Música para vivir
La Red de Bandas y Escuelas de Música de Medellín se ha convertido en un orgullo para los paisas, comparable con las obras de Fernando Botero o el Metro. Ahora el gobierno nacional quiere extenderla a todo el país.
En 1990 un multitudinario concierto navideño logró unir a dos comunidades hasta entonces enfrentadas a muerte por el narcotráfico, el sicariato y una violencia sin límites. Los habitantes de las comunas nororiental y noroccidental de Medellín, específicamente de los barrios Aranjuez y Castilla, dejaron de lado sus diferencias para organizar un evento histórico en el que aproximadamente 300 músicos deleitaron a 10.000 espectadores. La música fue la mejor excusa para llegar a un sector de la ciudad inexistente en los planes culturales.
Para el músico y administrador de empresas Juan Guillermo Ocampo el impacto positivo que causó la música en esa ocasión no fue ninguna sorpresa pues siempre lo había intrigado su poder infinito. Por eso, al ver el resultado, siguió realizando conciertos y charlas de apreciación musical en los barrios marginados de Medellín.
Para 1995 el deseo de Ocampo y de otras personas que formaron parte del primer concierto de hacer un trabajo más permanente empezó a tomar forma con la idea de crear escuelas de música en algunos barrios de la ciudad. La Alcaldía y el Concejo de Medellín apoyaron la iniciativa con entusiasmo y le dieron vía a la Red de Escuelas y Bandas de Música, dirigida a la juventud y a la niñez de los sectores más golpeados por la violencia, con un presupuesto inicial de 1.000 millones de pesos.
En 1997 la Red se hizo realidad con la creación de cinco bandas y dos escuelas con un objetivo común: formar, más que músicos, seres humanos responsables, disciplinados y comprometidos con su ciudad, usando la música como herramienta de trabajo. Las comunidades acogieron inmediatamente la oportunidad de que sus niños y jóvenes recibieran educación musical gratuita. "A pesar de que nos dieron un plazo de más o menos un año para mostrar resultados el talento fue evidente desde el principio. El deseo de superación, la capacidad de trabajo y de sacrificio de estos niños y jóvenes nos dejó a todos sin palabras", cuenta Ocampo, quien fue nombrado director de la Red.
Actualmente este programa cuenta con 2.200 niños y jóvenes y en menos de cinco años aspira a llegar a los 10.000. Para lograr esto la Alcaldía tiene previsto abrir seis escuelas nuevas para final de año y 10 más para el próximo.
Una de estas jóvenes es Marisol Zapata, quien con sólo 13 años tuvo el honor de ser la solista que tocó en la posesión del presidente Alvaro Uribe. Para ella, habitante del barrio Villahermosa, la música no sólo cambió su vida y su rutina diaria con los ensayos. "En Medellín se vive una guerra constante y hay situaciones muy difíciles, pero el programa le hace a uno ver las cosas de otra manera y le permite transmitir ese mensaje a las personas", asegura Marisol, quien ingresó a una de las escuelas de la Red a los 9 años.
Pero a otros la música no sólo les ayuda a hacer menos difícil su existencia y la de los demás, sino que se convierte en la vida misma. Ejemplo de ello es Liliana Ospina, quien aunque para los parámetros establecidos empezó tarde su formación musical -sólo a los 14 años cogió un instrumento- hoy, con 17, es reconocida como una destacada violinista y más de un maestro desea trabajar con ella. "La música me dio tres vueltas, me cambió todo. Esto es lo mío y estoy decidida a estudiar violín hasta ser la mejor", asegura Liliana.
Un futuro
mas que promisorio
En pocos años la Red se convirtió en un símbolo de la ciudad -al igual que las obras de Botero o el Metro- del que los paisas se sienten especialmente orgullosos. La Orquesta Sinfónica Infantil y Juvenil, que nació como una segunda fase del programa inicial, se presenta constantemente en Medellín y otras ciudades de Colombia y el exterior, pues su fama ha trascendido fronteras. "Muchos músicos, directores, maestros e instrumentistas de todo el mundo han anunciado su visita para venir a conocer y tocar con los niños. Por ejemplo, Alessio Benvenuti, uno de los más importantes violinistas y pianistas de Europa en la actualidad, vino de gira recientemente y pidió dirigir la orquesta", cuenta Ocampo.
Pero el futuro de estos niños parece aún más brillante. "El programa de Orquestas Sinfónicas, aunque lleva solamente dos años, ya tocó para Fernando Botero en el Museo de Antioquia, viajó a Ecuador, estuvo en la posesión del presidente Uribe y se presenta casi mensualmente en los mejores escenarios de Bogotá. Por si fuera poco, ya lanzó su primer CD con obras clásicas latinoamericanas y colombianas y próximamente va a estrenar la obra 'El Barbero de Sevilla', en el Teatro Metropolitano de Medellín, algo nunca logrado por una orquesta de niños y jóvenes", dice el orgulloso director. Además, los colombianos los tendrán diariamente en sus casas, pues ya grabaron el nuevo videoclip del Himno Nacional.
La tercera y última fase del programa es la profesionalización y el estudio al más alto nivel de los alumnos que se decidan por la música. "Vamos a crear la Escuela Superior de Música, en la que no solamente los prepararemos y les conseguiremos becas e intercambios en los mejores institutos del exterior, sino que también los vamos a convertir en los nuevos profesores y directores del sistema", dice Ocampo.
No obstante él es consciente de que no todos van a seguir con la música como elección profesional. "Para todos aquellos que no sigan en el sistema ya el programa les habrá cumplido con un aporte valiosísimo en su formación humana. Estamos seguros de que cuando sean ingenieros, arquitectos, gerentes, rectores de universidad, concejales, alcaldes o presidentes, van a saber tomar decisiones muy buenas para la ciudad y el país, van a saber dirigir sus instituciones y obligaciones con un alto sentido social y compromiso humano. Eso es lo que más nos interesa".