Realeza
Un año sin la reina Isabel: así fueron sus últimos días
A pesar de los problemas familiares que vivió en sus años finales, Isabel II no tenía remordimientos, de acuerdo con una de las últimas personas en estar con ella, aparte de su familia.
“Una presencia constante” fueron palabras muy utilizadas hace un año para definir el papel de Isabel II la historia reciente.
Por eso, a pesar de que su muerte era previsible dada su avanzada edad, 96 años, el Reino Unido y el mundo no dejaron de conmocionarse con la partida de esta mujer que, aunque conocida en las cuatro esquinas del planeta, siempre fue un misterio.
Ello porque asumió con tanta disciplina su rol moderador y neutral como jefa de Estado, que casi nadie sabía a ciencia cierta lo que pensaba la reina sobre las personas y las cosas.
Por eso, cualquier atisbo que brinde la más mínima luz para descorrer ese velo resulta valioso para sus admiradores y eso es precisamente lo que entrega el testimonio del reverendo Ian Greenshields, quien pasó tres días con la popular reina de Inglaterra, poco antes de su fallecimiento, el 8 de septiembre de 2022.
Greenshields era en ese momento el moderador de la Iglesia de Escocia y, por tradición, Isabel solía invitarlo a quedarse tres noches en el Castillo de Balmoral, su residencia privada en ese país, donde solía pasar los veranos y que la vio morir.
Al recordar el privilegio de ver a la reina en semejante momento, el sacerdote llega a la conclusión de que, definitivamente ella se estaba preparando para la muerte.
Lo dice porque insistía mucho en hablar de su fe en Dios, que la acompañó a lo largo de todo su reinado, el cual interpretaba más como un deber religioso que cualquier otra cosa.
En entrevista para el Daily Mail, el reverendo anotó que la reina estaba frágil, pero, a través de una serie de conversaciones muy de tú a tú, concluyó que estaba aguda mentalmente, contemplativa, y muy interesada en su vida espiritual y la de su padre, Jorge VI, a quien sucedió en el trono en 1952.
“Para un moderador de la iglesia hablar de cuestiones de fe es normal, pero me interesó mucho el modo en que ella quería hablar de su propia fe”, dijo Ian Greenshields.
“Era el año de su Jubileo de Platino así que ella estaba mirando atrás. Tenía una memoria extraordinaria. No tenía remordimientos y estaba muy en paz”, contó el sacerdote.
Cuando llegó a Balmoral, expresó también, se sorprendió de que su visita no hubiera sido cancelada, debido a que encontró a la reina más endeble de lo que esperaba.
De todos modos, ella quería que él estuviera allí y diera el sermón que estaba programado en la iglesia de Crathie, a dónde solía asistir durante su estadía en Balmoral.
De igual modo, a pesar de sus quebrantos de salud, afirma el ministro, seguía dispuesta a cumplir con sus deberes, como ver a Boris Johnson y Liz Truss en los actos de cambio de gobierno.
No obstante, las cosas ya no eran lo mismo que antes, explicó. Si en el pasado Balmoral contemplaba un frecuente desfile de visitantes, su familia y allegados ahora habían decidido reducir al mínimo las visitas para no cansar a la reina.
Así, a la hora de la cena solo había cinco personas con su majestad además de él: Su hija Ana, la Princesa Real, con su esposo el comandante Sir Timothy Laurence; su nuera Sophie, hoy duquesa de Edimburgo; John Warren el gerente y entrenador de los caballos de la reina.
En ese momento, Isabel seguía hablando de su fe lo mismo que en privado con el cura, aunque también tocaba temas como su amor por Escocia y por Balmoral en especial, propiedad que ha estado en manos de la familia real desde la época de la reina Victoria, tatarabuela de Isabel.
“En algún momento de nuestra charla, ella fue a la ventana y dijo: ‘Quién no querría estar aquí'”.
En fin, reflexionó Greenshields, “Estaba en una página muy apacible e íntima”.
Luego, cuando la reina murió, el reverendo ató cabos y recordó que su madre, antes de morir, también se expresaba mucho acerca de la espiritualidad, cuando no solía hacerlo en circunstancias normales.
“Me pregunto si la gente, inconscientemente, se va alistando para el fin. También es muy común que los moribundos reflexionen sobre sus padres cuando se está muriendo, como lo hizo la reina”, comentó.
Ella también mencionó a un líder religioso de Estados Unidos que la influenció mucho, agregó. Aunque no dijo su nombre concluye que se trata de Billy Graham, ya que la historia de esa relación ha sido contada por varios biógrafos de Isabel II.
Pero también hubo espacio para temas mundanos y, a propósito de las frescas memorias que la reina tenía, le impresionó cómo se acordaba de cada uno de los caballos que había tenido, sus nombres y desempeño en las competencias, ya que era una de las caballistas más importantes del Reino Unido.