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¿Todo agotado?: La crisis mundial de suministros
Mientras la economía en el mundo rebota, las cadenas logísticas se ven en aprietos para atender la demanda creciente. No hay contenedores suficientes, el valor de los fletes se disparó y se registran desabastecimientos. ¿Qué pasa?
Hacia 1340, la Ruta de la Seda se acabó por la irrupción de la peste negra en Europa después de que los mongoles enviaran pulgas infectadas con el virus. Hoy, más de 600 años después, la covid-19 parece ser el factor que reorganice las rutas de comercio en el mundo con la crisis de las cadenas de suministros que viene desde Asia.
Los brotes de coronavirus han traído retrasos en las terminales portuarias del planeta no solo por la falta de contenedores, barcos y mano de obra en los puertos, sino también porque cientos de fábricas cerraron por cuenta de la propagación del virus. Es el caso de la marca de ropa Nike que con el cierre de su manufactura en Vietnam no ha podido cumplir con la demanda de sus productos. Este fenómeno se repite en otras reconocidas empresas como H&M o Bed Bath & Beyond.
La pandemia también trajo nuevos intereses para las personas. Productos como las máquinas de ejercicio, la ropa deportiva o los muebles de hogar aumentaron su demanda brutalmente, y las compañías no dan abasto ante el creciente interés por adquirir estos bienes. Todo esto ha mostrado que conceptos como la globalización tienen que entrar en etapa de revisión tras los efectos provocados por una producción varada a un lado de la Tierra y los consumidores afectados al otro extremo.
Asimismo, los problemas de envío no se pueden achacar solo a la pandemia. Otros factores deben tenerse en cuenta como la guerra comercial entre China y Estados Unidos, que redujo en 88.000 millones de dólares las exportaciones desde la potencia asiática hacia Norteamérica; se estima que el impuesto por esta batalla entre ambos países es del 25 por ciento por producto.
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Para expertos económicos, también tiene que ver que China se ha encarecido, con costos por transporte cuatro y cinco veces mayores de lo normal, razón por la cual el envío marítimo llega a ser más caro que el mismo producto.
Por ahora, no hay una solución a corto plazo, ya que los buques encargados para suplir la demanda llegarían en alrededor de 18 meses. No existe capacidad de respuesta por el momento, y hay preocupación para atender la demanda creciente de final de año. Sin embargo, todo este embrollo puede ser una oportunidad de oro para Latinoamérica y, más aún, para Colombia.
Martín Gustavo Ibarra, presidente de la consultora Araújo Ibarra, por la crisis de los envíos en Asia, pronostica que puede ser un impulso para la economía en la región y en el país, particularmente. “Tenemos los puertos marítimos, el mejor aeropuerto de Suramérica y la industria para poder reemplazar a varias partes de la cadena de producción asiática”, dijo.
Se espera que en el continente se pueda hacer la finalización manufacturera de los productos, impulsando la región y sus aliados. “Todo depende del Gobierno y las alianzas estratégicas. Tenemos que vendernos al mundo, y mostrar que somos capaces de hacer esa labor”, añadió Ibarra.
En este punto, la labor de Estados Unidos será vital, pues, en una orden ejecutiva firmada por el presidente Joe Biden, los productos como chips electrónicos, carros o medicamentos farmacéuticos solo podrán ser consumidos si son producidos dentro del mismo país o en alguna de las naciones aliadas, y Colombia es, detrás de México, su socia más cercana. Para acortar distancias y costos de producción y envío, puede ser vital la labor de la industria colombiana a la hora de satisfacer un mundo en recuperación, que pide más y más productos.