Atlas del Nazismo

Uruguay: atrapado en las redes del nazismo

El foco de difusión del pensamiento nacionalsocialista fue la colonia alemana en Uruguay. Eso ayudó a impregnar de esa ideología a diversos sectores políticos del país del pensamiento

16 de diciembre de 2021
Scuttling Of The German Warship Admiral Graf Spee 1939
| Foto: Gamma-Keystone via Getty Images

Como en otros países, el foco de difusión del nazismo fue la colonia alemana. En Uruguay el partido nacionalsocialista se fundó de manera independiente de Alemania en 1931, cuando Hitler todavía no se había tomado el poder. Su periódico, Deutsche Wacht (El centinela alemán), se autodefinió “órgano de lucha del movimiento nacional-socialista en Uruguay”.

He aquí algunas de las tareas de los miembros del partido: “Cumple las leyes del país del que eres huésped. Deja la política del país en que resides para sus habitantes. Date a conocer siempre y en todas partes como miembro del partido. Habla y actúa permanentemente como orgulloso integrante del movimiento nacional-socialista y de la nueva Alemania”.

El proselitismo se hacía también por medio de una emisora radial que transmitía los discursos de Hitler y de Goebbels, su ministro de propaganda, así como himnos y marchas del partido, y se extendía a los alumnos de los varios colegios alemanes del país. El poeta Mario Benedetti aprendió alemán en el Deutsche Schule de Montevideo donde cursó la primaria. Fue retirado del colegio antes del contagio nazi pero sí recordaba que en una ocasión un profesor les pidió a él y a sus compañeros que lo saludaran con la mano en alto.

El poeta Mario Benedetti aprendió alemán en el Deutsche Schule de Montevideo donde cursó la primaria. Fue retirado del colegio antes del contagio nazi pero sí recordaba que en una ocasión un profesor les pidió a él y a sus compañeros que lo saludaran con la mano en alto.

Ese proselitismo incluía una buena dosis de antisemitismo. Según la historiadora uruguaya María Camou: “El antisemitismo, como bandera política, constituyó el aspecto más elaborado y homogéneo del discurso nazifascista nacional, y el que logró mayor incidencia, y para cuya difusión colaboró parte de la prensa conservadora, El Debate y El Diario, por ejemplo.”

Ya en 1936 afirmaba el periódico Tribuna Popular: “El comunismo es dirigido, lisa y llanamente, por judíos.” El mismo diario había escrito antes: “La influencia semita se nota en toda actividad de nuestro país, y ello es deprimente para el espíritu nacional que se ve desplazado, desposeído y suplantado por los semitas en sus maniobras de fin utilitario y material”.

Cercanas fueron las relaciones entre Hitler y Gabriel Terra, dictador del Uruguay de 1931 a 1938. Con ingenieros y técnicos alemanes se inició en 1937 la construcción de una hidroeléctrica sobre el Río Negro en Rincón del Bonete. Con ese motivo Hitler telegrafió a su homólogo: “Excelentísimo señor presidente de la República Oriental del Uruguay Doctor Don Gabriel Terra. Montevideo. Al buen éxito de la obra monumental del Río Negro, comenzada por iniciativa de su gobierno, expreso a su Excelencia mis más sinceras felicitaciones. Adolfo Hitler. Canciller del Reich”.

Adolf Hitler
“Excelentísimo señor presidente de la República Oriental del Uruguay Doctor Don Gabriel Terra. Montevideo. Al buen éxito de la obra monumental del Río Negro, comenzada por iniciativa de su gobierno, expreso a su Excelencia mis más sinceras felicitaciones. Adolfo Hitler. Canciller del Reich.” Escribió Hitler al entonces mandatario de Uruguay, Gabriel Terra. | Foto: Getty Images

Según el FBI algunos de los principales nazis de Uruguay en 1940 fueron: Julius Holzer, Adolf Becker, Adolf Fuhrmann, Friedrich Herold, Hero Holtz, Otto Klein, Rudolf Messner, Rudolf Patz, Ernest Bohle, Julius Dalldorf, Adolf Dutine y Max Schmidtlein.

Varios fueron detenidos en 1940 gracias a una campaña de Hugo Fernández Artucio, un periodista y político que en un programa radial diario denunciaba la infiltración nazi. Se ha dicho que trabajaba para la inteligencia británica, lo cual es posible pues en 1942 publicó en Nueva York el libro The Nazi Underground in South America, editado por la conocida editorial Farrar, y el año siguiente en Londres dio a la luz The Nazi Octopus in South America. Tenía apenas 30 años y solo había publicado Los Nazis en Uruguay. Para dar ese salto a Nueva York y Londres y escribir dos tomos sobre las actividades secretas nazis y sobre el pulpo nazi en América del Sur seguramente contó con una mano amiga.

Sea como fuere, la actuación más eficaz de Fernández Artucio ocurrió en 1940 cuando presentó ante el doctor Hamlet Reyes, juez letrado de instrucción, la siguiente denuncia penal:

Que en uso del derecho y cumpliendo con la obligación de todo ciudadano de poner en conocimiento de las autoridades competentes -para su adecuada investigación, comprobación y castigo-, la perpetración de un delito, comparezco ante V.S., denunciando las actividades en la República Oriental del Uruguay de una asociación política que se denomina “Partido Obrero Nacional Socialista Alemán”, organización que ha tomado en nuestro país entidad y peligrosidad suficientes, como para que sean investigados sus fines y medios de acción.

Dos fiscales investigaron el partido, consideraron que atentaba contra el Estado uruguayo, ordenaron capturas y el Congreso nombró una comisión investigadora de actividades nazis. La legación alemana anunció la disolución del partido. De todos los países del subcontinente, el único en que la justicia penal condujo al cierre del partido, fue Uruguay.