Conflicto
Tambores de guerra en Ucrania
Con el paso de los días, la tensión en la frontera entre Rusia y Ucrania se intensifica y la posibilidad de que estalle un conflicto es cada vez más real. Está en manos de la comunidad internacional evitarlo.
Hace años que el mundo no es testigo de un posible conflicto en la que hay tanto en juego. Este parece ser el caso de lo que ocurre hoy en día en Ucrania, una nación que está entre la espada y la pared desde 2014. En ese año, después de multitudinarias protestas, el Gobierno prorruso empacó sus maletas para darle lugar a uno más cercano a la Unión Europea y a la Otan, algo que a Vladímir Putin, el presidente ruso, nunca le ha gustado.
Con el mundo poniendo los ojos encima, Rusia parece esquiva a la opción diplomática mientras no se cumplan sus condiciones: que se asegure que Ucrania no entre en la Otan y que Estados Unidos saque sus tropas de Europa del Este, algo que los norteamericanos negaron tajantemente. “No hay cambio. No ha habido nunca cambio”, dijo Antony Blinken, secretario de Estado. Reiterando el compromiso de la nación con “la soberanía y la integridad territorial de Ucrania”.
De igual manera, todo el mundo parece preparado para el peor escenario. En la misma conferencia de prensa, Blinken declaró que Estados Unidos está listo para todo, así como hacia una petición a Rusia de desescalar el conflicto de inmediato, algo que –por ahora– parece lejano. Es tal la advertencia de un conflicto casi inminente, que Estados Unidos les pidió a sus ciudadanos y funcionarios que evacuaran lo más pronto posible el territorio ucraniano, ejemplo que también siguió Canadá al evacuar a las familias de sus funcionarios.
Todo esto se ve reforzado con las declaraciones de la vicesecretaria de Estado de Estados Unidos, Wendy Sherman, al afirmar que todo parece indicar que Putin “hará uso de la fuerza militar en algún momento, quizás entre ahora y mediados de febrero”, dijo en una rueda de prensa.
La pregunta que se hace todo el mundo ahora es ¿qué medida tomará Vladímir Putin? Porque lejos de cumplirse sus condiciones, parece que la invasión a Ucrania está tomando fuerza. Aunque el Gobierno ruso ha negado cualquier intención de una agresión a su país vecino, da todas las señales contrarias posibles.
Por ejemplo, hasta el momento, el Ejército ruso ha movilizado a más de 100.000 hombres a la frontera con Ucrania, los cuales están ubicados estratégicamente y preparados para cualquier orden que venga desde el Kremlin. Así mismo, las tropas vienen acompañadas de un armamento de la más alta tecnología, entre los que destacan aviones, tanques, cañones y demás elementos bélicos.
Mientras tanto, aunque desde Ucrania se han sumado a la voz de múltiples expertos acerca de la imposibilidad que tendría el Gobierno de Putin de una guerra a gran escala, otras advierten el peligro. “La cantidad de tropas rusas acumuladas a lo largo de la frontera de Ucrania y en los territorios ocupados es grande, representa una amenaza, una amenaza directa para Ucrania”, dijo el canciller de ese país, Dmytro Kuleba.
Una de las hipótesis de Ucrania y de parte de la comunidad internacional es que parece poco probable que Putin y su ejército invadan la totalidad del país, si no más bien, logren control de las zonas fronterizas con mayor influencia rusa, como la región del Donbás, que desde 2014 vive en conflicto entre las fuerzas ucranianas y rebeldes prorrusos apoyados directamente por el Kremlin.
Las posibilidades de evitar el conflicto están en manos de la comunidad internacional y de su capacidad de persuadir a Putin mediante la amenaza de duras sanciones económicas que pueden hacer que una invasión, por más pequeña que sea, tenga un gran costo financiero para el régimen ruso. Aunque estas sanciones no evitaron la anexión de la península de Crimea en 2014, pero las de ahora parecen que serán mucho más severas si llega a existir la guerra.
Esta es la narrativa que se vive en Rusia, donde pareciera a primera instancia que el afán invasor de Putin no es más que un invento de Occidente y que todas las charlas acerca del conflicto en la frontera se están discutiendo básicamente gracias a la injerencia de la Otan, la Unión Europea y Estados Unidos.
El problema que surge con las declaraciones cuasi fantasiosas de los funcionarios del Kremlin es que se ignoran todos los informes que ha publicado no solo la inteligencia estadounidense, sino también agencias de otras partes del mundo que llegan a una sola conclusión: no hay duda de que Rusia tiene intenciones de invadir Ucrania en el corto, o máximo, mediano plazo y parecen decididos a ello, teniendo un plazo probable de uno o dos meses antes de que inicie la ofensiva.
La única salida plausible para intentar evitar la guerra parecen ser los diálogos de paz entre los involucrados junto a distintos actores internacionales, pero cualquier intento ha fracasado hasta el momento. Por ejemplo, el portazo que le dio el Gobierno de Biden a las exigencias de los rusos fue solo una pequeña muestra de lo lejos que parece estar una salida negociada al conflicto.
Sin embargo, a pesar del espíritu negativo que existió en principio en las conversaciones entre países, tanto Rusia como Ucrania se comprometieron a llevar a cabo en el corto plazo un alto al fuego entre los rebeldes prorrusos y las tropas ucranianas en la región del Donbás, como un acuerdo entre las partes para alejar los aires de guerra de la región.
La posibilidad de que todo el conflicto se maneje a través del diálogo y de los acuerdos pacíficos está en las manos de Rusia, ya que si bien Estados Unidos se negó a cumplir las peticiones de los rusos, dieron opciones de una salida conversada. “Preferimos la diplomacia y estamos preparados para avanzar donde hay posibilidades de comunicación”, afirmó Blinken.
La primera petición de la Otan es que Rusia desescale de inmediato el conflicto, lo cual requiere que se retiren tropas no solo de la frontera rusa, sino de otros países donde conserva hombres de manera irregular, como Georgia, Moldavia y la misma Ucrania, movimientos que han sido considerados como serias agresiones a la soberanía de estas naciones, además de ser un peligro para otros países cercanos. El Gobierno de Putin ha prometido que escuchará y valorará las propuestas, todo mientras las campanadas de guerra no paran de escucharse en la frontera ucraniana. El mundo está en alerta.