Vaticano
¿Existe el tesoro escondido de los papas? La Santa Sede habla de los mitos y verdades sobre su multimillonario patrimonio
Los innumerables inmuebles que el Vaticano posee en prestigiosos barrios de París, Londres, Ginebra y Roma, valorados en miles de millones de dólares, son fuente de independencia pero también de muchos escándalos.
“Cuando se dice que la mayor parte de los edificios en Roma pertenecen a la Iglesia y al Vaticano, es simplemente falso”, se subleva monseñor Nunzio Galantino, presidente desde hace más de dos años de la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica (Apsa) en una entrevista con la AFP.
Cansado de las fantasías “sensacionalistas” que suscita el tesoro escondido de los pontífices, este italiano jovial forma parte del círculo de confianza del papa Francisco, elegido para centralizar y controlar el patrimonio inmobiliario y los fondos financieros del Vaticano.
Las propiedades de la Santa Sede son en su mayoría fruto de inversiones realizadas desde hace más de un siglo.
El año 1870 marca el final de los Estados Pontificios, anexados al reino de Italia. Seis décadas después, en 1929, se crea el Estado de la Ciudad del Vaticano, con una extensión de 44 hectáreas, en virtud de los Pactos de Letrán.
En virtud de este acuerdo, la Santa Sede fue indemnizada por la confiscación de sus territorios y bienes eclesiásticos, como el gigantesco palacio del Quirinal, antigua residencia de treinta papas que actualmente ocupa el presidente de la República.
El papa de la época, Pío XI, decide invertir en Italia y en el extranjero en ladrillo “para asegurar la libertad y la independencia de la Iglesia”, explica Nunzio Galantino.
737 bienes en París
En el corazón de París, en Boulevard Saint-Michel, barrio del Odeón o Campos Elíseos, los servicios del obispado administran desde hace tiempo 737 bienes inmobiliarios (cerca de 56.000 metros cuadrados), valorados en 595.5 millones de euros, unos 721.6 millones de dólares.
En Londres, posee 27 inmuebles (4.600 metros cuadrados), valorados en 108.5 millones de euros, equivalentes a 131.4 millones de dólares, en lugares tan elegantes como Saint James Square, Kensington o New Bond Street.
Y en Suiza, en particular en Ginebra y Lausana, 140 bienes (más de 16.000m2), avaluados en más de 91 millones de euros o 110,2 millones de dólares.
En Roma, la iglesia posee edificios enteros que fueron construidos en dos calles que convergen directamente en la plaza de San Pedro, como la célebre Via della Conciliazione.
En Italia, la Apsa alquila 2.400 apartamentos y 600 comercios y oficinas italianas, que proporcionaron 99 millones de euros en 2019 (120 millones de dólares) a las arcas vaticanas.
De los 1.6 millones de metros cuadrados, 15 por ciento están en el mercado libre de alquiler; y 30 por ciento, sometidos a alquileres subvencionados, en particular a empleados y jubilados. El 55 por ciento restante están ocupados por instituciones vaticanas o son prestados gratuitamente a escuelas o universidades.
El objetivo es mejorar “el rendimiento de los activos inmobiliarios”, asegura el jefe de Apsa, que reconoce que algunos apartamentos están vacíos y deteriorados tras décadas de ocupación.
Pero lejos de la lógica mercantilista, la Santa Sede ha preferido destinar recientemente un edificio a las buenas obras del papa, pese a su vista directa a la Plaza de San Pedro. Y sobre una de las colinas romanas más elegantes, un edificio suntuoso se ha dedicado a la formación del clero.
Propietarios millonarios
En este contexto, monseñor Galantino se confiesa incapaz de valorar el patrimonio italiano y su totalidad. Un dato totalmente obsoleto figura en las cuentas financieras, reconoce un experto del Vaticano.
Por ejemplo, la Basílica de San Pedro está valorada en un euro simbólico, al igual que los palacios administrativos o los prestados gratuitamente a universidades.
Ello no obsta para que la Santa Sede cuente con un patrimonio valorado en varios miles de millones de dólares.
Centenares de apartamentos están administrados por un ministerio que comprende las actividades misioneras, patrimonio adicional evaluado en “3.000-4.000 millones” por el diario económico Il Sole 24 Ore, que concluye que las propiedades en el mercado de alquiler podrían alcanzar los 6.000 millones de euros (7.271 millones de dólares).
¡Y Apsa todavía está realizando el inventario de sus bienes italianos!
“A principios del siglo XIX muchas congregaciones religiosas no estaban reconocidas por el Estado italiano; era normal en la época atribuir directamente sus bienes a la Santa Sede. A partir de los años 1980, hemos devuelto bienes a las congregaciones, pero con algunos errores”, explica el prelado, que busca entre 70 y 80 escrituras.
“El virus ha ralentizado la búsqueda en los archivos” pero espera concluir el inventario para “finales de la primavera (boreal) de 2021”.
Depredadores al acecho
El papa Francisco acaba de centralizar en las manos de Apsa las propiedades londinenses adquiridas por la poderosa Secretaría de Estado (administración central de la Santa Sede) a través de circuitos opacos y de intermediarios italianos avaros.
Se trata sobre todo de un bien de lujo situado en 60 Sloane Avenue, en el elegante barrio londinense de Chelsea, comprado en dos tiempos a partir de 2014. Esta transacción será objeto de un proceso este año en la justicia vaticana.
Otro conjunto londinense de cinco apartamentos de lujo lo administra el fondo de inversiones Centurion Global Fund, con sede en Malta, que financió con dinero de la Iglesia, “Rocketman”, una película sobre el cantante homosexual Elton John, provocando el bochorno del Vaticano y procesos en justicia.
El papa pidió “la retirada lo antes posible” de estas inversiones o al menos “eliminar el riesgo de que empañe la reputación” de la Iglesia.
Los escándalos inmobiliarios no son una novedad, pero el Vaticano quiere actuar contra los depredadores. A finales de enero, la justicia vaticana condenó a cerca de nueve años de cárcel a un expresidente del “banco del papa” por enriquecimiento al vender fraudulentamente una veintena de bienes inmobiliarios de la Santa Sede entre 2001 y 2008.
Por Catherine Marciano.
AFP