En medio de una cloaca llena de aguas residuales viven los refugiados de un campamento de la ONU en Sudán Del Sur. Después de escapar del conflicto étnico que sufre el país, los sobrevivientes ahora deben enfrentarse a la hambruna y muchos tienen que dormir de pie para evitar que los niños caigan a las aguas negras.
El grupo humanitario Médicos sin Fronteras denunció que las condiciones del campamento, "son una afronta a la dignidad humana". Y solicitaron que se establezca un campo seco dentro del campamento para que los habitantes puedan vivir.
El conflicto interno de Sudán Del Sur se recrudeció en diciembre del año pasado cuando el actual presidente, Salva Kiir, acusó a su vicepresidente Riek Machar de planear un golpe de estado.
Después de salvarse de un intento de asesinato, Machar huyó a la selva junto con una milicia rebelde llamada Movimiento de Liberación del Ejército Popular de Sudán. Desde entonces el país se encuentra una cruel guerra civil.
El conflicto ha generado la peor crisis alimenticia de la actualidad. Según la ONU hay 1,3 millones de personas en niveles de inseguridad alimentaria severa.
También hace pocos días los Cascos Azules evacuaron a unos 220 miembros de las Naciones Unidas y otras ONG que se vieron amenazados tras combates en la ciudad de Bunj.
Todo esto sucede en medio de los diálogos de paz entre el gobierno y los rebeldes que se realizan en Etiopia. El 10 de julio se llegó a un acuerdo entre ambas partes para en 60 días lograr un gobierno de transición. Pero a poco de que se cumpla la fecha, los enfrentamientos y los números de muertos siguen en aumento.
Sudán Del Sur es la nación más joven del mundo. Desde su creación en 2011, el país ha vivido tensiones y conflictos entre las etnias Dinka y Nuar. Además se han registrado constantes violaciones a los derechos humanos y masacres perpetuadas por ambos bandos.