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Escándalos parecidos en Estados Unidos a los de Stormy Daniels y Donald Trump han terminando elevando la popularidad del señalado
Fue lo que ocurrió tras el fallido intento de destituir al presidente Bill Clinton debido a su aventura con Mónica Lewinsky.
Este artículo, publicado el 23 de agosto 2018 por The Conversation, explica cómo el escándalo que afronta el ahora expresidente de Estados Unidos Donald Trump terminó en su momento elevando su popularidad. ¿Sucederá lo mismo ahora, cuando Trump tiene intenciones de reelección presidencial?
Michael Cohen, el hasta ahora abogado personal de Donald Trump, se ha declarado culpable de fraude y de otros delitos, pero también ha implicado al presidente en la trama. Al mencionar los pagos hechos a la actriz de cine para adultos Stormy Daniels, supuestamente con el fin de acallar una presunta aventura con el presidente, Cohen declaró ante el juez: «Yo participé en ese intercambio en Manhattan, con la finalidad de influir en las elecciones». Este hecho constituiría una violación en la ley sobre la financiación de campañas, poniendo en el punto de mira las posibles repercusiones para Trump.
El mismo día que Cohen declaraba ante el tribunal, el exdirector de campaña de Trump, Paul Manafort, era también declarado culpable de delitos federales al haberse descubierto su relación con el Gobierno de Rusia y con empresas relacionadas con intereses en ese país.
Aunque aún es pronto para saber cómo afectarán estos últimos acontecimientos al actual Gobierno, está claro que han hecho mella en la imagen del expresidente, sumándose a los otros escándalos que ya lo rodean. Resulta necesario analizar la historia de otros escándalos presidenciales para poder dilucidar qué le podría pasar a Trump en los próximos meses.
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Mantenerse firme
Ya desde los primeros días de su gobierno, el índice de aprobación ha sido uno de los asuntos recurrentes que rodean al gabinete de Trump, que ha mantenido el apoyo del 40 % de los norteamericanos, a pesar de las innumerables controversias y el asedio mediático en el que se encuentra. La razón es muy clara: aunque los demócratas e independientes rechazan al actual presidente, el apoyo republicano es unánime con un 87 % de los votantes dentro del partido. Salvo contadas excepciones, los políticos republicanos se han mostrado reacios a dejar claro su desacuerdo con el presidente por miedo a represalias por parte de sus propios votantes.
Esta situación deja en mejor lugar a Trump frente a uno de sus predecesores, Richard Nixon, cuyo índice de aprobación llegó a caer hasta un 20 % durante las últimas etapas del caso Watergate. Sin embargo, son pocos los que saben que Nixon también conservó la mayoría del apoyo republicano hasta casi el final del escándalo.
Ni sus votantes ni sus aliados en el Congreso abandonaron a Nixon hasta que el consejero presidencial John Dean testificó en su contra ante el comité encargado del escándalo. Después salió a la luz la publicación de los famosos audios que implicaban a Nixon en la trama criminal. Este mismo efecto podría repetirse hoy con los escándalos de Trump. Todo depende de las pruebas que Cohen presente en contra del presidente, pudiendo lograr que el apoyo republicano comience a derrumbarse.
Venirse abajo
Sin embargo, durante los años 70 Estados Unidos se encontraba menos polarizada políticamente que hoy en día. En estas condiciones tan extremas es posible no solo que el presidente logre sobrevivir, sino también que este escándalo dispare su popularidad.
Esto fue lo que ocurrió tras el fallido intento de destituir al presidente Bill Clinton debido a su aventura con Mónica Lewinsky. Gracias a una economía en auge y a una escena política totalmente polarizada, el índice de aprobación de Clinton aumentó de gran manera durante dicho escándalo. Los votantes demócratas jamás lo abandonaron y el escándalo pasó a considerarse un lapso moral que no guardaba relación con la actuación del presidente. Además, los votantes independientes y de centro estaban demasiado satisfechos con la situación económica del país como para posicionarse en contra.
Tal y como están las cosas, es posible que Trump también salga airoso de esta situación. Al igual que a finales de los 90, la economía de los Estados Unidos es favorable. Aunque los salarios no logran despegar, el índice de desempleo se mantiene muy bajo, mientras que el índice de crecimiento aumenta de manera constante.
Trump está siguiendo la estela de Clinton al tachar sus escándalos como maquinaciones de sus enemigos políticos claramente corruptos, llegando a referirse a la investigación contra Robert Mueller como «la mayor caza de brujas de la historia de nuestro país». Hasta ahora esta estrategia le ha mantenido en la Casa Blanca, aunque cada vez menos independientes y votantes de centro parecen estar de acuerdo.
¿Y qué ocurrirá ahora? Frente a esta situación tan singular en la estructura política de Washington, el poder para arreglar este caos recae sobre el pueblo norteamericano, que deberá decidir si los escándalos de su presidente son aceptables o si le resulta imposible Ignorarlos, por lo que requerirá un castigo político. El gabinete de Trump sabe que la primera prueba de fuego se presenta en las elecciones del próximo noviembre, donde se comprobará si los escándalos de su presidente le han costado el Congreso frente a los Demócratas. Esto dejaría a Trump al borde del precipicio político.
Por: Neil Visalvanich
Lecturer in the School of Government and International Affairs, Durham University
Este artículo fue publicado originalmente en inglés