Luzmila Carpio se presenta el 12 de septiembre en el Auditorio Fabio Lozano.

MÚSICA

“Nuestras creencias nos separan, la música nos une”, Marianna Piotrowska

La gratitud es el tema central del Festival Internacional de Música Sacra de Bogotá, que empieza hoy en la capital. ARCADIA conversó con su directora de la diversidad que ofrece y de los espectáculos y actividades imperdibles de su octava edición.

RevistaArcadia.com
12 de septiembre de 2019

Una vez más, las tradiciones religiosas de diferentes partes del planeta se unen para hablar  un solo lenguaje, la música. Desde 2012, el Festival Internacional de Música Sacra ha hecho de Bogotá la capital de las músicas sagradas en Latinoamérica. En este, iglesias, capillas, museos y auditorios sirven de escenarios para propiciar diálogo, unión y respeto por la diversidad de creencias a través de sonidos que elevan. 

Del 12 de septiembre al 6 de octubre, el entorno está servido para la octava edición. en esta, el 90 por ciento de la programación será gratuita, esta incluye conciertos, conferencias, clases magistrales, charlas con artistas, exposiciones y visitas guiadas por las iglesias patrimoniales del centro histórico de la capital.

 ARCADIA habló con Marianna Piotrowska, directora del festival, sobre la transformación y su crecimiento en los últimos años, los artistas imperdibles que trae esta edición y las claves para que sea todo un éxito. 

Primero, cuéntenos sobre los artistas que destacaría en esta edición.

La inauguración es con Luzmila Carpio,  indígena boliviana que vive en Europa y tiene una carrera musical muy amplia. Ha grabado 25 discos, obtenido numerosos premios, ha compuesto 120 obras. Ella va a hacer un concierto a manera de gratitud hacia la Pachamama interpretando su música ritual indígena. Con esto, generamos conciencia sobre el medio ambiente también. Ella trae un mensaje espectacular, es una activista, es una belleza.

También estará Carlos Prieto, un gran violonchelista mexicano que va hacer un repertorio tocando su violonchelo Stradivarius. Va a presentar dos obras que son compuestas en el mismo año que nació su violonchelo, es algo bien especial.

Carlos Prieto y su Stradivarius, imperdible.

Para el concierto de cierre tenemos dos coros de Polonia que van a venir con cuatro solistas, director y organista. Se van a presentar en la Catedral Primada. Es un concierto para cerca de tres mil personas. Van a interpretar una misa en Fa Mayor de Poniatowski, que fue un príncipe polaco que también era compositor.

Vamos a tener a Waed Bouhassoun, una siria que va interpretar música sufí de Siria y del norte Árabe. Tendremos una misa de Tomás Luis de Victoria, uno de los grandes compositores de música sacra, de los más reconocidos y destacados,. Es una obra muy difícil, un gran reto para ellos presentarla, será divino. Con la Orquesta Filarmónica tenemos el Réquiem de Gabriel Fauré, un homenaje a Belisario Betancur, que era miembro del Patronato del Festival, una persona que lo apoyó mucho. También viene una violonchelista de Israel, Inbal Segev, muy buena, ese concierto va a ser en la Iglesia de Lourdes. Esto entre muchísimo más. 

Waed Bouhassoun, una siria que va interpretar música sufí de Siria y del norte Árabe. Foto: F. Guenet

¿Qué mensaje quiere dejar el festival?

El mensaje que trae el festival es que no importa la creencia que tengamos, no es más sagrada tu visión que la mía. Lo que nosotros creemos depende mucho de las tradiciones culturales que tenemos cada uno, entonces hay que vivir en esta diversidad en armonía y respetarnos esas diferencias. Eso es lo que ha hecho del festival un éxito.

Durante un mes de concierto y actividades, queremos mostrar la historia del mundo a través de la música en Bogotá . Es una gestión difícil, porque la financiación es complicada, pero lo hemos logrado porque la gente quiere el festival.

Vinculamos a los líderes religiosos y esto lo hacemos a través de la conferencia episcopal, es decir, que al ser tan sensible queremos tratar de hacerlo con el apoyo y la integración de ellos para desde la organización también se vea esa multirreligiosidad.

Y pasan cosas interesantes. Al Cardenal le preguntaron en el Vaticano cómo había hecho para traer una delegación del patriarcado de Moscú a Bogotá, si ellos llevan invitándolos mil años al Vaticano y nunca habían querido ir. El Cardenal les dijo: “La música, porque ellos han venido a acompañar un coro del patriarcado de Moscú”. En ese concierto se establecieron las relaciones entre la iglesia católica colombiana y la iglesia ortodoxa rusa, cosa que en el Vaticano no han logrado.

¿Cómo explica esa relación entre la música, religión y arte? La imagen oficial corre por cuenta de un artista reconocido...

Desde hace seis años invitamos a un artista colombiano a hacer la imagen oficial del festival, una que esté alineada con la temática central, que todos los años es un valor. Lo hacemos así, a diferencia de otros festivales de música, porque promovemos la espiritualidad a través la música de todas las religiones. Olga de Amaral la hizo en este caso. Y ya hemos tenido a Santiago Cárdenas, a Pedro Ruiz, Diego Mazuera, Gustavo Bejarano, Manuel Camargo. 

