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¿Superdotado? La historia del niño que con 2 años aprendió a leer solo: “mami, estoy contando en mandarín”

La asociación, de la que ahora hace parte el menor británico, solo acepta a quienes demuestran que su coeficiente intelectual es superior.

24 de enero de 2023
El niño aprendió a leer cuando tenía dos años (imagen de referencia).
El niño aprendió a leer cuando tenía dos años (imagen de referencia). | Foto: Getty Images / RichVintage

Reino Unido es cuna de un niño que es noticia en los últimos días, luego de conocerse su historia y que fue aceptado en la asociación Mensa (que alberga a personas cuyo coeficiente intelectual está por encima del promedio). Su nombre es Teddy quien, con cuatro años, es el integrante más joven de ese organismo.

Su historia no solo llena de orgullo a Beth Hobbs, sino que ha pasado a ser un relato lleno de asombro, principalmente por el hecho de que a tan corta edad haya desarrollado esas facultades. Su progenitora contó, en entrevista con la BBC, que su hijo aprendió a leer por su propia cuenta cuando apenas tenía dos años y ahora puede decir que sabe los números hasta 100 en seis idiomas diferentes a su inglés natal.

¿Cómo lo hizo? Según ella, el menor consiguió esa capacidad “viendo la televisión infantil y copiando los sonidos de las letras” y; al término de 26 meses, empezó a dar cuenta de esas habilidades que para algunos lo sitúan, sin lugar a dudas, en un grupo de ‘superdotados’. Hace un año la organización Mensa lo aceptó entre sus miembros selectos, pues para hacer parte se debe presentar una prueba, cuyo resultado debe ser igual o superior a 98.

Unas habilidades ‘excepcionales’

“Comenzó a trazar las letras y cuando lo enviamos de regreso a la guardería, después del cierre por la covid-19, les dijimos a los profesores que pensábamos que había aprendido a leer por sí mismo”, relata Hobbs sobre el momento en que notó que su pequeño tenía unas aptitudes particulares.

La madre contó al medio británico que en una ocasión la contactaron de la guardería y que se habían dado cuenta también de que el niño estaba en un nivel superior al de sus demás compañeros. “Recibimos una llamada telefónica de la guardería, que había enviado a un maestro de preescolar para verificarlo y que dijo ‘¡sí, puede leer!’”.

El asombro la invadió cuando alguna vez escuchó a Teddy emitir sonidos que le resultaban a ella incomprensibles; sin embargo, cuando le preguntó al menor de qué se trataba la respuesta la dejó todavía más estupefacta.

Para ingresar a la asociación Mensa, el aspirante debe tener una puntuación igual o superior a 98 en una prueba de inteligencia (imagen de referencia).
Para ingresar a la asociación Mensa, el aspirante debe tener una puntuación igual o superior a 98 en una prueba de inteligencia (imagen de referencia). | Foto: Getty Images / Peter Dazeley

“Estaba jugando en su tableta, haciendo estos sonidos que simplemente no reconocí, y le pregunté que qué era, y dijo: ‘Mami, estoy contando en mandarín’”, agregó Hobbs, según recopiló BBC.

¿Qué confunde al pequeño?

Algo que en este momento desconcierta al niño, es la razón por la que a sus amigos se les dificulta (pese a tener edades similares) leer; no obstante, según esta madre, Teddy ha aprendido a comprender que todos tienen aptitudes diferentes. Es, además, una posición compartida por su progenitora, quien quiere que este tenga una infancia normal en la medida de lo posible.

A sus tres años fue admitido en una asociación para personas con alto coeficiente intelectual (imagen de referencia).
A sus tres años fue admitido en una asociación para personas con alto coeficiente intelectual (imagen de referencia). | Foto: Getty Images / pinstock

“Si puede hacer estas cosas, entonces está bien, pero él lo ve como ‘sí, puedo leer, pero mi amigo puede correr más rápido que yo’, por lo que todos tenemos nuestros talentos individuales”, apuntó la mujer, tras la respuesta de Teddy.

Abuelita accedió a un programa del gobierno panameño para su alfabetización.
Abuelita accedió a un programa del gobierno panameño para su alfabetización. | Foto: Ministerio de Desarrollo Social de Panamá / Twitter @MIDESPma

A pesar de que el comienzo de su proceso fue un desafío, el resultado valió la pena y más aún el hecho de dejar atrás los prejuicios para aprender. “Si yo pude, todos pueden” es la consigna de la centenaria, cuya vida la dedicó a las labores del campo, a lo que se sumó la imposibilidad de acceder en su tiempo a un colegio.

Las clases a Felipa fueron como las que un niño recibe: primero los números y las vocales para luego pasar a la escritura de ciertas palabras. Finalmente, la abuelita logró escribir su nombre y defenderse con algunas sumas y restas.