar. Muchos hoy están a la expectativa.
Ir a votar supone movilizar a mucha gente en un país que lleva desde 2017 sin manifestarse políticamente en masa. ¿Se puede reencender aún esa ilusión opositora?
Este país ha usado el voto a lo largo de la historia como forma de protesta. Es la manera de protestar más tranquila y sin riesgos.
Estamos ante un régimen autoritario que para algunos es una dictadura, no es democrático y usa la fuerza policial para reprimir. Si protestas, te reprimen.
Las veces que la oposición ha usado el voto como herramienta ha salido mejor que cualquier otra aventura que se le ocurra a alguien (…) Yo no digo que haya condiciones para votar, pero luchemos por conseguirlas.
Si no las conseguimos, nos vamos. Los europeos tienen una posibilidad de ayudar a resolver el conflicto en Venezuela.
Desde 2019 la oposición ha girado en torno a Guaidó y a Estados Unidos. Ahora surge este grupo con usted, con Capriles. Hay otra estrategia y se busca un aliado que no es Donald Trump, sino la Unión Europea. Y están muy cerca unas elecciones en Estados Unidos que pueden cambiar cómo Washington mira la crisis de Venezuela, si ganara Joe Biden. ¿Hay un giro necesario en la crisis política del país?
Sí. No estamos en disputa con Juan (Guaidó), que es mi hermano. Pero tenemos posiciones políticas distintas. Reconozco todos los esfuerzos, el arrojo y la valentía de Juan y todo lo que se hizo en el 19. Sin muchas de las cosas que se hicieron en el 19, no estaríamos ahora en esta oportunidad.
Pero no todo se logró y la ruta no fue posible (…) Hay que tener la madurez de reconocer que se cometieron errores.
La comunidad internacional es una fortaleza, pero es un aliado. Eso tiene que ayudar a la resistencia que está adentro.
No podemos cometer el error que cometió la oposición cubana de irse toda. Los persiguieron, pero al final la oposición cubana, ¿dónde está? En Miami. ¿Y dónde está el régimen cubano? En Cuba. Y tienen 60 años esperando. Yo no quiero eso para mi país. Todo lo que está pasando afuera debe servir para ayudar a la movilización y a la resistencia, no para construir un gobierno en el exilio.
¿Cómo imagina el día después de las elecciones, si finalmente participan?
Si fuimos, es porque hay garantías. Luego hay que conseguir un amplio apoyo y dar la batalla. El 80 por ciento no quiere a Maduro, pero hay un problema con el voto como instrumento de cambio y será trabajo nuestro reconquistar a la gente y llevarla a esa lucha.
Hay un escenario en el que ganamos. Y podemos ganar. Un escenario donde podemos perder, pero siempre creo que el problema es antes. Si hay condiciones y la gente participa, va a ayudar a que el país salga adelante. Esta elección hay que verla como un evento dentro de un proceso y una política a mediano plazo. Hemos sido muy inmediatistas.
Vamos a la batalla a ganar pero puede haber un escenario de perder. Pero aunque sea perdiendo, que esto sirva para salir de la crisis.
La teoría de que el quiebre es mañana no es. Se trata de tener victorias y una política a mediano plazo que nos lleve a reconquistar al país, a tener un mensaje claro a una audiencia clave, que es la fuerza armada, de que no vamos a perseguir a nadie.
Lo que queremos es que este país funcione y que la gente viva bien y estemos tranquilos y que cada uno tenga un papel en la política.
Es un mensaje muy pragmático tras años de enfrentamiento ideológico y polarización. ¿Cómo vender ese mensaje a una buena parte de la oposición que se ha marchado del país, que sufre la crisis y que considera que el gobierno es una dictadura con la que no se puede negociar?
Hay que ver la realidad, donde estamos. El país no quiere ni confía en Maduro, pero Maduro tiene el poder.
¿Cómo se lo arrebatamos? ¿A los trancazos (golpes) o construimos una fuerza que pueda disputarle el poder? No estoy diciendo que esperemos hasta 2025, para nada.
Las acusaciones de la ONU a Maduro y a las fuerzas de seguridad de haber cometido o sido cómplice de crímenes contra la humanidad son muy duras, pero usted habla de no perseguir a la fuerza armada. ¿Es un equilibrio difícil para ustedes?
Una cosa es evitar una cacería de brujas y otra muy diferente no hacer justicia. En este país durante 20 años se han cometido las injusticias más atroces contra las personas, la propiedad, la vida.
Aquí hay muchas personas que tendrán que hacerse responsables de la destrucción del sistema de salud, del sistema judicial, de la industria petrolera. Son cosas que no se pueden pasar por alto.