Reino Unido
Tres días de hospitalización y la peor experiencia de su vida: mujer ingirió por accidente excremento de su perro
El animal transmitió a la dueña una infección gastrointestinal que estaba padeciendo en el momento en que ocurrió el extraño y desagradable hecho.
Accidentes domésticos pueden existir todos los días, pero realmente ninguno tan desagradable como el ocurrido a una mujer de 51 años en el Reino Unido. Relatado por medios internacionales, cuentan la curiosa historia de Amanda Gommo, una mujer que estuvo al borde de la muerte por una enfermedad gastrointestinal adquirida luego de que ingiriera, de la manera menos imaginable, las heces de su mascota, un perrito chihuahua.
La historia, como sacada de un libro de hechos extraordinarios de Ripley, comenzó cuando Gommo, una amante de los animales, disfrutaba de una plácida tarde de siesta, abrazada a su mascota, un pequeño perro, propiedad de su hija, sin sospechar que el animalito se encontraba padeciendo una lamentable enfermedad gastrointestinal que lo tenía con diarrea.
La forma en la que la mujer se enteró de la situación de salud del animal, sin duda no fue la más afortunada. Su plácida siesta se vio interrumpida por un ‘mal sabor de boca’, que al despertar se encontró en medio de una asquerosa escena, pues el perro, que sufrió una ‘diarrea repentina’, había defecado en su rostro y parte de los excrementos habían caído en su boca, al encontrarse durmiendo con ella abierta.
En medio del asco normal que podía despertar la escena, por el mal olor y el mal sabor de boca, Amanda Gommo comenta que debió acudir al baño por un largo rato, buscando no solo asearse para quitarse las heces de su rostro y boca, sino para vomitar en varias ocasiones, debido a la repulsión natural que le despertó lo sucedido.
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“Sentí que algo salía a chorros en mi boca”, relató la mujer en declaraciones recogidas por el medio estadounidenses The New York Post, admitiendo que duró un largo rato intentando deshacerse del olor del excremento de su mascota llamado Belle.
“Fue repugnante y estuve vomitando violentamente durante horas después. Simplemente, no podía quitarme el sabor de la boca”, admitió la mujer, que pensó que el hecho podría quedar simplemente como tristemente anecdótico, el peor de su vida, pero sin imaginar que su situación podría complicarse aún más.
Más allá del asco derivado del hecho, la preocupación por la salud del perro y su ‘diarrea repentina’ despertó preocupación en la familia, motivándolos a llevar a Belle al veterinario, donde los especialistas les confirmaron que el animal estaba siendo objeto de un fuerte y desagradable virus estomacal, por lo que era necesario medicarlo.
En medio de la coyuntura, y tras conocer que el perro estaba enfermo, Gommo afirma, según recoge el New York Post, que también comenzó a presentar una sintomatología similar a la del animal, obligándola a recurrir a los especialistas para que su salud fuera evaluada.
Aunque inicialmente los médicos recomendaron la ingesta de tres analgésicos y el consumo de mucha agua, advirtiendo que podría contraer alguna enfermedad o infección derivada del ‘particular’ contacto con los desechos del animal, estos no fueron suficientes para contener las afectaciones. Tan solo 48 horas después de haber vivido la desagradable experiencia con Belle, Amanda debió ser internada en un hospital.
La mujer afirma que comenzó a sentir fuertes calambres en el estómago, que se fueron extendiendo progresivamente por todo su cuerpo, mientras que su grado de deshidratación llegó a puntos peligrosos debido a su recurrente asistencia al baño.
“Estaba tan deshidratada por estar enferma y tener diarrea que mis riñones se habían reducido a la mitad de su tamaño”, explicó la mujer, en declaraciones replicadas por el New York Post.
Tras ser nuevamente valorada por los especialistas, estos le diagnosticaron el padecimiento de una severa infección gastrointestinal, confirmando que esta había sido adquirida vía oral, a través de las heces del animal.
Tras tres días recluida en el hospital, en medio de un estricto tratamiento para eliminar el virus y rehidratarla, la mujer pudo regresar a casa.
En declaraciones recogidas por el referido medio estadounidense, y tras haber superado ya el ‘peor episodio de su vida’, la mujer bromeó. Apuntó que su historia clínica ahora dice que “había sufrido una infección gastrointestinal causada por un perro que defecaba en mi boca” y señaló que los mismos médicos habían afirmado que podría tratarse de un caso realmente único en la historia de la medicina.
Pese al drama, la familia de Amanda ha apuntado que tanto ella como el perro han regresado a casa y que, de momento, la práctica de la siesta en compañía de la mascota ha quedado suprimida, así como los ha llevado a replantear muchas actitudes y permisos que se daban con el perro. A sus ojos resultaban ‘normales’, pero han podido evidenciar que son peligrosos, aun cuando lo sucedido sea realmente excepcional.
“Aún la amo con todo mi corazón”, afirma Gommo cuando se le pregunta por la mascota, aclarando que no volverá a dormir con el animal.