MÚSICA

Astor Piazzolla, con un pie en el jazz y otro en la academia

El Quinteto Astor Piazzolla trae a Colombia su “Revolucionario Tour” y presenta en el Teatro Colón obras desconocidas y geniales del maestro argentino. ARCADIA conversó con Julián Vat, el director musical de la agrupación, sobre el enigmático compositor de tango que revolucionó el género.

Jose Miguel Gómez
1 de abril de 2019
Lautaro Greco en el bandoneón, es uno de los más jóvenes del conjunto musical. Foto: cortesía Quinteto

Su gira internacional visita Uruguay, pasa por Brasil y llega hasta Corea del Sur, pero el Quinteto Astor Piazzolla también se detiene en Colombia este fin de semana para cumplir con dos funciones en Bogotá el 6 y 7 de Abril. Luego tendrán única función en el Teatro Metropolitano de Medellín el 9 del mismo mes.

La creación del Quinteto tiene lugar luego de la muerte de Astor Piazzolla el 4 de julio de 1992. Laura Escalada Piazzolla, su viuda, decidió continuar con su legado a través de la creación de la Fundación Piazzolla, y a través suyo la agrupación musical que dejó el compositor tomó impulso para seguir con el trabajo del maestro.

El Quinteto Astor Piazzolla está compuesto por Lautaro Greco en el bandoneón, Sergio Rivas en el contrabajo, Germán Martínez en la guitarra, Sebastián Prusak en el violín y Christian Zárate en el piano, bajo la dirección musical del saxofonista y flautista Julián Vat. Foto: cortesía Quinteto

En 1998, Julián Vat asumió como director del conjunto y convocó a audiciones para darle un cambio general al Quinteto. Desde el año dos mil, un contrabajo, un violín, un piano, una guitarra y, por supuesto, un bandoneón, hacen conciertos con la música de su fundador.

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Según Vat, para Piazzolla el formato de Quinteto era el que mejor podía representar su obra. Es por eso que su función principal como director de la agrupación es tratar de “fundir la obra reconocida y la no reconocida”, es decir las más de 3000 composiciones de Piazzolla que se podrían contar. Al día de hoy el Quinteto ya cuenta con tres discos grabados y va por un cuarto donde busca dar a conocer las obras escondidas del maestro argentino.

A vísperas de su llegada a tierras colombianas, ARCADIA conversó con Vat sobre la música de Piazzolla, sus características y particularidades. Esto dice:

Hablemos de la música. Si Carlos Gardel representa el tango tradicional ¿qué reprsenta el tango de Astor Piazzolla?

Ellos tienen una historia en común. Una vez Gardel invitó a Piazzolla a hacer parte de una película. Su padre no lo autorizó debido a su corta edad de 12 años. Fue en ese viaje en que se dio el fatídico vuelo de Gardel en Medellín. Así se evitó la muerte del joven Piazzolla.

Piazzolla fue un músico que transitó el tango en todas sus formas. Conformó orquestas, arregló temas fundacionales del género. Recibió encargos de distintas discográficas para crear música con ciertos estándares de tango. Fue, por lo tanto, un instrumentista, director y arreglista. A partir de eso comenzó a buscar su propio sello. Además, a pesar de que nació en Mar del Plata, vivió en Nueva York desde muy chico. Ahí puso una pata en el jazz. Luego hizo su estudio académico con Ginastera en Argentina y con Nadia Boulanger en Europa. por lo tanto creo que también hay un aspecto clásico que lo identifica. Su propia vida es lo que su música termina siendo, una mixtura que esencialmente comienza en el tango y se ancla en él, pero que permitió que los géneros que él transitó como oyente, admirador, intérprete y estudiante le dieran su propia impronta.

El reconocimiento de Piazzolla ha sido tardío. Parte de nuestra función es tratar de difundir la obra, que es mucho más grande de lo que uno se imagina. El sello particular de Piazzolla se siente en los cambios de acentuación de un clásico 4x4 a un 3-3-2 en las corcheas, en algunas diferencias armónicas e incluso en los elementos que toma de otros géneros.

¿Cuál es entonces la diferencia entre la escuela de Gardel y la escuela de Piazzolla?

El tango se ha ido desarrollando y ha ido incorporando distintos elementos. En ese sentido, Piazzolla se ha adelantado y ha sumado elementos que constituyen lo académico. Por ejemplo, en Piazzolla hay más de una composición en forma de fuga. La música moderna también lo ha atravesado, pero, así como ha tenido algunas patas en el jazz (por su admiración a Miles Davis), también las tuvo en la música clásica. Yo considero que Piazzolla tomó lo que más le satisfizo y consideró valioso de lo que se escuchaba, y su oído recibía como una antena receptora del mundo. Y nunca perdió la identidad de Buenos Aires y el sello que lo caracteriza por pintar su propia aldea. Uno escucha a Piazzolla y escucha a Buenos Aires.


