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Lula se la juega desde la cárcel

Aunque lleva ya varias semanas detenido, el expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, sigue dando de qué hablar. Desde la cárcel y por medio de una carta, envió a sus seguidores un mensaje de aliento para que sigan apoyando su campaña, la cual sigue viva sin importar que esté tras las rejas.

3 de mayo de 2018
| Foto: AFP

Lula da Silva escribía desde Curitiba, donde está preso, que veía "con tristeza el momento en el que la democracia está incompleta, con un presidente que no fue elegido por el pueblo". Y su escudera Dilma Rousseff lo secundaba diciendo: “libre o preso, Lula será el próximo presidente de Brasil".

Pese a que desde abril Lula cumple en prisión una condena de 12 de años por corrupción y lavado de dinero, la expresidenta reivindicó en Buenos Aires la lucha de su partido, el de los Trabajadores. Invitada a la Feria del Libro de la capital argentina, Rousseff presentó allí La verdad vencerá, un libro escrito por el propio Lula.

“Él no es solo una persona física, es una idea y se ha convertido en un símbolo de Brasil, en el de las oportunidades para que el pueblo pueda crecer", dijo Rousseff acompañada, entre otros, por miembros de la oposición argentina y por el expresidente de Colombia, Ernesto Samper. "Temo por la vida de Lula, temo por la comida que ingiere y el agua que toma, temo porque impidieron que lo visite un médico", aseguró la destituida expresidenta, acusada de violar normas fiscales para maquillar las finanzas del país.

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Aunque en el Partido de los Trabajadores (PT) saben que el Tribunal Superior Electoral (TSE) podría tumbar la candidatura de Lula basándose en la ‘Ley de Ficha Limpia’, la cual niega el derecho a ser elegido a cualquiera que haya sido condenado en segunda instancia (como es el caso de Lula), en el PT mantienen el optimismo y aseguran que para agosto, mes en el que se deben inscribir las candidaturas, el nombre del expresidente estará en la tarjetón electoral. “Lula seguirá siendo nuestro candidato, encarcelado o no", dijo Alexandre Padilha, quien fuera ministro de Relaciones Institucionales de la administración Lula y de Salud en la de Rousseff.

En la carta publicada, Lula también recogió el sentir de sus seguidores al destacar que "el país sufrió con la reforma del gobierno de Michel Temer el más duro golpe en los derechos conquistados por los trabajadores a lo largo del siglo XX". Las recientes apariciones en público de los dirigentes del PT vienen después de que dos personas resultaran heridas en la madrugada del sábado por un tiroteo contra participantes del campamento “Lula Libre” en Curitiba, las cuales permanecen allí desde el 8 de abril. En el lugar de los hechos, donde acampan cerca de 300 personas, los forenses encontraron varios casquillos de bala de una pistola 9 milímetros.

La policía abrió una investigación al respecto mientras la presidenta del PT, la senadora Gleisi Hoffmann, recordó que a finales de marzo pasado, en medio de una caravana en la que Lula desfilaba por el sur de Brasil, uno de los autobuses recibió impactos de bala cuando pasaban por la localidad de Quedas de Iguazú. “Lo hacen para intimidar, para que abandonemos la lucha. Es fascismo”,  dijo Hoffmann.

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Ese tipo de acciones han ocurrido en un contexto en el que Lula aparece como favorito en todas los sondeos de cara a las elecciones de octubre. Solo en la más reciente encuesta, realizada por el Instituto Datafolha y publicada a mediados de abril, el líder del PT saca una amplia ventaja en todos los escenarios frente a su más cercano competidor, el ultraderechista Jaír Bolsonaro, conocido como el Trump brasileño.

Según Datafolha, la intención de voto hacia Lula bajó del 37 por ciento al 31 por ciento respecto a los datos publicados en enero, pero eso no ha amilanado a sus potenciales votantes; ellos mantienen a Lula 15 puntos por encima de Bolsonaro, teniendo en cuenta que la medición  fue realizada apenas unos días después de que Lula fuera a parar a la cárcel. De hecho, de acuerdo con la encuesta, la única forma para que Bolsonaro sea la primera elección de los brasileños, es que Lula desaparezca de la contienda o lo reemplace Jacques Wagner o Fernando Haddad, otros opcionados del PT.

Lula, Rousseff y sus seguidores se presentan como la esperanza de vivir en un Brasil que, como ya demostraron durante 13 años de gobierno, puede acabar con la pobreza y el hambre en los que estaba sumida parte de la población antes su gobierno. Pero nada indica que puedan desligarse de la corrupción en un país lleno de variables políticas y económicas proclives a los sobornos y a las intrigas, muchas de ellas relacionadas al mismo Partido de los Trabajadores que ellos lideran.

El plazo límite para que el TSE se pronuncie sobre el futuro político de Lula es el 17 de septiembre. Si se cumplen los tiempos, es probable que la justicia brasileña concluya algo definitivo antes de esa fecha. Si alarga su decisión y espera a que Lula siga en campaña desde la cárcel, el pueblo brasileño seguirá dando indicios de irse a los extremos (Lula y Bolsonaro) sin una opción diferente que de luz sobre el oscuro pasado que aún ensombrece al país federado.