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“Talibanes están tratando de gobernar matando a niños pequeños y ancianos”
Masoud Andarabi, exministro del Interior de Afganistán, denunció las prácticas en las que supuestamente están incurriendo estas personas una vez se tomaron el poder.
Masoud Andarabi, exministro del Interior de Afganistán, denunció la manera en que supuestamente están gobernando los talibanes una vez se tomaron el poder. “Los talibanes están tratando de gobernar a la gente aterrorizando, matando a niños pequeños y ancianos”, dijo Masoud Andarabi en un tuit, junto con imágenes muy fuertes de un bebé y un niño pequeño que supuestamente fueron asesinados por los insurgentes. “En Andarab, los talibanes han estado llevando a cabo registros injustificados de hogares, capturando a personas sin razón ni justificación y matando a ciudadanos inocentes. Como resultado, la gente ha tenido que levantarse contra su brutalidad para proteger su vida, honor, dignidad y propiedad”, agregó.
Andarabi fue despedido en marzo por el ahora expresidente de Afgnistán Ashraf Ghani en medio de una serie de ataques contra las fuerzas de seguridad del país y en medio de diferencias notables por el manejo de la situación. Ahora, el tiempo parece darle la razón al exministro, toda vez que los talibanes se tomaron el poder el 14 de agosto.
Y es que la desesperación aumentó este miércoles entre los miles de afganos dispuestos a todo para huir del nuevo régimen talibán, después de que el presidente estadounidense, Joe Biden, confirmara que las evacuaciones desde el aeropuerto de Kabul terminarán la próxima semana. Miles de afganos se agolpan desde hace días a las puertas del aeropuerto, custodiado por más de 6.000 soldados de Estados Unidos, con la esperanza de subir a uno de los vuelos fletados por los países occidentales.
Pese a una situación especialmente caótica, 82.300 personas ya fueron evacuadas en aviones de Estados Unidos o de sus aliados desde el 14 de agosto, la víspera de la entrada de los talibanes en Kabul y de su regreso al poder, indicó la Casa Blanca. Las operaciones se intensificaron en las últimas horas. Casi 19.000 personas en total fueron evacuadas en 24 horas entre el martes y el miércoles. Entre ellos muchos temen por su vida, a menudo porque trabajaron para el gobierno derrocado o para las fuerzas de la OTAN en las últimas dos décadas de guerra.
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Durante una cumbre telemática el martes con sus homólogos del G7, Biden descartó prolongar más allá del 31 de agosto la presencia militar en Afganistán, una posibilidad que se llegó a plantear para permitir finalizar la operación de evacuación. “Estamos en camino de terminar el 31 de agosto” la “misión” que busca “sacar gente de la forma más eficiente y segura”, declaró el presidente estadounidense, presionado por varios líderes europeos para extender la presencia.
Pero el respeto del plazo “depende” de la cooperación de los talibanes para permitir llegar al aeropuerto a quienes quieren salir del país, subrayó Biden. En su comunicado final, el grupo del G7 también urgió a los talibanes, que regresaron al poder tras ser derrocados en 2001 por una coalición liderada por Estados Unidos, a “garantizar un paso seguro” a quienes quieren marcharse.
Biden había fijado la fecha del 31 de agosto para la retirada de las tropas extranjeras, después de evocar en un primer momento la fecha simbólica del 11 de septiembre, cuando se cumple el 20º aniversario de los atentados de 2001.
“Riesgo de un ataque”
Varios países aliados habían advertido que la fecha del 31 de agosto no permitiría evacuar a todo el mundo, máxime cuando, para que la retirada sea efectiva ese día, la operación debe interrumpirse antes. Francia lo hará el jueves por la noche, anunció.
Biden justificó su decisión de no extender la misión en el “agudo y creciente riesgo de un ataque” del grupo yihadista Estado Islámico (EI) en el aeropuerto. Los talibanes habían reiterado poco antes su “firme” oposición a cualquier prolongación de las evacuaciones, una “línea roja” para el movimiento fundamentalista.
Durante una rueda de prensa, su portavoz Zabihullah Mujahid acusó a Washington y a sus aliados de vaciar el país de su personal cualificado, como ingenieros y doctores, que trabajaron con los occidentales. “Tienen aviones, tienen el aeropuerto, deberían sacar a sus ciudadanos y contratistas de aquí”, pero “no deberían incitar a los afganos a huir”, dijo Mujahid. “Este país necesita su experiencia”, agregó.
Muchos afganos citadinos e instruidos temen que los talibanes instauren el mismo régimen fundamentalista que cuando gobernaron entre 1996 y 2001, especialmente brutal para las mujeres. La canciller alemana, Angela Merkel, estimó el miércoles que la comunidad internacional debe seguir “dialogando con los talibanes” para preservar los logros conseguidos en Afganistán, como un mejor acceso al agua potable y una menor mortalidad infantil.
Inquietud sobre la economía
Los talibanes saben que deben apoyarse en las estructuras administrativas existentes, ya que no cuentan con el bagaje necesario para gobernar solos y, sobre todo, reactivar una economía devastada por la guerra y muy dependiente de la ayuda internacional.
Fuera de Kabul, en las zonas rurales y en algunas ciudades, la gente respira por el final de décadas de guerra, pero las mujeres y las minorías étnicas temen por su futuro. En algunos lugares, los islamistas han segregado a hombres y mujeres en el trabajo o en la escuela. Durante su anterior régimen, las mujeres no podían ni trabajar ni estudiar. “La actitud de los talibanes es más flexible de lo que la gente esperaba”, pero a muchos “les inquieta la economía”, aseguró un cooperante en Jost (sureste), una región más conservadora que la capital.
Los talibanes no han formado aún un gobierno, ya que dicen esperar a la salida de las tropas extranjeras. Sin leyes válidas en todo el territorio, estas son diferentes dependiendo de la región. Los islamistas se esfuerzan en presentarse como más moderados ante la población y la comunidad internacional, aunque sin lograr realmente convencer. En el puesto fronterizo de Chaman, en Pakistán, afganos refugiados desde hace años esperan para regresar a su país, al estimar que los talibanes trajeron consigo lo que ellos más anhelaban: la paz.
Originario de Ghazni, provincia ubicada más al norte, Wali Ur Rahman afirmó que está “feliz” de regresar. “Estaremos mucho mejor allá”, añadió el hombre, una opinión lejos de ser compartida por sus compatriotas bloqueados en el aeropuerto de Kabul.