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Terrorismo doméstico: Una amenaza cada día más real en EE. UU.
El ataque contra el capitolio en Washington el seis de enero dejó en evidencia el poco control que tienen las agencias de inteligencia sobre los grupos extremistas en ese país. Legisladores piden se combata el terror doméstico como al terrorismo internacional.
El Departamento de Seguridad Nacional de los Estados Unidos ha tenido que adaptarse a una triste realidad. Si bien fue creado después de los ataques terroristas del 11 de septiembre del 2001 para combatir el terrorismo internacional, con el paso del tiempo han tenido que prepararse para combatir el terror doméstico. Uno de los episodios que mejor ilustra el nacimiento de ese urgente cambio fue el ataque a latinos en una tienda en El Paso, Texas en el 2019, cuando un hombre armado con un rifle mató a 23 personas, la mayoría hispanos.
Pocas semanas después de la masacre en El Paso, el departamento envió a sus miembros un plan que dejaría claro que el foco de su atención pasaría del extranjero a las amenazas locales. Esa fue también la primera vez que el departamento, que por sus siglas en ingles se conoce como DHS, reconoció públicamente el alcance que tienen grupos de extrema derecha y supremacía blanca en esa nación. E
se memorando interno obtuvo muy poca atención en su momento, pero tras los actos violentos el pasado 6 de enero, cuando una turba compuesta por extremistas de derecha atacó el Capitolio, muchos representantes han pedido que se revise la política interna del DHS para que actos así no se repitan.
Tras el ataque, legisladores demócratas iniciaron una campaña para exigir que se investigue más a los grupos domésticos de terror que a los internacionales, como es el caso del autodenominado Estado Islámico o Al-Qaeda.
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La agencia de seguridad nacional ha estado hasta ahora a cargo de los puertos, las fronteras y los ciberataques, dejando los peligros internos en manos del FBI, pero eso podría cambiar. El DHS tiene ocho veces más funcionarios que el FBI y muchos más recursos, por lo que crece el llamado para que se dediquen a las amenazas internas y externas.
Sin embargo, darle más poder al DHS podría resultar en una violación de los derechos civiles de los estadounidenses, cuyos datos privados en manos de dicha agencia serían tratados como los de posibles sospechosos en el exterior. El cambio les permitiría investigar a individuos que se camuflan bajo la apariencia de patriotas cuyo único interés aparente es el bien de su nación.
El rol del DHS ha sido tan ambivalente a la hora de definir ¨terrorismo doméstico”, que días antes del ataque al Capitolio su inteligencia reportó el peligro inminente, pero nadie actuó al respecto por no ser ese su campo en el mundo de la inteligencia, lo cual está por cambiar.
Para apoyar el cambio de postura ante el terrorismo doméstico, algunos legisladores proponen crear sanciones a grupo extremistas como las que ya existen contra grupos de terror en el exterior. La nueva legislación podría incluir penalidades a quienes apoyen con materiales o fondos a los grupos de terror en los Estados Unidos y las paginas de internet o redes que hagan eco de sus ideas. Los funcionarios además tendrían que ser entrenados para poder trabajar en el territorio nacional y ejercer su autoridad sin violentar los derechos civiles de sus connacionales.
Hoy en día el DHS tiene 6 mil miembros y además de combatir el terrorismo nacional e internacional, los legisladores quieren que aporten a la prevención. Entre las tareas que consideran encomendarles esta la de monitorear grupos de extrema derecha en las redes y la radicalización de algunos individuos, que los convierte en sospechosos.
La intensión es que amplíen sus funciones en todos los estados. Para los expertos en temas de inteligencia, tardaría hasta 5 años actualizar las funciones del DHS para que cumplan con los nuevos requisitos, el problema es que ante la creciente amenaza de terror doméstico, Estados Unidos no puede esperar tanto tiempo.