VENEZUELA
Se complica la relación entre Nicolás Maduro y el Ejército de Venezuela
A cinco años de la muerte de Chávez, Nicolás Maduro atraviesa por su momento más difícil con el Ejército. Su solución ha sido meter a la cárcel a las voces críticas y crear un nuevo partido que ya está compitiendo con el chavismo tradicional.
Nicolás Maduro cabalga su último año de su periodo. En 2013, cuando alcanzó la Presidencia por una estrecha diferencia de 1,52 por ciento, quizá no imaginaba que tan solo cinco años después tendría que recurrir a un proceso electoral tramposo para repetir en el cargo. Y con los cuarteles intranquilos. Pero 2018 comenzó con alertas. El 11 de enero fueron encarcelados por insubordinación 55 guardias nacionales que encabezaron un reclamo por carestía de alimentos. Cuatro quedaron presos y el resto fue reasignado. Desde entonces, los números no han dejado de subir.
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En la última semana de febrero, en las cárceles militares había 86 funcionarios activos o retirados. Apenas un año antes, la cifra era de 36, según la investigadora Sebastiana Barráez. En esta lista no están los 24 oficiales que esta semana fueron degradados y expulsados de la Fuerza Armada venezolana –algo inédito–, por manifestar su descontento y supuestamente incitar a la rebelión. Pero sí incluye a exministros de Defensa y antiguos integrantes del alto mando militar, incluso en tiempos previos a Hugo Chávez.
Entre los nombres, se destaca el de Raúl Baduel, quien rescató a Chávez durante el golpe de Estado de 2002. Este está preso desde hace nueve años y se le acusa de liderar componendas insurreccionales. También figura Juan Caguaripano, líder del asalto a un fuerte militar en 2017 y tras las rejas desde agosto pasado. Así mismo, se incluye a Leamsy Salazar, exescudero de Diosdado Cabello –el segundo hombre fuerte del chavismo–, a quien señaló por narcotráfico.
Otro de los degradados es el exministro de Chávez Hebert García Plaza, quien denunció el 4 de marzo que otros 19 funcionarios de la Fuerza Armada adscritos al cuartel Negro Primero, en el fronterizo estado Táchira, fueron detenidos por supuesta conspiración. No obstante, la ONG Control Ciudadano reporta que las irregularidades en ese recinto podrían deberse a corrupción, pues manejan la distribución de comida en la zona.
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García Plaza también reveló que el gobierno les prohibió salir del país a los oficiales en reposo que solicitaron la baja, que tienen faltas o que no se han presentado a laborar. Esto con el fin de parar la creciente deserción en los cuarteles. Igualmente, por primera vez en seis años, Control Ciudadano cree que es “probable” un golpe de Estado, pero no como una rebelión violenta, sino como producto de acuerdos entre militares chavistas. En ese sentido, las purgas tendrían como fin consolidar su poder entre el estamento castrense y prevenir cualquier insurrección.
Pero ahí no se acaban los problemas del dictador, pues la realidad de Maduro en 2018 es peor fuera de los cuarteles. Este encabeza un gobierno que duplicó la pobreza en apenas cuatro años hasta alcanzar el 87 por ciento de la población, según la Encovi 2017, un estudio coordinado por las tres más importantes universidades del país. Aun así, Maduro aspira a repetir en la Presidencia, pero sabe que su Partido Socialista Unido (PSUV) ya no es suficiente, pues luce cooptado por grupos de poder verticales, envejecido por la izquierda caduca e incapaz de hablar a los jóvenes.
No es casual que la gestión de gobierno se enfoque en los ciudadanos de la tercera edad, a quienes mantiene en constante recuerdo de las fallas “del pasado”. Es una organización que mira hacia atrás. Estudios de la firma Datanálisis registran que el apoyo a Maduro se incrementa, cuanto más aumenta la edad de los electores.
En cambio, el nuevo partido del madurismo, Movimiento Somos Venezuela, nacido desde el poder y aprovechando la estructura creada en la Vicepresidencia para la articulación de programas sociales, apela a una generación nacida en “revolución”. Una de sus coordinadoras, Georgette Topalián, lo admite al soltar que el movimiento “está captando jóvenes”.
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El nuevo grupo de Maduro no solo echa al traste el planteamiento de Hugo Chávez de lograr un partido único, sino que podría dar cuenta de desconfianzas dentro del gobierno. El PSUV, que es manejado por el aliado pero nunca subordinado Diosdado Cabello, inició un proceso de carnetización de su militancia, y a la par lo hizo el Somos Venezuela. ¿La diferencia? El primero lo hace con toldos en las plazas y el segundo mediante una página web.