Estados Unidos

Un joven de 19 años llamó al 911 en medio de una crisis y terminó muerto

Notan Eva Costa se vio envuelta en una tragedia cuando rogó a dos agentes del NYPD que no dispararan en su hogar, tras una llamada de emergencia de su hijo adolescente al 911.

Redacción Mundo
14 de mayo de 2024
Para los defensores, es un llamado a actuar de una mejor manera.
Para los defensores, es un llamado a las autoridades norteamericanas a actuar de una mejor manera. | Foto: Twitter (x) @democracynow

Notan Eva Costa, una inmigrante bangladesí de 48 años que reside en Queens, rogó a los dos agentes del Departamento de Policía de Nueva York (NYPD), Estados Unidos, que ingresaron a su hogar tras recibir una llamada al 911 de su hijo adolescente, que por favor no le dispararan.

En el suelo, la madre de dos hijos extendió su mano hacia los oficiales, evidenciando terror y angustia en su voz. La tragedia se desencadenó en cuestión de minutos. Uno de los policías disparó al menos cuatro veces, segando la vida de Win Rozario, de 19 años.

Costa, visiblemente conmocionada, declaró en una conferencia de prensa este miércoles: “Los agentes mataron a mi hijo en cuestión de minutos”.

En las semanas posteriores al fatal tiroteo, el incidente ha captado la atención de defensores de la justicia social y de la salud mental, especialmente después de que la fiscalía general del estado hiciera públicas imágenes de las cámaras corporales de los dos agentes implicados y anunciara una investigación del caso.

Los críticos argumentan que el uso de fuerza letal por parte de la Policía fue innecesario, reflejando un patrón de violencia y exceso de fuerza. La Policía de Nueva York, en un comunicado de prensa, afirmó que está “cooperando plenamente” con la investigación y llevando a cabo su propia indagación. Asimismo, se comprometió a mejorar la forma en que responden a solicitudes de asistencia.

Los dos agentes se encuentran en una “asignación modificada”, lo que significa que siguen en servicio, pero sin importar armas de fuego ni escudos. La familia de Rozario, junto con organizaciones locales como el Comité de Justicia y Desis Rising Up and Moving, exigen que los agentes sean despedidos y enjuiciados.

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Tras el suceso se ha ampliado la conversación en torno a la importancia de tratar los casos de personas en estados de crisis al momento de hacer una llamada al 911. | Foto: Getty Images

Además, abogan por una reforma radical en la respuesta de la ciudad de Nueva York a las personas en crisis, proponiendo que en lugar de enviar agentes de Policía armados, se envíe personal capacitado en salud mental para reducir situaciones tensas y conectar a los individuos con atención médica.

Programas similares de intervención en crisis de salud mental ya se han implementado en otras ciudades, como Eugene, Oregon y Denver, Colorado, mostrando resultados positivos. En Nueva York, el programa piloto “B-Heard” envía técnicos de emergencias médicas y socorristas capacitados en salud mental a algunas llamadas de emergencia.

La madre de Rozario, en su desgarrador testimonio frente a partidarios que sostenían imágenes de su hijo, lo describió como un joven tranquilo y educado, con aspiraciones de unirse al Ejército para servir al país. Recordó cómo disfrutaba cocinando para ella y ayudándola con sus tareas.

El sujeto tuvo que ser llevado a un centro médico por la herida que sufrió, aunque ya se encuentra fuera de peligro.
2 minutos, 4 disparos y una vida joven arrebatada. | Foto: Getty Images/iStockphoto

Las circunstancias del trágico evento revelan múltiples oportunidades perdidas para evitar el desenlace fatal. Expertos y defensores señalan que los agentes podrían haber empleado tácticas alternativas para contener la situación, evitando el uso de fuerza letal.

Este trágico incidente subraya la necesidad de replantear la respuesta policial a las crisis de salud mental, priorizando la intervención de profesionales capacitados en lugar de agentes armados. Es un llamado a la acción para transformar los sistemas de apoyo y garantizar que tragedias como la de Rozario no se repitan en el futuro.

Además, la situación evidencia un problema más amplio en la comunidad, donde las estadísticas muestran que las personas con problemas de salud mental enfrentan un riesgo desproporcionado de violencia policial. Esto destaca la urgencia de implementar cambios estructurales en la forma en que la sociedad aborda la salud mental y la seguridad pública.