DROGAS

La mujer que impulsó la legalización de la marihuana en Uruguay

Raquel Peyraube habló con Semana.com sobre los beneficios del cannabis terapéutico, la importancia de la regulación estatal y las razones de la prohibición.

29 de septiembre de 2015
Raquel Peyraube ha dedicado su vida al estudio de las drogas, sus usos medicinales y los tratamientos alternativos para curar la adicción. | Foto: Archivo particular

Raquel Peyraube es asesora ad hoc del Instituto de Regulación y Control del Cannabis de Uruguay y jugó un papel fundamental en la legalización del uso de la marihuana con fines terapéuticos en el gobierno de José Mujica.

Doctora en Medicina, con formación en Psiquiatría y Psicoterapia Psicoanalítica en juventud y exclusión social y en problemas vinculados al consumo de sustancias adictivas, es también la directora Clínica del ICEERS, centro especializado en el tratamiento de enfermedades a través del uso de plantas.

La Doctora Peyraube estuvo en Bogotá la semana pasada, en el marco de la reunión organizada por el Ministerio de Justicia para discutir sobre los retos de la implementación de la política de drogas en Colombia, y habló con Semana.com sobre los beneficios del cannabis terapéutico y las razones de la prohibición.

SEMANA: Usted aboga por la legalización del cannabis y dice que la prohibición ha sido nefasta.  ¿Por qué?

Raquel Peyraube: La prohibición ha generado muchísimos daños y privó a la gente de su derecho a la información para tomar decisiones adecuadas. Los alejó del conocimiento sobre los usos médicos del cannabis. Muchas drogas fueron diseñadas como medicamentos (LSD, MDMA, éxtasis, la cocaína, la heroína) y fueron declaradas ilícitas.

SEMANA: ¿El cannabis tiene efectos adversos?

R.P.: Sí, como todo, pero son leves o moderados y puedo asegurar que hay muchos medicamentos que usamos los médicos que tienen mucho más riesgos y efectos secundarios que el propio cannabis. Me di cuenta que muchos de los ‘efectos de las drogas’ eran en realidad efectos de la prohibición: la mala calidad y la mala educación en materia de drogas.

SEMANA: ¿Cuáles son los beneficios medicinales del cannabis?

R.P.: Lo que usamos son los cannabinoides, las partes activas de la planta. Hay 140 variedades pero los más importantes son el cannabidiol (CBD) y el tetrahidrocannabinol (THC). El cannabis actúa de varias maneras: 1) el  CBD trata las vías del dolor en sí pues tiene un efecto analgésico, antiinflamatorio, antioxidante, neuroprotector, inmunomodulador, entre otros; 2) el THC también tiene efectos analgésicos y cambia la relación subjetiva frente al dolor, que ya no se siente como dolor, crea una distancia emocional.

SEMANA: ¿Qué tal reaccionan sus pacientes cuando usan esta planta para fines medicinales?

R.P.: Mucha gente ve los resultados positivos y me dice: “Doctora, ¿entonces nos estuvieron mintiendo por más de cincuenta años? Y les respondo: “Sin lugar a dudas”.

SEMANA: ¿Qué enfermedades se pueden tratar con cannabis?

R.P.: Son incontables. Están por ejemplo enfermedades neurodegenerativas graves como  alzheimer, párkinson, Huntington disease y esclerosis múltiple. Se puede combatir la epilepsia y enfermedades del aparato digestivo. También lo uso para tratar la dependencia a drogas como el bazuco.

SEMANA: ¿Qué ventajas tienen estos tratamientos frente a la medicina convencional?

R.P.: Es posible usar los compuestos de la planta en tratamientos para los que la medicina convencional no ha tenido respuesta. En los casos de cáncer, por ejemplo, un tratamiento complementario con cannabinoides ayuda a paliar los síntomas de la quimioterapia, potencia nuestra inmunidad y puede evitar la metástasis de las células cancerosas.

SEMANA: ¿Cómo le fue trabajando con pacientes en rehabilitación?

R.P.: Desde hace tiempo empecé a diseñar tratamientos alternativos y me fue muy bien con los resultados, siempre fue rehabilitación en ambulatorio. Constaté que la marihuana puede ser una droga de salida en algunos casos. Muchos pacientes me fueron diciendo que el cannabis inhibía sus ganas de consumir otras drogas más riesgosas y la adicción a la marihuana es mucho más fácil de tratar.

SEMANA: ¿Por qué cree que aún con esa evidencia no se dan las autorizaciones para el uso medicinal del cannabis?

R.P.: Así la evidencia sea más que suficiente, los gobiernos alegan que no lo es. En ese caso habría que autorizar seguir investigando, pero tampoco dan los permisos para eso. Con la farmaindustria pasa lo contrario: se dan los permisos y después de un tiempo hay que retirar los medicamentos del mercado por su toxicidad. Entonces uno empieza a ver que esto no tiene que ver con la peligrosidad de la planta.

SEMANA: Si la prohibición no responde a la peligrosidad entonces ¿con qué tiene que ver?

R.P: Con intereses políticos, económicos y morales, pero nunca con intereses científicos ni para aliviar el sufrimiento de la gente. Latinoamérica tiene los muertos, los desaparecidos, los secuestrados, la guerra por los territorios y un gasto público desmesurado. Mientras tanto, los países centrales tienen el placer, pues son ellos los que compran lo que se produce acá: tienen el ‘high’, el ‘viaje’.

SEMANA: ¿Por qué considera que la lucha contra las drogas ha sido un fracaso?

R.P.: No ha habido ni un solo momento de éxito. Fueron 50 años de escandaloso fracaso. El consumo creció, las drogas que se usan son cada vez más graves y peligrosas y cada vez más gente consume de manera problemática. No se educó a la gente a consumir con menos riesgo y hacerlo lo van a hacer igual, con o sin nosotros.

SEMANA: ¿En qué falló ese modelo?

R.P.: La campaña del ‘Just say no’ de Nancy Reagan (‘Tan solo di no’), por ejemplo, fracasó. ¿Y por qué? Porque no se dialoga con las drogas, se dialoga con las personas, con el sistema educativo, con el sistema de salud, con padres informados que pueden acompañar a sus hijos en la prevención. Estamos tan enceguecidos por la prohibición que no podemos razonar con claridad.

SEMANA: ¿Legalizar equivale a liberar la venta y producción de drogas?

R.P.:
No, legalizar no es liberar, es controlar. Si son sustancias de riesgo, no puede ser que sean las mafias que se enriquecen las que los controlen, tienen que ser los gobiernos quienes establezcan las reglas y los controles de calidad. Para ello, la singularidad cultural y política de cada país debe ser tenida en cuenta para la regulación lícita de las drogas.

SEMANA: ¿Y qué pasa si la gente decide producir y medicarse por su cuenta?

R.P.:
Decir “dale que es tarde vamos a consumir cannabis porque me duele la cabeza” no funciona. Para uso medicinal se debe cultivar según estándares de buenas prácticas de cultivo y ser de grado médico: tiene que tener unas ciertas cantidades de cannabinoides para ser dosificado como un medicamento. No se trata de una visión romántica y bohemia del chamanismo cannábico, es una cuestión médica.

SEMANA: Antes de irnos, ¿qué piensa de la política colombiana respecto a las drogas?

R.P.: El gobierno se está moviendo en la línea de los intereses del país y del pueblo, tanto a nivel legislativo como a nivel del ejecutivo nacional. Hay una visión de cambio a futuro.