Esas particularidades en cuanto a la métrica y lo técnico pueden hacer que la música de Piazzolla resulte difícil de interpretar para oídos no educados. ¿Es Astor para una élite musical o para todo el mundo?

Yo me basaría en los hechos. Piazzolla es un genial melodista, ha compuesto melodías bellísimas que hacen que, en definitiva, desde hace unos años sea el músico argentino más escuchado en el mundo. No sólo en el ambiente académico, sino que también es muy común escuchar en la calle a la gente silbar ‘Libertango’. Cuando un compositor hace que sus melodías impregnen a la gente y se conviertan en esas melodías que no saben qué es pero lo silban y se lo apropian como algo cotidiano, esa es la universalidad. Es la prueba absoluta de que su lenguaje ha sido entendido y de que es de fácil comprensión. Yo creo que entra por el corazón y a Piazzolla le ha sobrado corazón.

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Usted me habla de la universalidad de su música. Hay una pieza en especial que marcó la obra de Astor Piazzolla: Adiós Nonino. Cuéntenos de la historia de esa canción.

Piazzolla estaba de gira y se entera del fallecimiento de su padre. Esa misma noche toma el bandoneón y esta es la melodía que sale. Creo que esa es la explicación de la universalidad de esa música: un corazón destruido por un ser que siempre lo ayudó y apoyó desde muy chico, fue quien le compró su primer bandoneón en Estados Unidos. Todo ese amor y ese sentimiento se plasma en esa melodía. Es igual de bella que otras tantas, sin embargo, hay algo que trasciende lo musical y que evidentemente toca a la gente. Son cosas que no tienen necesariamente explicación. Fue una composición casi inmediata, es como un diálogo entre la muerte y el bandoneón, es su propia despedida al enterarse del fallecimiento de su padre.

Dicen que la música de Piazzolla fue conocida primero en Europa que en Argentina, ¿por qué?

Porque su vida fue de batalla. Él fue un músico muy resistido dentro del género del tango, justamente por ser un músico revolucionario -palabra que da el nombre a nuestro primer disco-. Esto tiene que ver con romper esquemas, romper barreras. En la época en la que se decía que lo de él no era tango sino otra cosa, y que aquí en Argentina el tango era la música más popular, le tocaba a veces salirse de los taxis cuando los choferes lo identificaban.

Europa, siendo un continente más antiguo y con más historia, también verifica algunos procesos de otra manera. La música de Piazzolla fue absorbida y aceptada desde el inicio. Piazzolla desarrolló mucha música allí, ha escrito para distintas formaciones y películas. Incluso fue un músico con un sello como autor tan alto que algunos directores de cine le decían que escribiera primero la música y luego ellos grababan las escenas. Ese hecho, desde mi experiencia, no ocurre. Normalmente se trabaja a partir de las escenas que le entregan y el trabajo de uno es posterior.


¿Conoció personalmente a Piazzolla?

Sí, tuve el honor de conocerlo. Yo tenía un conjunto musical que se llamaba ‘Nuevos Aires’, donde yo era el saxofonista y flautista. Un día decidimos entregarle un cassette, se lo tiramos por la ventana del auto para que escuchara de nuestra música. A él le gustó y tuvo la generosidad de invitarnos a su casa. Charlamos con él toda la mañana. Luego él me dio el honor de estrenar mundialmente una obra en Argentina que había escrito para flauta y guitarra: ‘La historia del Tango”. Eso me ayudó a entender aún más su obra, que era incansable. Era un señor que a las ocho de la mañana, todos los días, sin dudar, se levantaba y se sentaba en el piano a trabajar. Su conducta y perseverancia en ese sentido hizo que hoy podamos disfrutar su obra.

Fue un tipo muy generoso. No es común ver este tipo de gestos en artistas. Nos regaló una música llamada “500 motivaciones”, pues estaba compuesta por 500 compases. Cuando a él lo nombran ciudadano ilustre en 1985, nuestro grupo tocó esa obra en la ceremonia que se llevó a cabo en el teatro San Martín. Es un placer que me guardo entre los recuerdos más queridos de mi vida. Luego él tocó solo… lo que me faltó fue haber tocado al menos dos compases con el maestro.