MUNDO
“Trump perdió las elecciones, pero el trumpismo no desaparecerá”: Gianfranco Pasquino
El reconocido politólogo italiano habló con SEMANA acerca de los resultados de las elecciones en Estados Unidos, el estado de la democracia y las consecuencias de la pandemia en el mundo.
Gianfranco Pasquino, politólogo y referente mundial en Ciencia Política, fue el invitado principal de la Semana del Politólogo organizada por la Universidad de San Buenaventura, sede Bogotá. SEMANA habló con el experto.
SEMANA: ¿Qué conclusión dejaron las recientes elecciones en Estados Unidos?
Gianfranco Pasquino (G.P.): Es evidente que, en general, la democracia de los Estados Unidos es de buena calidad, pero sus debilidades quedaron expuestas por Donald Trump, una persona que no respeta las reglas, es individualista y busca el beneficio propio por encima del ciudadano. El problema democrático en Estado Unidos es el sistema electoral, no funciona bien. Eso se debe reformar.
SEMANA: ¿La crisis democrática que vivió Estados Unidos durante el periodo Trump se trasladó al resto del mundo?
G.P.: Diría que las democracias en el mundo funcionan bien por regla general. Aun si no apreciamos los resultados y hay espacio para mejorar, se encuentran en mucho mejor estado de salud que regímenes autoritarios como el de Venezuela. No podemos generalizar con el caso de Estados Unidos. La Unión Europea, por ejemplo, es más democrática de lo que muchos piensan, y hay democracias ejemplares como las de Nueva Zelanda o Dinamarca. Hay problemas en algunos sistemas políticos democráticos, pero no existe una crisis de la democracia como tal.
SEMANA: ¿Qué tiene que hacer el Gobierno de Joe Biden para recuperar la confianza del país?
G.P.: El problema de la democracia en Estados Unidos tiene dos elementos importantes. Primero, que es una república presidencial federal. El federalismo es un problema cuando hay elecciones, el Colegio Electoral es una manera de mantener el poder de los estados y tomar o extraer el poder de los ciudadanos. Es insólito que un candidato pueda tener más votos y perder la elección, como fue el caso de Al Gore en el año 2000 y de Hillary Clinton en 2016. Eso es un problema severo y es producto del federalismo. El segundo elemento importante es que la elección presidencial permite a hombres con recursos no políticos ganar las elecciones. Es el elemento más negativo del presidencialismo. La elección presidencial ofrece una oportunidad a hombres y mujeres sin carrera y conocimientos políticos porque los electores se interesan por la popularidad. Es el caso de Trump, quien tenía una enorme visibilidad televisiva, mucho dinero y se presentó como un candidato contra la política de Washington. En un sistema político parlamentario, los parlamentarios pueden cambiar el gobierno. Pero en un sistema presidencial es más difícil cambiar al jefe de gobierno. El impeachment fue el intento de sacar a Trump, pero no fue posible.
SEMANA: ¿A Trump le queda carrera política?
G.P.: Como ciudadano espero que no, que no tenga otra oportunidad política. Trump tiene problemas jurídicos. En Nueva York, por ejemplo, enfrenta acusaciones de corrupción. Pero hay que fijarse en que 70 millones de norteamericanos han votado a Trump. Eso es increíble, porque Trump perdió las elecciones pero el trumpismo no desaparecerá. Hay sentimientos, comportamientos y muchos elementos emocionales que construyen el discurso de Trump y sus seguidores que no han desaparecido. Hay racismo, individualismo y culto a la violencia, que indican que el trumpismo seguirá siendo un elemento importante de la cultura de los Estados Unidos.
SEMANA: ¿Qué implicaciones tendrán estas elecciones en América Latina?
G.P.: Joe Biden es un hombre bastante moderado, y creo que no tiene un especial interés en América Latina. Creo que solo podrían influir sobre la política de América Latina las organizaciones de latinos en los Estados Unidos. Sabemos que hay dos grupos: los mexicanos, que son bastante progresistas, y los cubanos, que son bastante conservadores y anticomunistas. Podemos comprender las diferentes posiciones de ambos, y sus representantes, como el senador Marco Rubio de Florida, tienen mucho poder para influir sobre la política latinoamericana, ya que los demócratas perdieron ese estado. En todo caso, Rubio puede representar los intereses de los cubanos, pero no veo grandes peligros para América Latina. Creo que Biden debe ver el problema de Venezuela de manera moderada, sin enfrentarse verticalmente con Maduro, pero eventualmente debería intentar cambiar las situación en Venezuela.
SEMANA: Cuando comenzó la pandemia, se temió que fuera un escaparate para el populismo. ¿Cree que la pandemia dio paso al populismo, o todos estos movimientos serán un paréntesis histórico?
G.P.: La pandemia será un paréntesis y sus consecuencias durarán por mucho tiempo. Producirá muchas desigualdades y una crisis económica que podría prolongarse por varios años. Será muy difícil volver a la situación económica anterior. En todo caso, no creo que la pandemia sea algo positivo para los populistas, porque no existe ninguna solución exclusivamente nacional para la pandemia. La respuesta debe ser internacional, y los estados europeos lo saben muy bien. Se ha demostrado que no es viable cerrar las fronteras, eso no derrota la pandemia. Por otra parte, la pandemia necesita una intervención importante de los estados. Solo si estos coordinan sus políticas económicas y sociales pueden derrotar la pandemia. Si no saben cómo coordinar sus políticas, la pandemia va a continuar. No somos una pequeña isla, no es suficiente cerrar las fronteras, la solución está en las políticas supranacionales.
SEMANA: ¿El mundo cooperó para enfrentar el impacto económico de la pandemia?
G.P.: La Unión Europea sabe que puede ejercer su influencia sobre África y que es necesario ayudar a los países africanos. Eso sí, me sorprende que la Unión Europea no tenga una verdadera política latinoamericana. Solo España tiene más interés en Latinoamérica que la Unión Europea en general. Pero al final tendrán que aparecer políticas a gran escala que sean compartidas. Eso se puede hacer, es muy difícil; creo que deben usarse instituciones como la Organización Mundial para la Salud (OMS) en estos casos. Trump no trabajaba con la OMS. Pero algo está claro: si el terror es mundial, no hay soluciones en manos de los estados. La cooperación es absolutamente indispensable.