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"Venezuela es el único país del mundo que tiene tres presidentes de Asamblea"
Luego de que Luis Parra se autoproclamó presidente de la Asamblea General en una sesión sin quórum y tras impedir la entrada de Juan Guaidó, la tensión entre la oposición y el régimen creció sustancialmente. SEMANA habló con Ronal F. Rodríguez, politólogo, internacionalista, profesor e investigador del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario, para comprender la situación que enfrenta el país vecino.
Proyecto Migración Colombia le hizo una entrevista a Ronal Rodríguez, experto del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario, horas antes de la autoproclamación como presidente del legislativo del diputado Luis Parra, con el respaldo del chavismo. Ahora, concretada la extraña situación con la reelección también del líder opositor Juan Guaidó en el mismo cargo, hablamos de nuevo con este analista para conocer su opinión sobre cómo han evolucionado las cosas y qué consecuencias tiene esta inestabilidad política.
SEMANA: ¿Qué implicaciones tiene que en Venezuela existan no solo dos presidentes, Nicolás Maduro y Juan Guaidó, sino dos de la Asamblea Nacional, Luis Parra y Guaidó?
Ronal Rodríguez: Realmente serían tres presidentes de Asamblea. No podemos olvidar que existe la Asamblea Nacional Constituyente que dirige y preside Diosdado Cabello y que en muchas materias ha asumido tareas y labores que son propias de la Asamblea Nacional. Por ejemplo, toda la presentación de presupuestos, todo el control político se viene haciendo con la Asamblea Nacional Constituyente y no con la Asamblea Nacional. Entonces, Venezuela es el único país del mundo que tiene eso: dos presidentes (Maduro y Guaidó), tres presidentes de Asamblea, dos de la Nacional y uno de la Constituyente. Básicamente la institucionalidad está perdida. Sin embargo, el poder fáctico realmente lo mantiene todavía el régimen de Nicolás Maduro, lo que llama poderosamente la atención porque se esperaba que este fuera un año en el cual, por las sanciones internacionales y la dinámica de varios países ejerciendo presión, el régimen perdiera fuerza y esto lo llevara a negociar una salida.
En ese orden de ideas, Nicolás Maduro cumplió con sus compromisos, es decir, cumplió con los países que lo apoyan al generar una posición de la cual él fuera el presidente con poder efectivo, mientras que la figura de Juan Guaidó no tiene ese poder. Incluso, hay que recordar que la salida de Humberto Calderón Berti, el embajador de Venezuela en Colombia, ni siquiera se le comunicó al que supuestamente es el Canciller del Gobierno de transición, que es Julio Borges.
Ahora, en el terreno de las asambleas esto es importante porque uno de los debates que hay es que si el poder legítimo que se reconoce en Venezuela es la Asamblea, (la cual se eligió en el 2015 y este año se debe elegir nuevamente) deben seguir un procedimiento para llevar a cabo elecciones. Para ello, se debe convocar a un nuevo grupo de rectores del Consejo Nacional Electoral que deben salir de esta Asamblea. Lo más seguro que ocurra es que la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, sea quien tome la decisión de quiénes van a ser designados como rectores, ya que por constitución, esta sala asume las labores de la Asamblea cuando esta última no cumple con su labor.
Esto pone en una posición muy difícil a la oposición del gobierno porque finalmente su poder se extingue este año, es decir, su legitimidad depende de la Asamblea Nacional y si este año ya se acaba el periodo de esta, el poder real, lo que le permite el reconocimiento internacional, quedaría extinto. Habría que ver cuántos países estarían dispuestos a continuar apoyando a Juan Guaidó a lo largo de todo el año y qué instrumentos podrían convocar a una negociación para que se de un proceso de elección.
SEMANA: ¿En qué medida esta nueva tensión entre la oposición y el Gobierno venezolano afecta la situación del país vecino?
R. R: No va a ser fácil, no creo que en este momento estén dadas las condiciones para que haya elecciones. Sin embargo, en Venezuela todo es posible. Lo real es que en este momento tenemos una salida masiva de venezolanos que están regresando a los países que los han acogido en el marco de la diáspora, después de haber pasado las fiestas en Venezuela, y este comportamiento se vuelve algo permanente en el largo plazo. En ese orden de ideas, no hay una respuesta rápida para el venezolano, lo cual finalmente hace que la diáspora continúe creciendo.
Ahora, la crisis continúa. A pesar de la dolarización de facto que se ha dado en Venezuela, la cual ha permitido que más productos de la canasta básica vuelvan a encontrarse en los anaqueles y les ayuda a solventar el día a día a sus ciudadanos, la crisis humanitaria que anunció Naciones Unidas continúa, sobre todo en materia de servicios médicos y educativos.
SEMANA: ¿Cuál es el panorama de Venezuela para este año?
R. R: Es bastante complejo decir qué va a pasar en Venezuela. Políticamente no se ve una resolución fácil. Los elementos que presionaban al Gobierno para que fuera a negociación están cambiando. El régimen ha logrado fracturar la visión que se tiene de la Asamblea Nacional, una que funcionaba sin que se le pagara a los asambleístas y en este momento ni siquiera tienen un sitio dónde sesionar. Esto causa una serie de complejidades que dificulta todo en el corto plazo, salvo que ocurran eventos externos que generen algún tipo de impulsos que permita a la oposición sentar al gobierno para una negociación.
Sin embargo, es muy difícil. Las sanciones internacionales no están funcionando, de hecho, han agudizado la crisis humanitaria en la medida en la que los ciudadanos no pueden acceder a bienes y servicios. Situaciones que ya son críticas en materia de salud se agudizan y el dinero que recibe el Gobierno por actividades con algún vínculo ilegal también, como por ejemplo la venta de oro y minerales en el mercado negro, que no quedan reflejados dentro del Sistema Financiero Internacional. Así pues, las sanciones, en lugar de presionar al Gobierno, han logrado que este haya construido un andamiaje más fuerte para extorsionar a la población venezolana.
