MUNDO
Violencia política en México: la democracia bajo fuego
A menos de dos meses de las elecciones más grandes en la historia de México, la violencia se apodera cada vez más del panorama electoral. Solo este fin de semana cinco candidatos más fueron asesinados.
La familia de Eduardo Aragón, dirigente del Partido Encuentro Social (PES) en el estado de Chihuahua, lo reportó como desaparecido el viernes. El político había dirigido a su partido hacia una coalición con el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) y el Partido del Trabajo (PT) para apoyar al candidato de izquierda, Andrés Manuel López Obrador. El domingo, apenas dos días después de la denuncia, las autoridades encontraron su cuerpo baleado en el baúl de un vehículo abandonado a las afueras de la ciudad.
Ese mismo día y en el mismo estado fronterizo con Estados Unidos, varias llamadas anónimas a los números de emergencia reportaron la presencia de hombres armados en el municipio de Ignacio Zaragoza. Cuando llegó la Policía más de 5 casas y locales comerciales habían sido incinerados, incluidas las del candidato por el Partido de la Revolución Democrática (PRD) a la presidencia municipal, Felipe Mendoza, y la del presidente local del partido, Octavio Martínez. La violenta incursión dejó un lamentable saldo de siete personas muertas, incluyendo a la candidata para concejal por el mismo partido, Liliana García. Los uniformados encontraron su cuerpo en un arroyo a pocos metros del lugar del ataque.
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Más de 50 kilómetros al norte, en el estado de México, los pobladores de Tenango del Aire despedían en un multitudinario funeral a Adiel Zermann Miguel, candidato por la alcaldía y militante de la alianza conocida como “Juntos Haremos Historia” entre el PES, PT y Morena, asesinado el viernes. Dos días antes un pistolero acabó con la vida de Alejandro González Ramos, alcalde de Pacula, un municipio en el extremo norte del estado de Hidalgo.
Y la escena se repite a lo largo de todo el territorio mexicano. Luego de este trágico fin de semana, la violencia política deja un lamentable saldo de 86 personas asesinadas entre alcaldes, exalcaldes, candidatos, regidores y dirigentes partidistas desde el inicio de la campaña electoral. En concreto, desde el 8 de septiembre mueren en promedio 11 políticos por mes; un panorama que se recrudece a medida que se acerca la fecha definitiva de los comicios. De ahí que la seguridad y la lucha contra los grupos de crimen organizado y narcotráfico sea uno de los puntos claves de las campañas.
Muchas cosas se juega México el próximo 1 de julio. No solo se trata de los comicios más grandes en la historia del país, sino que, además, llegan en un momento crítico para el país azteca. En dos meses los mexicanos irán a las urnas para elegir más de 3.416 cargos de elección popular entre diputados, alcaldes, gobernadores y presidente. Nunca antes se habían renovado tantos puestos públicos en una sola fecha electoral, pero lo harán justamente en un momento cuando la violencia y la corrupción amenazan con torpedear el ejercicio democrático. En efecto, México cerró 2017 como el año más violento del último decenio, con un promedio de 80 asesinatos diarios, miles de millones de dólares perdidos por corrupción, casi 10 por ciento del PIB nacional, y un gobierno con una popularidad de menos del 16 por ciento.
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Esta semana una polémica publicación en Twitter evidenció el nivel de preocupación por los altos niveles de violencia de estos comicios. El mensaje del periodista Ricardo Alemán aparentemente dirigido a los seguidores del candidato de izquierda y favorito en las encuestas, Andrés Felipe López Obrador, encendió el debate en redes sociales. En su página principal el conductor del programa La Mudanza de Televisa y Despertador Político en Canal 11, divulgó: “A John Lennon lo mató un fan. A Versace lo mató un fan. A Selena la mató un fan. A ver a qué hora, chairos” (una forma despectiva de referirse a quienes tienen una postura política de izquierda). El domingo, Televisa y Canal 11 anunciaron el fin del contrato del periodista, dieron por terminado cualquier vínculo laboral y argumentaron que rechazaban “cualquier expresión que incite o avale la violencia”.
Lo cierto es que hasta ahora la violencia política se ha mantenido en niveles municipales, con candidatos a cargos locales y no ha impactado de lleno en grandes centros urbanos o movimientos políticos. Sin embargo, los temores de que esta oleada de violencia llegue hasta la campaña presidencial no son menores. Especialmente porque con López Obrador, liderando las encuestas el poder político tradicional tambalea en México. Cualquier sospecha de fraude puede llevar a niveles insospechados de violencia a un proceso electoral marcado desde el principio por la tensión y el miedo.