El arte de Olga está muy enfocado hacia el arte colonial, para ella es muy importante la luz y el oro, dice que a través del oro se puede ver la luz. Y qué más inspiración que todos estos retablos y las iglesias barrocas americanas que para ella siempre han sido una inspiración. También está la ofrenda de los indígenas que todo se basaba en el oro, entonces fue una obra que ella escogió y que me pareció muy oportuna para mostrar. 

Se cree eso, que es muy católica, pero maneja un espectro amplio...

La espiritualidad es para todo el mundo y qué mejor lenguaje que la música, que es el universal, e independientemente de nuestra creencia a todos nos habla igual. Y no, no es solo católica, presentamos música muy ortodoxa, luterana, música espiritual de tribus indígenas de Asia, África y de América Latina. Nuestras creencias nos separan y la música nos une. 

La idea del festival es tener una temática central y ver cómo la plantean las diferentes tradiciones culturales del mundo a través de la música. Por ejemplo, qué piensan los judíos sobre la gratitud y qué tienen sobre la gratitud en su repertorio los católicos. Así que la música se convierte en este año en ofrenda que es la acción de la gratitud.

¿Cuánto ha cambiado este festival desde su punto inicial hasta ahora y qué viene exclusivamente para esta edición?

El festival ha crecido muchísimo. Pasamos de cuatro días de conciertos, a cuatro semanas, es decir, un mes de festival. De dos mil personas hemos pasado a 700 mil personas que asisten y de 19 actividades pasamos a 50. Empezamos con tres escenarios, ahora vamos en 30 por toda la ciudad, tenemos iglesias, teatros, auditorios, colegios y universidades.

Siempre se ha mantenido gratuito en su mayoría, este año tenemos tres conciertos con boletería, pero son 50 eventos, es decir 47 gratuitos. Y los que cobramos, lo hacemos porque son conciertos costosos y nos tenemos que apoyar un poco, aunque las boletas cuestan 50 mil pesos, con descuentos de 30 por ciento para estudiantes y para personas de la tercera edad, es económico. Hemos traído a grandes artistas que requieren una financiación más especial; de todas formas, siempre hemos conseguido aliados para que ellos ofrezcan los conciertos, un tema muy de responsabilidad social, también de promocionar la cultura y hacerla accesible a la gente.

Se podría pensar que esto es algo de nicho, pero estamos hablando de 700 mil personas.

Sí, es un montón y tenemos un público joven, muy chévere. Siempre quisimos quitar ese tema de que los jóvenes vean esto como de curas y monjitas, queremos mostrarles que son diferentes estilos, épocas, religiones y como los escenarios son tan variados, no es lo mismo el público que tenemos en las iglesias, que el público que va a los teatros, a los colegios (porque tenemos conciertos para niños en los colegios). 

Son grupos muy selectos y trabajamos con muchísimo tiempo de anticipación, dos años antes para poderlos traer. Tenemos el comité artístico, son musicólogos que están pendiente de que podamos traerle a la gente.

Traemos un coro que es especializado en música del renacimiento, música barroca americana o música de España y presentarlos es estas iglesias coloniales de la época. Tenemos música del mundo, world music que es lo que más le gusta a la gente joven, es lo que acerca a un público. A parte, brindamos la oportunidad de poder conocer estos lugares que uno casi nunca ve sino tiene una buena oportunidad. La idea es promocionar el turismo cultural y religioso por medio de la música.

Marianna Piotrowska no ha terminado una edición cuando ya piensa en la otra. Su esfuerzo ha sido clave para que el festival haya crecido tanto.

Van más allá de la música, ¿qué más ofrece el festival?

Son 50 eventos que están divididos en conciertos, las actividades académicas que son conferencias, charlas previas sobre el concierto, charlas sobre los lugares patrimoniales del festival, clases magistrales para estudiantes de música. Tenemos visitas guiadas que hacemos con el Instituto Distrital de Turismo para promocionar el turismo cultural y religioso, para ellos están las visitas al Museo Santa Clara, a la Iglesia de San Agustín, Catedral Primada, Capilla del Sagrario, todo el recorrido por La Candelaria. Tenemos dos exposiciones en el C.C. Andino, que es la Sede oficial del Festival desde el año pasado. Ahí tenemos el punto de información y una cantidad de actividades. Vamos a tener dos exposiciones una de fotografía de lugares sagrados y otra exposición de archivos musicales de la Catedral de Bogotá donde están los archivos musicales más importantes de Latinoamérica junto con los de México. Allí reposa un repertorio de la Colonia y muchas de las obras que ni siquiera se han estrenado. De hecho, el festival es una oportunidad para que los musicólogos investiguen y hagan recuperaciones musicológicas.

Tenemos un sorteo de un viaje para dos personas al Festival de Música Barroca y renacentista en Chiquitos, un lugar precioso en Bolivia que tiene iglesias coloniales divinas, como sobre todo muy enfocado a las músicas de las misiones jesuitas. Es un viaje para dos personas con todo pago al festival, el año pasado lo hicimos en el Andino también, pero a un festival en Cuenca, España que es un lugar increíble, patrimonio de la humanidad. Una semana con todo pago.

Tendremos conciertos para niños de condiciones vulnerables, lo realizamos en alianza con Cine Colombia. La idea es llevar niños para introducirlos al mundo de la música, que vean un concierto con un coro, una orquesta, un ensamble. Que sepan cuáles son los instrumentos, los diferentes registros de voz. Inspirarlos para que estudien música o para que les guste ir a los conciertos, formar públicos que es algo vital.