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Sin un final a la vista, se cumplen siete años de la inhumana guerra en Yemen
El Banco Mundial advirtió que es urgente la necesidad de actuar para evitar consecuencias como la falta de agua o la disminución de alimentos.
Hace siete años que los rebeldes hutíes se tomaron la capital de Yemen, Saná, en septiembre de 2014, desencadenando una guerra que ha hundido a un país ya empobrecido en la peor crisis humanitaria del mundo.
Pese a algunos esfuerzos diplomáticos para frenar los combates entre los rebeldes apoyados por Irán y el gobierno aliado a Arabia Saudí, no se vislumbra un final del conflicto que ha empujado a millones a la hambruna.
A continuación, algunas preguntas y respuestas sobre la guerra de Yemen, la cual parece que está lejos de resolverse a pesar de una larga duración.
¿Quién va ganando?
Los analistas aseguran que la balanza se inclina a favor de los rebeldes hutíes.
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Arabia Saudita lidera una coalición en apoyo al Gobierno yemení desde marzo de 2015 y sus ataques aéreos permitieron recuperar algunos territorios del sur a los rebeldes, que mantienen gran parte del norte y amplias zonas del oeste.
Pero los hutíes parecen más fuertes que nunca e incluso se atreven a lanzar ataques contra posiciones en Arabia Saudita, haciendo gala de un amplio arsenal de misiles y drones. Los rebeldes controlan firmemente su territorio, mientras que en el campo opuesto nacen disputas entre el Gobierno, incapaz de proveer servicios básicos, y separatistas del sur que piden más influencia política.
“Después de siete años, vemos un gran cambio en el equilibrio de poder con el bando antihutí fragmentado”, dijo a la AFP Maged al-Madhaji, del instituto Sanaa Center, en la capital yemení.
¿Cuál es la principal batalla?
Pese a reveses en los últimos meses, los hutíes insisten en tomarse Marib, la última ciudad del norte en manos del Gobierno, que intentaron tomar en febrero, causando cientos de muertes en ambos lados. Hacerse con esa ciudad en una provincia rica en petróleo fortalecería su posición en las negociaciones de paz con la ONU.
Para Peter Salisbury, analista de International Crisis Group, los hutíes “han pasado de ser un movimiento rebelde relativamente controlado a ser autoridad de facto que controla la capital y un territorio con 20 millones de habitantes”.
Además, están curtidos en batallas con seis guerras contra el gobierno de Yemen entre 2004 y 2010, y choques transfronterizos con Arabia Saudita en 2009 y 2010. “Mientras haya la batalla por Marib, los combates continuarán en todo el país”, dice Madhaji.
¿Qué hace la ONU?
El sueco Hans Grundberg asumió esta semana la función de nuevo enviado de la ONU en Yemen después de que su predecesor Martin Griffiths dijera que los esfuerzos de los últimos tres años fueron “en vano”.
Su principal desafío será “encontrar una fórmula para un alto el fuego que los hutíes puedan aceptar para iniciar un proceso de paz”, dijo Elisabeth Kendall, investigadora de la universidad de Oxford.
Las últimas negociaciones tuvieron lugar en Suecia en 2018. Ambas partes acordaron un intercambio masivo de prisioneros y evitar los combates en la ciudad de Hodeida, cuyo puerto es una cuerda salvavidas para el país. Sin embargo, desde entonces hubo choques entre los dos bandos alrededor de esa ciudad, lo cual, sin dudas, dificultó aún más la labor en el país.
¿Es posible la paz?
La paz en Yemen es escurridiza. “Sin un considerable esfuerzo a nivel local, ningún acuerdo de paz cerrado a nivel internacional arraigará”, dijo Kendall.
Madhaji tampoco ve señales para el optimismo. “La situación se empeorará este año y el siguiente si ningún bando se siente más fuerte que el otro. Y el bando fuerte no suele inclinarse a la paz”, advierte.