Obama, de lleno en la economía
Pese a que no han pasado siquiera 72 horas desde que fuera elegido presidente de Estados Unidos, Barack Obama comenzó a sumergirse de lleno en uno de los temas que se tornó crucial en las elecciones: la crisis económica que desde hace más de un año mantiene en vilo al país.
Este viernes, Obama se reunió con sus asesores económicos que lo ayudarán a elegir quiénes integrarán el equipo de la Casa Blanca y a decidir cómo implementar las medidas que prometió tomar durante su campaña.
Tras el encuentro, el todavía senador de Illinois brindó su primera conferencia de prensa en la que no anunció -como algunos especulaban- quién será el próximo secretario del Tesoro.
Varios son los nombres que se barajan, entre ellos el del ex secretario del Tesoro, Larry Summers y Timothy Geithner, actual jefe de la Reserva Federal de Nueva York.
De la elección de este puesto dependerá el rumbo y las políticas económicas que se aplicarán en el país, y en el corto plazo, cómo se distribuirá el paquete de rescate de US$700.000 millones destinado a revitalizar al malherido sistema bancario.
Malas noticias
Pero éste no es el único anuncio que se esperaba en el día de hoy. El Departamento de Trabajo informó un marcado aumento en el índice de desempleo, que alcanzó el 6,5% en octubre, la tasa más alta en los últimos 14 años. En septiembre la tasa había sido del 6,1%.
Una noticia poco alentadora que se suma a la de la caída de las bolsas en los últimos días: desde la elección de Obama, las acciones en Wall Street han perdido aproximadamente el 10% de su valor.
Los demócratas son conscientes de la presión que existe para frenar esta crisis, que no parece más que profundizarse.
Por esta razón, una de las ideas es que el Congreso apruebe en breve un paquete de estímulo económico que Obama propuso durante su campaña, para que se implemente antes de que el candidato electo asuma oficialmente el cargo, el 20 de enero del año entrante.
Este paquete consiste básicamente en ayuda monetaria para los estados y gobiernos locales, mayores beneficios para los desempleados y dinero adicional para solventar los gastos de combustible, alimentación y salud de las personas con menos recursos económicos.
Los retos que Obama tiene por delante -en términos económicos- no son sencillos: el país que recibe no es el mismo que al inicio de su campaña: EE.UU. está atravesando una de las peores crisis financieras en 70 años.
Además, el país alcanzó un déficit presupuestario récord de US$483 mil millones, (sin tomar en consideración el paquete de rescate económico de US$700.000 millones).
Obama tendrá también que encontrar la forma de estimular el crecimiento económico y devolver el optimismo a los consumidores que han dejado de gastar en productos y servicios, acosados por la inseguridad laboral y el temor de que las cosas sólo puedan empeorar.
Según cifras oficiales, el gasto de los consumidores, que en EE.UU. representa más de dos tercios del PIB, cayó en el último trimestre 3,1 por ciento, la primera disminución en 17 años y la mayor en 28 años. Y como si fuera poco, la caída de 6,4% en el consumo de bienes no duraderos fue la mayor desde 1950.
Urgencia
Dada la situación, no sorprende la urgencia de ponerse manos a la obra. Y en eso coinciden tanto republicanos como demócratas.
"Estamos enfrentando problemas económicos que no se detendrán para permitir que el nuevo presidente se acomode (en su cargo)", dijo Bush al personal de la Casa Blanca, mientras urgía a que hiciesen todo lo posible para hacer más efectivo el traspaso de mando al presidente electo y a su equipo.
Además, se especula sobre si Obama cumplirá algún papel en la reunión de los países del G20 -convocada por Bush para el 15 de noviembre-, para empezar a discutir cuál debe ser la nueva arquitectura financiera mundial luego de la debacle del último año.
Por todas estas razones, quizás la prueba de fuego para Obama llegue mucho antes de los esperado, y en estos meses previos a asumir el cargo, el mundo podrá evaluar si sus acciones están a la altura de sus palabras.