VIAJE SIN FRUSTRACIONES
Felipe González con su visita a Washinqton obtuvo el apoyo de Reagan a sus planes económicos
Para muchos observadores políticos y diplomáticos en Madrid, el viaje de Felipe González a los Estados Unidos ha logrado un objetivo fundamental: ganar la confianza de la Administración Reagan en la España socialista. La comprensión mostrada por el presidente norteamericano hacia el referéndum español sobre la permanencia o no de España en la OTAN-una de las más difíciles cartas que llevaba a Norteamérica González-sería prueba de ello.
El premier español-que llegaba a USA precedido por el notable revuelo que causó la campaña de imagen contratada por hombres de su entorno con una compañía especializada norteamericana llevaba muchos y muy delicados asuntos a tratar con el líder más poderoso de Occidente. En el capítulo de las relaciones internacionales, el que más dificultades presentaba era la reivindicación de la política centroamericana de la Internacional Socialista, centrada hoy en la "solución de Contadora". Las relaciones Este-Oeste, incluida la necesidad de instalar euromisiles en Europa occidental si la URSS no desmantela los SS-20, así como la marcha interminable de la Conferencia para la Seguridad y Cooperación en Europa, que se viene celebrando en Madrid hace más de dos años, estaban igualmente en el temario. La situación del Norte de Africa y los temores de Madrid por la soberanía de Ceuta y Melilla-dos plazas españolas sobre el litoral mediterráneo africano-, que Washington puede moderar ante el rey Hassan de Marruecos, cerraban los capítulos de política exterior.
Pero quizá el plato fuerte del encuentro Reagan-González ha sido la cuestión de la permanencia de España en la OTAN. Como es sabido, en el programa de los socialistas españoles antes de llegar al poder, figuraba la convocatoria al pueblo español para que se manifestase en un referéndum sobre si deseaba o no permanecer dentro de la organización atlántica; pero la falta de una fecha para esta consulta había sido hasta ahora motivo de duras criticas por parte de los comunistas e incluso de los miembros más radicales del propio Partido Socialista.
Para sorpresa de propios y extraños, el presidente español señaló en Norteamérica el plazo aproximado de dos años para este referéndum, que quedó con sus palabras muy vinculado al ingreso de España en la Comunidad Económica Europea y a la recuperación de la soberanía sobre Gibraltar.
Quizá la solución al problema fue el compromiso del señor González de mantener cierto grado de integración en la OTAN de acuerdo con las necesidades defensivas: Washington da el visto bueno a la celebración de la consulta sobre la permanencia de España en la Alianza, y a cambio Felipe González le deja planteadas tres cuestiones: entrada de España en la Comunidad Económica Europea, necesidad de presionar sobre Gran Bretaña para hallar una solución aceptable a la cuestión de Gibraltar, y contrapartidas comerciales visibles, por parte del gobierno norteamericano, de modo que puedan condicionar la respuesta del electorado español a la cuestión de la OTAN en un sentido favorable a los deseos de Washington.
Lo que no parece haber logrado el presidente español es modificar los puntos de vista de Ronald Reagan sobre la situación centroamericana, a pesar de que en sus declaraciones asegura haber escuchado, de los dirigentes norteamericanos, deseos de solución mediante el diálogo y la negociación por encima de cualquier otra alternativa. A su llegada a Madrid, el dirigente socialista aseguró además que en la Casa Blanca se sigue con suma atención las propuestas del grupo de Contadora para solucionar la crisis centroamericana.
Una vez ganada la "confianza" política en Washington, frente a la administración Reagan, Felipe González mantuvo importantes reuniones con medios económicos en Nueva York destinadas a ganar también la confianza en materia económica. En la capital de la finanzas González repitió los grandes objetivos económicos del gobierno socialista, con particular insistencia en que no se harían nacionalizaciones que pudiesen afectar a inversiones extranjeras en España y en el "respeto de la libertad de empresa en el marco de una economía de mercado". En relaciones comerciales recordó que Estados Unidos es el primer país administrador de bienes en España, con 4.357 millones de dólares, mientras las exportaciones españolas sólo alcanzan 1.321 millones.
Previamente, con toda seguridad, el mandatario español habría pedido a Ronald Reagan que desaparezcan los derechos compensatorios o los cupos que se pretenden implantar sobre algunos productos españoles; que se levanten las sanciones sobre un número importante de empresas españolas que no pueden vender en el mercado norteamericano y le habría recordado el precio que los altos tipos de interés están haciendo pagar a la moneda española. En este último punto, la delegación hispana a Norteamérica era totalmente escéptica sobre la posibilidad de influir en la administración Reagan.
En Madrid se tiene la impresión que, a cambio de la moderación política, el premier español ha logrado el apoyo económico para su gestión por parte de la administración norteamericana, hecho que quizá reflejan muy bien las palabras de Ronald Reagan tras su encuentro con el premier español: "Apreciamos el alto grado de responsabilidad del presidente González al guiar a su país en estos momentos críticos de su historia". -
Juan González Restrepo, Corresponsal de SEMANA en Madrid -