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Los 20 minutos de pánico del vuelo en el que una mujer fue succionada por la ventana
El aterrizaje de emergencia en Filadelfia por una falla en el motor izquierdo del avión dejó a una heroína: la piloto Tammie Jo Shults, quien manejó el asunto con sangre fría y nervios de acero y salvó decenas de vidas abordo.
El vuelo 1380 de Southwest se dirigía con toda normalidad hacia su destino, había despegado desde la ciudad de Nueva York rumbo a Dallas con 144 pasajeros y 5 tripulantes. Eran las 11:10 de la mañana, lo que parecía ser un vuelo más en Estados Unidos se convirtió en una pesadilla en carne propia para quienes se encontraban a 9.000 metros de altura. El motor del Boeing 737-700 estalló. Habían pasado solo 20 minutos de un trayecto que dura cuatro horas.
Dicen que fue un estruendo gutural, el peor de los sonidos, el que desató los nervios. El motor del lado izquierdo sonó como una bomba debido a que un álabe de la turbina falló. Lo que siguió fue peor que una película de terror: una ventana recibió trozos de metal que la tumbaron. En la silla 14 de ese costado del avión estaba Jennifer Riordan, quien fue succionada con voracidad. Mientras eso pasaba, de inmediato el avión comenzó un descenso brusco hacía tierra.
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En ese momento, las colgantes máscaras amarillas cayeron y como fuera, los pasajeros intentaban seguir el protocolo de emergencias, tal vez creyendo que algo así nunca les pasaría.
Adentro, con el viento que sacudía todo lo que podía, se levantaban plegarias. Muchos compraron internet, al precio que fuera, para mandar a sus familiares los que serían en ese momento sus últimos mensajes.
"Agarré la mano de mi esposa y comencé a orar: ‘Querido Jesús, envía algunos ángeles. Solo sálvanos de esto ‘", dijo Timothy C. Bourman a The New York Times.
Mientras tanto, el pasajero Marty Martinez, como pudo, logró transmitir algunas imágenes de lo que estaba pasando adentro de ese caos a miles de pies de altura.
“¡Algo está mal con nuestro avión! ¡Parece que estamos bajando! ¡Aterrizaje de emergencia! ¡Vuelo del sudoeste de Nueva York a Dallas!”, fue lo que escribió desde su perfil de Facebook. Unas fotografías suyas muestran cómo quedó la ventana del avión.
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Pero seguro esta historia se hubiera contado diferente si no es porque hubo una heroína, que además sabe volar, y a su manera. Tammie Jo Shults, con nervios de acero, tomó la decisión de dar un giro con brusquedad para buscar un aterrizaje de emergencia en el lugar más cercano: Filadelfia. Shults, con sangre fría, fue piloto de combate en los años ochenta y noventa. Pero nunca pudo pilotear en el campo de batalla. Desde la adolescencia esta valiente mujer se enamoró de la vista privilegiada que tienen los pilotos y durante una década se puso el uniforme de la Armada. Hasta que en 1993 dejó de lucirlo y empezó una vida más tranquila.
Como cuando informó a los controladores que necesitaban médicos con urgencia, pues había heridos por el aparatoso accidente. Jennifer Riordan, fue halada por otros pasajeros, y se encontraba inconsciente y en mal estado. Medio cuerpo suyo había estado afuera en pleno vuelo.
Shults logró lo que parecía imposible. Antes de tocar tierra les dijo a los pasajeros que agacharan la cabeza. Muchos se preguntaban si podría ser el comienzo o de algo muy trágico o de algo heróico y feliz. Sin un motor en funcionamiento logró aterrizar, suavemente, y adentro del avión todo fue euforia y aplausos. Vivirían para contarlo.
Excepto Jennifer Riordan. Desafortunadamente, sus signos vitales se apagaron cuando la atendieron en un centro médico. Una camilla esperaba en la pista para llevarla al centro médico donde ya no tenía signos vitales.
La pasajera Diana McBride le escribió a la heroína en Facebook “Eres una verdadera heroína. Gracias por tu valentía y guía en una situación tan traumática”.