SALUD

¿Vuelve la gripe aviar? El preocupante potencial pandémico del virus H9N9

Las actividades de vigilancia a nivel internacional de los virus de la influenza aviar siguen siendo fundamentales en los procesos de evaluación de riesgos para la salud pública.

4 de febrero de 2022
Un hombre usa mascarilla médica y guantes quirúrgicos en un esfuerzo por protegerse de contraer el coronavirus mientras compra en la tienda de comestibles
Un hombre usa mascarilla médica y guantes quirúrgicos en un esfuerzo por protegerse de contraer el coronavirus mientras compra en la tienda de comestibles | Foto: Getty Images

Científicos del Instituto Pirbright, ubicado en Inglaterra y dedicado al estudio de las enfermedades infecciosas de los animales de granja, han descubierto que la infección con dos subtipos de gripe aviar (H9N2 y H7N9) puede provocar la aparición de un nuevo subtipo del virus denominado H9N9 con potencial de causar enfermedad grave en las aves de corral y en los humanos.

Los virus de la gripe A están muy extendidos en la naturaleza y amenazan la salud de humanos y animales en todo el mundo debido a su potencial pandémico. Las aves acuáticas silvestres –en particular patos, gansos, cisnes, gaviotas y aves costeras– son los hospedadores naturales. Estas aves actúan como el principal reservorio desde el que se transmiten los subtipos de la influenza A hacia las aves de corral domésticas.

La mayoría de estos virus causan una infección leve o asintomática en las aves. Sin embargo, existen algunos, conocidos como virus de la gripe aviar hiperpatógenos o altamente patógenos (HPAI), que originan enfermedades severas con altas tasas de letalidad en aves. Tanto los virus de la influenza aviar altamente patógenos (HPAI) como los virus de la influenza aviar de baja incidencia patógena (LPAI) han provocado enfermedades graves en los humanos.

Subtipos de la gripe tipo A

Ahora el que ha disparado todas las alarmas es el H9N9. ¿Qué significa ese nombre? Es muy sencillo. Los virus de la gripe de tipo A se dividen en subtipos según las combinaciones de dos diferentes glicoproteínas de la superficie del virus, la hemaglutinina (H) y la neuraminidasa (N). Existen 18 subtipos diferentes de hemaglutinina y 11 de neuraminidasa. Hasta la fecha, han sido identificadas múltiples combinaciones de subtipos H y N en aves silvestres. Por ejemplo, un virus H5N1 designa un subtipo de influenza A que tiene una proteína H 5 y una proteína N 1.

Gripe aviar se extiende rápidamente en Europa y Asia
Foto de referencia | Foto: Getty Images

Todos los subtipos conocidos de los virus de la influenza A pueden causar infecciones en las aves, salvo los subtipos H17N10 y H18N11, que solo han sido encontrados en murciélagos. Algunos subtipos causan enfermedades en otras especies animales. Por ejemplo, H7N7 afecta a los caballos y H3N8 enferma a perros y caballos. Tan solo los subtipos H1N1 y H3N2 del virus de la influenza A están actualmente en circulación entre las personas, aunque otros subtipos como H5N1, H10N8, H10N7, H6N8, H7N9, etc. también pueden infectar y afectar a los humanos.

El destructivo H7N9

Hay diferencias genéticas y antigénicas entre los subtipos de virus de la influenza A que normalmente causan infecciones solo en aves y los que causan infecciones en aves y personas. Los subtipos de influenza aviar identificados con mayor frecuencia que causan infecciones en aves y humanos son los virus H5, H7 y H9.

El virus H9N2, ampliamente distribuido entre aves de corral como pollos y codornices, ha provocado algunos casos esporádicos y poco frecuentes de infecciones en seres humanos en Asia (Bangladesh, China, India, Omán y Pakistán) y África (Egipto y Senegal) que generalmente causan enfermedades leves en las vías respiratorias superiores, aunque en alguna ocasión la infección derivó en la muerte de la persona afectada.

En marzo de 2013 fueron descritas por primera vez infecciones en humanos del virus de la influenza aviar A H7N9 de linaje asiático. Este virus, surgido de la recombinación genética entre un virus H9N2 y otros virus de influenza aviar de baja patogenicidad que circulan en aves en China, causa una enfermedad clínica inaparente en los pollos. Pero la transmisión zoonótica a los humanos, normalmente tras la exposición a aves de corral infectadas o ambientes contaminados, provoca una enfermedad grave y mortal.

Desde principios del año 2013 y hasta la fecha se han notificado a la OMS un total de 1.568 infecciones humanas confirmadas por laboratorio con el virus de la influenza aviar A (H7N9). De ellas, 616 tuvieron un desenlace fatal, lo que supone una tasa de mortalidad del 39 %.

¿Qué es la gripe aviar y cómo se contrae?
Gripe aviar - Foto de referencia | Foto: Getty Images

El riesgo actual que representa el virus H7N9 de origen asiático para la salud pública es bajo, pero el potencial pandémico de este virus es preocupante.

Cuando H9N2 y H7N9 se mezclan

Los subtipos H9N2 y H7N9 circulan habitualmente en aves de corral en Asia, pero no causan enfermedades graves en los animales. Por desgracia, si un huésped está infectado por los dos subtipos, existe la posibilidad de que los virus intercambien material genético y surja un subtipo H9N9 virulento. El trabajo de los investigadores ingleses ha demostrado que la coinfección experimental de pollos con los subtipos H9N2 y H7N9 permiten la aparición de un virus recombinante H9N9.

Este nuevo virus H9N9 recombinante muestra una mayor tasa de replicación en células A549 humanas y una unión al receptor celular significativamente mayor que el H9N2. Lo que podría indicar que probablemente sería más infectivo en personas. Por tanto, la cocirculación natural de los virus H9N2 y del linaje G1 del subtipo H7N9 pueden representar una amenaza para la generación de nuevos virus H9N9 que exhiban mayor virulencia en las aves de corral y un importante potencial zoonótico para los humanos.

Sin lugar a dudas, las actividades de vigilancia a nivel internacional de los virus de la influenza aviar siguen siendo fundamentales en los procesos de evaluación de riesgos para la salud pública.

Por Raúl Rivas González

Catedrático de Microbiología, Universidad de Salamanca.

Artículo publicado originalmente en The Conversation.

The Conversation