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Mick Jagger durante el recordado show de The Rolling Stones en Altamont, California, en diciembre de 1969, el mismo año que salió 'Let It Bleed'.

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‘Let It Bleed’, de The Rolling Stones: crónica del fin de una década

Lanzado unos días antes de que terminara la década del sesenta, ‘Let It Bleed’ es una metáfora musical de la crisis del optimismo ‘hippie’. Una breve reseña a propósito del aniversario número cincuenta de este álbum, uno de los mejor valorados en la discografía de The Rolling Stones.

David Martínez Houghton
13 de noviembre de 2019

Si hay un disco que encarne el ambiente cultural y social de finales de los sesentas, decadente y agitado, ese es Let It Bleed. Inspirado por el panorama de violencia creciente que se vivía en algunos países occidentales, es un disco de rock directo y visceral en el que The Rolling Stones terminan de quitarse el lastre de la psicodelia y se reafirman como una banda que se siente más cómoda lidiando con la decadencia, la oscuridad y el ruido. Grabado a lo largo de 1969 y lanzado al final de una corta gira por Estados Unidos ese año, se trata de un álbum que sigue en la línea de su predecesor, Beggars Banquet: un retorno al sonido blues y country que había caracterizado los primeros trabajos del grupo. 

Cada vez más alejada de la ensoñación lisérgica y el exceso de instrumentación de sus discos de mitad de los sesentas, en Let It Bleed la banda se radicaliza en su enfoque roots, sonando más agresiva y con una propuesta más cohesionada. Después de una etapa experimental, parece que los Stones han resuelto su crisis de identidad y se reafirman como estandartes del rock duro, más vinculados con la rabia callejera y menos con el ensueño hippie. En el coro de “Gimme Shelter”, la canción que abre el disco con un siniestro riff de guitarra de Keith Richards, escuchamos a la cantante Merry Clayton: “War, children, it‘s just a shot away [...] Rape, murder! It‘s just a shot away”. Pocos álbumes tienen un inicio tan contundente como este. El propio Mick Jagger se refirió a la inspiración para escribir esta canción: “Well, it‘s a very rough, very violent era. The Vietnam War. Violence on the screens, pillage and burning... That‘s a kind of end-of-the-world song, really. It‘s apocalypse; the whole record‘s like that”.

Compuesto tan solo por nueve canciones, la mayoría de ellas en clave de blues sucio y directo, Let It Bleed es un disco que muestra a The Rolling Stones en su mejor momento, imprimiendo sexualidad y cinismo a su forma de reescribir la tradición de la música popular estadounidense. Algo de esto se percibe en la magistral interpretación del tema de Robert Johnson, “Love in Vain”, en donde la slide guitar de Keith se mueve entre el respeto por la tradición y la profanación pop. A diferencia de trabajos anteriores, en donde la instrumentación resultaba excesiva y el sonido recargado, en este disco los Stones han refinado al máximo el uso de arreglos, dándole un sentido más preciso y controlado. Tal es el caso del saxo alto de Bobby Keys en Live With Me, quien debuta en este disco para añadir un elemento que sería clave en la sensibilidad funky que desarrollarían en la siguiente década. Otros temas como “Midnight Rambler” y “Let It Bleed”, llenos de elementos de country y blues en clave de hard rock, muestran madurez compositiva y una gran sintonía entre los miembros del grupo. El cierre del disco no podría ser mejor: compuesta a partir de motivos del gospel, You Can’t Always Get What You Want es uno de los puntos más altos en la trayectoria creativa de Mick Jagger y Keith Richards. Con una letra que habla de amor, drogas y protestas callejeras, este tema es una especie de instantánea de cómo los valores asociados a la contracultura estaban entrando en franco declive. De inicio melancólico y minimalista, el tema se desarrolla en crescendo hasta terminar con los gritos de Mick y el apoteósico final a cargo del London Bach Choir.  

Visto de manera retrospectiva, pareciera como si las tensiones sociales y la oscuridad de algunas fuerzas desatadas en ese fin de década hubieran revitalizado creativamente a The Rolling Stones. Ni siquiera la muerte del guitarrista y fundador del grupo, Brian Jones, ese mismo año fue un obstáculo para el ímpetu con el que esta agrupación encaró ese periodo de su carrera. Baste recordar que fue precisamente entre 1968 y 1972 que publican los cuatro álbumes más sólidos, importantes y admirados de todo su catálogo: Beggars Banquet, Let It Bleed, Sticky Fingers y Exile on Main St. Quizá el apelativo de sus majestades satánicas no sea exagerado para un proyecto artístico que ha salido fortalecido luego de sus tratos con la oscuridad, la destrucción y la muerte.

La tarde del sábado 6 de diciembre de 1969, cerca de 300.000 personas esperaban ansiosas a que los Stones salieran al escenario en un concierto gratuito en Altamont, California. Luego de haber presenciado a otras agrupaciones como Jefferson Airplane y Santana, el público empezaba a mostrar signos de fatiga, teniendo en cuenta que el evento se llevaba a cabo en una pista de automovilismo abandonada en medio del desierto, sin baños públicos, agua, ni comida. Para terminar de enrarecer la atmósfera, los Hells Angels, contratados como guardias de seguridad del evento, se iban tornando cada vez más violentos, golpeando a los asistentes e incluso a miembros de las bandas. Justo cuando terminaban de tocar “Sympathy for the Devil”, un Mick Jagger evidentemente perturbado empieza a llamar al orden al público, sin darse cuenta que, al frente del escenario, los Angels acababan de matar a un hombre, Meredith Hunter. Al final del evento, había tres personas muertas, varios heridos y una estampida humana sin precedentes en la historia del rock. Lo que se había promocionado como la respuesta de la costa oeste al festival de Woodstock, terminó siendo una especie de epilogo violento y caótico de la década del sesenta. Este episodio, documentado en la película Gimme Shelter (Maysles Brothers, 1970), ocurrió un día después de que los Stones lanzaran Let It Bleed, una retorcida coincidencia que no hizo más que alimentar el mito de las fuerzas oscuras que movían al grupo. Más allá de estas supersticiones, el aniversario número cincuenta de este álbum es una excusa perfecta para volver sobre un documento esencial de la cultura popular, testimonio de un época en que The Rolling Stones eran la encarnación de todos los valores del rock: agresividad, sexualidad desbordada, excesos, guitarras ruidosas y mucho groovie.

Let It Bleed
The Rolling Stones
Decca Records
1969