Después de la guerra, Penderecki estudió en la Academia de Música en Cracovia. Foto cortesía Internacional de Música Sacra de Bogotá.

Entrevista

“Los que fuimos testigos de la guerra no podemos olvidarla”

El gran compositor polaco Krzysztof Penderecki inaugurará el Festival Internacional de Música Sacra de Bogotá, del 8 de septiembre al 2 de octubre. Durante más de medio siglo de carrera ha cargado con los recuerdos de la Segunda Guerra Mundial y visto cómo sus piezas conquistaron Hollywood. Hablamos con él.

Ana Gutiérrez
6 de septiembre de 2016

La línea telefónica que conectaba a Colombia con Polonia chispeaba cuando la esposa de Krzysztof Penderecki me explicó que su apellido, a pesar de como se escribe, se pronuncia más como ‘penderetski’. Ambas esperábamos a que su esposo, con el que lleva 51 años, pasara al teléfono. El reconocido compositor y director polaco es el invitado de honor del quinto Festival Internacional de Música Sacra de Bogotá, del 8 de septiembre al 2 de octubre. Dirigirá a la Orquesta Filarmónica de la ciudad y es, según el periódico británico The Guardian, el compositor vivo más destacado de la actualidad y uno de los más grandes en la historia de Polonia.

Nació en Dêbica, en 1933, por lo que la Segunda Guerra Mundial consumió gran parte de su infancia. Sus experiencias se vieron reflejadas en su obra, con piezas vanguardistas como Treno a las víctimas de la bomba atómica lanzada sobre Hiroshima, premiada por la Unesco en 1961, o el Réquiem Polaco dedicado a Lech Walesa. También ha dedicado piezas a las víctimas polacas de Auschwitz y al levantamiento de Varsovia en 1944. Quizás su pieza más famosa es El despertar de Jacob, de  1974, basada en un pasaje bíblico sobre el sueño de Jacob. Aunque muchos no conocen el nombre, la conocerán de The Shining de Stanley Kubrick o de Inland Empire de David Lynch. Otras de sus piezas han protagonizado Wild at Heart, también de Lynch, El Exorcista de William Friedkin y Shutter Island de Martin Scorsese.

Cuando pasó al teléfono, sonaba alegre y entusiasta, dispuesto a hablar de una carrera de más de 50 años.

¿Por qué le interesó venir al Festival de Música Sacra?

Ah, a mi me interesa cuando se interesan en mi música (risas). Entonces me alegra mucho que muchas de mis piezas las van a tocar  y yo voy a conducir un concierto con tres piezas, un concierto de piano. Me alegra poder ir, conducir un concierto y oír mi música. Había ido a Colombia una vez antes, estaba de gira con la Orquesta Sinfónica Nacional de Lituania, pero fue hace mucho tiempo y ya no recuerdo mucho.  

Porque yo crecí en una familia católica muy religiosa desde muy joven escribía música sacra. Pero curiosamente, ninguna de las piezas que voy a tocar en Bogotá son en realidad obras religiosas. No sé por qué. He escrito muchos oratorios y música acapella para coros, y mucha religiosa, pero en el programa del concierto que voy a conducir, solo hay una pieza que se puede considerar religiosa, El despertar de Jacob, porque relata una cita del viejo testamento.

El lema del festival es ‘La música nos une’….

La música puede unir a la gente, en especial la música buena. Cuando uno la oye, uno siente que está unido con la música, con los que la tocan y con las otras personas que la oyen.

El eje central del evento este año es ‘misericordia’. En parte, nace de que Colombia está pronto a terminar un conflicto armado de más de 50 años. Usted vivió de cerca una guerra y ha escrito muchas piezas para memorializar a las víctimas. ¿La música es una buena manera de procesar una guerra?

Crecí en Polonia durante la guerra. Fui testigo de muchas, muchas muertes. Hasta vi la liquidación del gueto de judíos de la ciudad donde crecí. Entonces sí, mi música está muy conectada con la historia. Escribí el Réquiem para dedicárselo a la víctimas de la guerra [entre ellos, muchos músicos polacos ejecutados por los nazis]. También otras piezas, como la de Hiroshima. Yo creo que si uno es testigo de algo como la guerra no puede olvidarlo. Entonces lo mejor para hacer es escribir, quizás poesía o música.

¿Cómo fue estudiar música en la posguerra? ¿Cómo estaba el país?

Siendo muy jóvenes, mis colegas y yo solo queríamos olvidarnos de la guerra y construir una sociedad nueva, con arte y música nueva. Teníamos la suerte de tener un sistema muy efectivo de educación, entonces siempre hubo un buen nivel de música. En Polonia tenemos mucho compositores, es un país muy importante en la música. Pero a veces, como después de la guerra, solo queríamos ser diferentes, yo quería escribir mi propia música independiente de lo que pasaba en el resto del mundo, especialmente con piezas como la que hice para las víctimas de Hiroshima. Esa fue escrita en un estilo muy nuevo, usando efectos especiales que nadie había utilizado antes. Nosotros, no solo yo sino también mis compañeros, siempre estuvimos a la vanguardia, siendo avant-garde, en especial en los sesenta.

Es muy notable el uso de sus composiciones en el cine. ¿Por qué cree que resultan tan atractivas a los cineastas?

¡Creo que escribo buena música! (risas). Esa puede ser la única razón, no sé. No fueron escritas directamente para películas. Claro, las escogieron. Yo si escribí algunas piezas directamente para el cine, temprano en mi carrera, en los cincuenta y sesenta, en especial para películas infantiles. Entonces las famosas no fueron las primeras  composiciones mías en llegar a la gran pantalla. Pero sí, mis piezas fueron usadas en películas muy importantes y en películas del cine polaco, durante los últimos 50 años. Ya no tengo tiempo para escribir directamente para el cine, la elección queda en manos de otros, escribo sinfonías y óperas y no tengo tiempo.

Son, por ejemplo en The Shining y El Exorcista, composiciones muy avant-garde con sonidos muy distintos y particulares...

Pues, yo empecé a componer desde los 20 años, incluso antes, entonces he escrito muchísimas piezas y mi estilo fue cambiando, siempre lo ha hecho, no me he quedado en un solo estilo por mucho tiempo. En ese momento quería explorar algo nuevo. Pero me gusta seguir. Entonces mi musica es muy distinta, cada pieza es muy distinta en sí misma.