REINO UNIDO
Lágrimas de cocodrilo
Por seguir ciegamente a George W. Bush, Tony Blair metió al Reino Unido en una invasión a Irak que no se justificaba.
Por seguir ciegamente a George W. Bush, Tony Blair metió al Reino Unido en una invasión a Irak que no se justificaba. Esta es la principal conclusión del Irak Inquiry (también llamado el Chilcot Report), una investigación publicada esta semana y que tiene al exprimer ministro en uno de los momento más amargos de su vida. Según el informe, en 2003 Blair mandó tropas a ese país de Oriente Medio sin tener la información de inteligencia que probara que el regimen de Saddam Hussein seguía teniendo armas de destrucción masiva. Por el contrario, el mandatario asumió como exactos informes de varios años atrás, y le dio crédito a datos de los que incluso las agencias de seguridad británica sospechaban.
A su vez, el Irak Inquiry concluyó que no se agotaron las vías pacíficas para solucionar el conflicto con Hussein. Por el contrario, indica que Blair y Bush se pusieron de acuerdo para simular que sí lo habían hecho, con el fin de dismunir la presión política sobre Blair, que por ese entonces tuvo que afrontar manifestaciones multitudinarias. Por último, el informe concluye que la incursión no fue suficientemente planeada ni se previeron las implicaciones del posconflicto. De hecho, el informe señala que esa incursión militar en Irak es una de las causas principales de la crisis que tiene incendiada a la región, y señala que ayudó al surgimiento del Estado Islámico. Blair, visiblemente afectado, sustentó sus razones para ir a la guerra y sostuvo que “volvería a tomar la misma decisión”. Los familiares de los 179 soldados británicos muertos anunciaron su intención de demandarlo.