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Cinco claves para entender por qué Trump no logró reformar el sistema de salud

El viernes no fue cualquier día para el presidente de EE.UU., ni para el Partido Republicano. Fue el día en que Trump se enfrentó a su primera gran prueba política como jefe del gobierno y la perdió. ¿Cómo sucedió? ¿Y cuáles serán las consecuencias?

26 de marzo de 2017

¿Qué tan mala fue la derrota del viernes de la ley de reforma de salud del presidente Donald Trump en la Cámara de Representantes de Estados Unidos? Mala. Muy mala.

Aunque después de una tumultuosa semana en Washington, es bueno dar un paso atrás para ver todo con un poco de perspectiva.

Por primera vez en 11 años, los republicanos asumieron el control de la presidencia del país y de las dos cámaras del Congreso.

Los republicanos aventajan a los demócratas en la Cámara de Representantes por 44.

Por siete años, los republicanos han pedido abiertamente la derogación de las reformas en el sistema de salud impulsadas por Barack Obama durante su presidencia, conocidas como Obamcare.

Así que el Proyecto de Ley de Reforma de Salud se había convertido en algo más que la primera pieza de legislación importante impulsada por una Casa Blanca y un Congreso controlado por los republicanos.

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La reforma también era una primera prueba política clave que llegaba justo cuando Trump debería estar en el punto más fuerte y sólido del ejercicio del poder y como agente de cohesión de su partido.

Pero, aún así, ni Trump, ni Paul Ryan (el líder de la Cámara de Representantes), ni los republicanos que han asumido las riendas de Washington, pudieron cumplir con la misión.

El presidente intentó echarle la culpa a la minoría demócrata. Pero, en ese punto, nadie cree en esa explicación.

Para los republicanos, el viernes no fue sólo un mal día. Fue un desastre.

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Y estas son cinco de las razones que lo explican.

1. Un negociador fracasado

Donald Trump apostó por su reputación de dealmaker, un hombre eficiente cerrando contratos.

De hecho, en palabras del propio portavoz de la presidencia, Sean Spicer, estaba muy "cerca" de conseguir pasar el proyecto de ley por la Cámara de Representantes.

El presidente alabó las bondades del proyecto en Twitter, en conferencias de prensa y en eventos parecidos a mítines electorales.

El viernes, Spicer le dijo a los reporteros que el presidente había hecho "hazañas extraordinarias" en su intento por conseguir que el proyecto fuera aprobado.

"¿Ha hecho todas las paradas necesarias, ha llamado a cada miembro, ha afinado cada cosa que había que afinar, ha hecho todo lo que posiblemente podía hacer y ha usado cada minuto de cada día para lograr que el proyecto de ley sea aprobado? Sí, la respuesta es sí", indicó Spicer.

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Y la realidad, independientemente de si el mandatario hizo su mejor esfuerzo o no, es que el proyecto de ley se quemó.

No sólo eso: todas las amenazas y promesas que hizo en el proceso resultaron ser huecas.

Trump prometió una votación el jueves, que no se produjo. Después prometió una votación el viernes, y tampoco sucedió. Y le advirtió a su partido sobre las terribles consecuencia de un fracaso, pero parece evidente que lo ignoraron.

Después de que se cancelara la votación programada inicialmente para el jueves, los líderes republicanos concluyeron el viernes que no tenían suficiente apoyo para conseguir la aprobación de la Ley de Cuidado de la Salud. Necesitaban como mínimo 215 votos republicanos.

A poco más de dos meses de su presidencia, las los sondeos de opinión muestran que su popularidad está cayendo, su agenda está contra las cuerdas y su poder se ha visto disminuido.

2. Un líder abandonado

Si el día fue malo para el presidente, también lo fue para Ryan, cuya incapacidad para controlar a sus compañeros legisladores fue puesta en evidencia.

Cuando se paró frente a las cámaras para explicar la derrota, se veía y sonaba como el entrenador de un equipo que acababa de perder un partido clave para el cual se perfilaba como el favorito.

"Estuvimos muy cerca", dijo, "pero nos quedamos cortos".

El líder de la Cámara de Representantes tiene poder considerable para ejercerlo sobre los legisladores.

Es quien se encarga de establecer las reglas del debate, quien controla las asignaciones de los comités, quien determina las prioridades legislativas y quien puede dirigir los fondos del partido para sus seguidores.

Pero nada de eso fue suficiente para prevenir que tanto gente de la derecha como de la izquierda de su partido desertaran la causa del proyecto de ley.

