VENEZUELA

El hombre que dijo no

En medio de la crisis que divide al continente, el secretario general de la OEA, el uruguayo Luis Almagro, sigue defendiendo la democracia, a pesar del repudio de sus copartidarios, incluido el expresidente José Mujica.

8 de abril de 2017

Que se vaya a la basura de la historia y nosotros seguimos construyendo Venezuela. Ya Almagro está derrotado, ya es polvo cósmico”. Con esas palabras se refirió el miércoles Nicolás Maduro en una alocución televisada al secretario general de la Organización de los Estados Americanos (OEA), Luis Almagro. “Desde este año en adelante tendrá que hablarse de la nueva época”, dijo, mientras sus hombres reprimían a tiros las manifestaciones que se tomaron las calles de todo el país.

Era natural que el dictador estuviera enfurecido. La semana pasada, Almagro fue una de las primeras voces en denunciar un “autogolpe de Estado” que perpetró su régimen al anular la Asamblea Nacional. El lunes, criticó al Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) por atribuirse funciones parlamentarias. Además, dijo que la lista de presos políticos seguía aumentando y denunció que dos parlamentarios habían sido agredidos por el régimen. Y un día después, mientras en Venezuela arreciaba la represión, condenó “el uso de gases lacrimógenos contra las manifestaciones pacíficas”.

Pero el trago más amargo estaría aún por venir, pues el martes en la tarde el Consejo Permanente de la OEA superó las trabas burocráticas con las que el dictador y el gobierno de Bolivia sabotearon la reunión extraordinaria del lunes. El resultado fue una resolución en la que 17 de los 21 denunciaron por primera vez la alteración del orden democrático. Además, urgieron al gobierno a restaurar la plena autoridad de la Asamblea y expresaron la voluntad continental de apoyar “el retorno al orden democrático”.

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Así terminaron para el régimen de Caracas dos semanas cargadas de tensión, en las cuales el TSJ suspendió las funciones de la Asamblea Nacional, para luego echar parcialmente atrás su decisión,por la condena internacional liderada por Almagro.

Y es que este aguerrido uruguayo se ha convertido en la piedra en el zapato de Maduro. Por eso, los defensores de la democracia lo consideran el guardián de la institucionalidad y el hombre que puso al dictador en su lugar. Pero como nadie es profeta en su tierra, sus acciones también han generado una enorme polémica, en particular entre sus antiguos compañeros de lucha. Entre ellos, el expresidente José Mujica, de quien fue ministro, embajador y canciller.

“Almagro fue muy importante en los debates en torno a la anulación de la Ley de Caducidad, que impidió durante años juzgar a los militares culpables de delitos de lesa humanidad durante la dictadura”, dijo a SEMANA Gabriel de La Coste, catedrático de la Universidad de la República y miembro del Frente Amplio. “De esa manera, ganó mucha autoridad. Durante el gobierno de Mujica tuvo mucho prestigio, y por eso este lo apoyó para su cargo actual”, agregó.

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Pero una vez llegado al organismo internacional en 2015, el excanciller demostró su independencia y su coherencia cuando empezó a manifestar sus críticas a Venezuela. Eso le ganó la oposición de su partido y del propio Mujica. En noviembre de ese año el expresidente le escribió una carta sorprendente: “Venezuela nos necesita como albañiles y no como jueces... Lamento el rumbo por el que enfilaste y lo sé irreversible, por eso ahora te digo adiós y me despido”.

Frente a este conflicto, el gobierno de Tabaré Vázquez intentó mantenerse al margen. Pero en la última semana, el mandatario salió a defender el voto de Uruguay contra Venezuela en la OEA. Entre tanto, Almagro parece dispuesto a seguir desempeñando sus funciones según su conciencia, sin atender a las presiones de sus antiguos correligionarios