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Trump intentó derrocar a Maduro: revelan una presunta operación secreta que pretendía acabar con la dictadura venezolana
Los detalles del presunto derrocamiento fueron contados en exclusiva a la revista ‘Wired’ por ocho funcionarios de la administración Trump.
Una de las revistas más relevantes de Estados Unidos acaba de publicar un extenso artículo en el que habla de lo que habría sido un intento fallido de la administración Trump para derrocar al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro.
Según la publicación exclusiva del diario Wired, durante algún tiempo, el expresidente Donald Trump estuvo buscando la forma de expulsar a Maduro del poder, un presidente aliado de Cuba y Rusia que representaba un “peligro” para la región; incluso el exmandatario había considerado públicamente la posibilidad de ejercer la fuerza.
Durante el último discurso que pronunció Maduro ante la ONU, Trump se mostró preocupado por la situación en Venezuela y la calificó como una “tragedia humana”, haciendo referencia también a la decadencia provocada por el comunismo y el socialismo, según sus propias palabras.
Las sanciones no se hicieron esperar en el gobierno Trump, sobre todo contra miembros del círculo íntimo de Nicolás Maduro, como muestra de diferencia absoluta con la idea de un régimen como el venezolano en la región latinoamericana.
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El diario Wired narró con detalle cómo Donald Trump quería a Maduro fuera del mapa. Después de la Asamblea General de la ONU de 2018, Trump intensificó su esfuerzo por cumplir esa meta, sobre todo para aislar al presidente venezolano imponiendo sanciones adicionales, algo que se desarrolló en público.
Sin embargo, hay una faceta secreta que reveló el diario Wired que habla de la presunta campaña norteamericana para cambiar el régimen: una iniciativa encubierta dirigida por la CIA para ayudar a derrocar a Maduro. Se trató de una campaña que incluía una operación de sabotaje digital contra el régimen.
Wired pudo confirmar, según fuentes de alto nivel de la administración Trump, que ese esfuerzo secreto para sacar a Maduro del poder dejó al descubierto una fuerte tensión entre un ala centrada en derrocar al autócrata venezolano y una CIA que se mostraba, según el artículo, renuente, pero obligada a lo que ordenara la Casa Blanca.
Según el artículo, el 23 de enero de 2019, el líder opositor venezolano Juan Guaidó se autoproclamó presidente interino de Venezuela con el respaldo de la Asamblea Nacional, en respuesta a la percepción de que el presidente Nicolás Maduro había violado la constitución. Este acto simbólico movilizó a miles de venezolanos y captó la atención internacional, especialmente de Estados Unidos.
Además del respaldo diplomático, Estados Unidos inició esfuerzos encubiertos para debilitar al régimen de Maduro. La CIA, a petición de la administración Trump, creó un grupo de trabajo para Venezuela, con el objetivo de desarrollar estrategias de inteligencia y operaciones cibernéticas que permitieran recopilar información sensible.
Este equipo de inteligencia comenzó a planificar ataques a las redes de comunicación e infraestructura del Gobierno venezolano, marcando un cambio significativo en la prioridad de Venezuela dentro de los intereses de seguridad nacional de Estados Unidos.
Wired aseguró en su investigación que el programa secreto de la CIA en Venezuela, diseñado para apoyar la democracia, fue criticado internamente por su falta de precisión y efectividad, siendo calificado por un exfuncionario como “la estupidez más vergonzosa de la historia”.
Algunos miembros de la administración Trump veían la iniciativa como vaga y carente de dirección, en contraste con los esfuerzos más transparentes de Usaid. La crisis humanitaria en el país y la legitimidad de Guaidó como líder de la oposición hicieron que el programa pareciera innecesario para varios funcionarios.
Algunos funcionarios de la era Trump, ejecutivos de la CIA, incluida su directora Gina Haspel, se oponían abiertamente a las órdenes del Gobierno. Haspel “nunca se comprometió a hacer nada agresivo en Venezuela porque todavía pensaba que éramos unos estadounidenses feos”, según un alto funcionario de ese periodo. Haspel no comentó al respecto.
Algunos miembros del Gobierno impulsaron la idea de que fuerzas especiales de Estados Unidos realizaran sabotajes en Venezuela, pero tanto la inteligencia como el Pentágono rechazaron tajantemente la presencia de tropas estadounidenses en el territorio, y esas opciones fueron finalmente descartadas.
Con el paso del tiempo, figuras influyentes como John Bolton intentaron mantener a Trump enfocado en la destitución de Maduro. Bolton menciona en sus memorias que, en una llamada telefónica a finales de enero de 2019 con Juan Guaidó, Trump le prometió al líder opositor que lo ayudaría a “derrocar a Maduro”.
Durante esa conversación, Trump también mostró interés en el petróleo venezolano, un recurso clave en los planes de Estados Unidos. Sin embargo, a medida que se desarrollaban las estrategias, la confianza de Trump en Guaidó empezó a debilitarse, según The Wired.
Trump comenzó a dudar de la capacidad de Guaidó para liderar el país, percibiéndolo como “débil” frente a la “fuerza” que atribuía a Maduro, según Bolton. Esa percepción llevó a Trump a comparar a Guaidó con el político estadounidense Beto O’Rourke, sugiriendo falta de determinación en el opositor venezolano. Esta impresión se hizo más evidente cuando, a inicios de marzo de 2019, Trump le confesó a Bolton que Guaidó “no tiene lo que se necesita”.
La desconfianza de Trump reflejaba su impaciencia con los avances en la campaña para sacar a Maduro del poder y su decepción en las capacidades del equipo de Guaidó. Aunque al principio apoyó la causa, con el tiempo sus dudas sobre la efectividad de los esfuerzos y de Guaidó mismo se hicieron más notorias.
Finalmente, Wired aseguró en exclusiva —tras una investigación que incluía testimonios de altos cargo— que el 30 de abril de 2019, Guaidó lanzó la Operación Libertad para intentar derrocar a Maduro, llamando a los militares a desertar y convocando a protestas masivas. La administración Trump llegó a pensar que Maduro estaba a punto de abandonar el poder, posiblemente huyendo a Cuba.
Sin embargo, el plan fracasó debido a problemas de comunicación y falta de confianza entre la oposición y algunos colaboradores ambiguos de Maduro. A último momento, funcionarios clave retiraron su apoyo, las deserciones militares esperadas no ocurrieron, el tribunal supremo vaciló y las protestas no lograron su objetivo.