SEMANA: Entonces...
R. R: La situación se seguirá deteriorando, algunos países se tendrán que replantear la relación con Venezuela. Llama la atención que Colombia es de los pocos países que rompió relaciones diplomáticas y consulares, recordemos que la gran mayoría de países que reconocen a Juan Guaidó como presidente, aún conservan sus relaciones diplomáticas con el Gobierno de Nicolás Maduro y nunca han dejado de lado las relaciones consulares, esto es un problema para los ciudadanos colombianos en Venezuela y un problema para poder manejar dinámicas de la población migrante en Colombia.
En ese orden de ideas, la expectativa no es muy alentadora. El Gobierno colombiano debería pensar en construir una política exterior hacia Venezuela sin caer en populismos. De hecho, uno de los mayores riesgos en Colombia es que la xenofobia crezca este 2020, incluso dentro del partido de Gobierno va a surgir una facción muy dentro de la dinámica de lo que es los partidos de derecha radical en contra de la migración, pero con la particularidad de que también va a surgir una figura igual desde la izquierda.
SEMANA: En los últimos meses Juan Guaidó ha perdido un poco de protagonismo, ¿cree que esta situación le volverá a dar un lugar importante dentro de la política al presidente interino?
R. R: Sí, la figura de Guaidó se ha debilitado y no hay que negar que la oposición no es la de hace un año. Está fragmentada, le quitaron doce diputados de la Asamblea Nacional a la facción opositora y no es una disminución menor. Son diputados que tienen información de cómo estaba operando la oposición, lo cual la debilita aún más. Los casos de corrupción no han logrado ser resueltos a cabalidad y eso les ha quitado prestigio internacional. De hecho, aunque no se diga formalmente, muchas de las dinámicas de cooperación o asistencia internacionales se empiezan a ver bloqueadas hasta que no se esclarezcan los casos de corrupción; sobre todo gobiernos o actores individuales que apoyaban financiera o económicamente a algunos sectores de la oposición pueden sentir recelo de que los recursos que ellos aporten terminen siendo desperdiciados y malgastados en cosas ajenas a la transición democrática.
Juan Guaidó intenta entrar a la Asamblea Nacional. Foto AP /Matias Delacroix
A pesar de que se vio un gran apoyo por parte de la comunidad internacional hacia Guaidó luego del incidente en la Asamblea, es necesario ver esto en el largo plazo. Cómo la comunidad internacional puede avalar la legitimidad de Guaidó si no se da una elección que ratifique el poder de la oposición en la Asamblea Nacional, sino que por el contrario, el Gobierno manipule con los sectores que le son afectos, un proceso electoral que termine causando un gobierno ilegítimo, ya no solo en el orden del ejecutivo, sino en la dirección del poder legislativo de Venezuela. La Asamblea Nacional Constituyente es prueba de que ya lo pueden hacer, Diosdado Cabello ha logrado sostener este instrumento que es poco ortodoxo y no existe en ningún marco legal del mundo, y es una Asamblea extendida en el tiempo que hace leyes de forma constitucional.
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Además, no hay liderazgos jóvenes que puedan atraer la atención internacional y eso marca unas dificultades para el gobierno de la oposición. Habrá que ver cómo se reinventan en el corto plazo y si tienen oportunidades para hacerlo.
SEMANA: ¿Cuál cree que es la intención del Gobierno venezolano con esta irrupción en la Asamblea Nacional?
R. R: Quitarle la legitimidad internacional que había logrado la oposición hasta este momento. Es una dificultad particular que se da dentro de la dinámica Gobierno-oposición. Hay que decirlo, en Venezuela ya estamos hablando de una dictadura conocida como ‘de nuevo puño’, es decir, no es de las dictaduras tradicionales de Latinoamérica, pero sí ha logrado márgenes de control en Venezuela que no son nada despreciables.
Es importante ver el peso que tiene Venezuela para el contexto latinoamericano: la historia de su democracia, el ser una de las tres democracias del siglo XX, ser la democracia partidista más importante que ha sido socavada, el ser el país que tenía una de las políticas sociales más amplias y cómo eso terminó en un instrumento de control político como lo ha logrado hacer el chavismo.
En ese orden de ideas, es muy difícil decir cuál va a hacer la dinámica de esta dictadura, pero sin lugar a dudas el poder de la Asamblea Nacional es uno que necesitaba eliminar.
SEMANA: EE.UU. se pronunció a través del departamento de Estado, ¿cree que al igual que en Irán pasarán de las amenazas a los hechos?
R. R: La política exterior norteamericana es una que ya no se demarca con claridad. Vemos a un presidente que un día puede darle la mano a su enemigo y al otro bombardearlo, que es absolutamente temperamental en la toma de decisiones de política exterior y que puede tratar de instrumentalizar la agenda internacional para mantenerse en el ejercicio del poder. Eso hace a Donald Trump un personaje totalmente impredecible. Es muy importante tener cuidado con eso, particularmente Colombia. Si bien el Gobierno y el propio vicepresidente han expresado su intención de apoyar a nuestro país hasta en las peores condiciones, con un presidente tan impredecible, que ha dejado atrás a sus aliados históricos como Reino Unido, la Unión Europea e incluso a países que en momentos se jugaron su posición por Estados Unidos, podría hacerlo también con Colombia, sobre todo con el tema de las drogas. Con esto hay que tener muchísimo cuidado.