Los legisladores del Freedom Caucus, un bloque que reúne a congresistas de la derecha del partido, podrá tener sólo 29 miembros, pero demostró que puede estar hombro a hombro con Ryan y prevalecer, incluso después de haber obtenido numerosas concesiones, como ocurrió en los últimos frenéticos días.

Y ahora que han probado el sabor de la victoria, se mostrarán más poderosos frente a Ryan en futuras batallas legislativas.

3. Una agenda descarrilada

Recientemente el periódico The New York Times reportó que el presidente ha dicho en privado que nunca debió haber asumido la reforma sanitaria como su primera prioridad legislativa.

Aunque mencionó el tópico repetidas veces durante la campaña electoral, siempre se percibió como una concesión a la base republicana: un poco del evangelio conservador que los más miembros más duros del partido esperaban escuchar.

Las políticas relacionadas con el comercio, el gasto en infraestructura, la reforma de impuestos y ese muro "grande, hermoso" en la frontera entre Estados Unidos y México siempre estuvieron entre los temas más cercanos al corazón de Trump.

Esos asuntos de la agenda, sin embargo, ahora están riesgo, a medida de que la reforma de salud se hunde entre las olas.

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El recorte de impuestos, por ejemplo, se volverá considerablemente más complicado mientras los aspectos fiscales del Obamacare se mantengan en los libros de cuentas.

Los inversionistas de Wall Street ya han estado expresando su creciente pesimismo de cara a cualquier esfuerzo serio por una política tributaria. Y los precios de las acciones han caído ante las escasas perspectivas de éxito de la reforma de salud republicana.

Seguramente habrá miembros del Congreso que querrán insistir en revocar el Obamacare, como lo han tratado de hacer es los últimos siete años.

Será difícil definir el siguiente paso que darán. Y es que no todo el mundo está dispuesto a escuchar a un presidente que se equivocó en su primera gran prueba legislativa.

4. Una salud cambiante

"No sé qué otra cosa decir además de que el Obamacare es la ley en vigencia", indicó Ryan cuando concedió la derrota. "Vamos a vivir con el Obamacare en el futuro próximo".

Pero aunque la reforma de salud de Obama podrá seguir vigente, su futuro es todavía turbio.

Aunque el Congreso falló en su intento por desmantelar la ley, el gobierno de Trump todavía puede socavarla a través de acciones ejecutivas. De hecho, ya lo ha hecho.

El mandato de que todos los estadounidenses deben comprar un seguro de salud no se está implementando.

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Se están reduciendo los esfuerzos para alentar a que la población se registre en planes de salud.

Más estados tendrán un margen de maniobra para alterar y ajustar la forma en que se implementa la ley.

Y todo esto podría significativamente afectar la manera cómo se percibe y cómo opera el Obamacare a lo largo de Estados Unidos.

Trump ha dicho repetidamente que la maniobra política más sabia de los republicanos era permitir que los sistemas del Obamacare colapsaran por sí solos y, después, culpar del caos resultante a los demócratas.

Aunque la sabiduría política de esta estrategia es incierta, el hecho es que Trump y su gobierno podrían tener que recorrer un largo camino antes de causar la "implosión y explosión" que buscan, si queremos usar las mismas palabras del presidente.

La ley tal como está actualmente constituida no cuenta con medidas autocorrectivas para prevenir un colapso absoluto.

La conclusión es que el Obamacare sigue vivo y quizás verá otra llegada demócrata al poder que lo ayude a revivir.

5. Una base molesta

Por siete años, los republicanos han estado prometiendo que terminarían con el Obamacare.
Y, en 2010, ganaron el control de la Cámara de Representantes.

Vale la pena recordar que la razón por la que fracasó el esfuerzo por aprobar la reforma de salud fue porque el mismo Partido Republicano no sabía qué hacer con la atención médica.

Los moderados temen que la legislación propuesta deje a muchos de sus constituyentes sin atención de salud.
Los más conservadores, por su parte, piensan que los esfuerzos no llegaron lo suficientemente lejos.

Esos problemas no van a desaparecer pronto. Mientras siendo minoría, le ha sido fácil a los republicanos prometerles a sus votantes "acción" y "cambio", ahora que están en el poder, les ha costado traducir las palabras en políticas concretas.

Cuando la próxima elección empiece a calentar los motores, el Partido Republicano podría enfrentar a un Partido Demócrata agitado y a una base desilusionada por el fracaso.

Eso, aunque es innecesario decirlo, es una receta para un desastre electoral.