Música
El incierto futuro de la salsa caleña
Dos polémicas sacudieron a la más reciente Feria de Cali. Mientras que la ministra de Cultura se enfrentó a la secretaría de Cultura de Cali sobre el alcance de la salsa en la ciudad, varios músicos jóvenes dieron a conocer su descontento por la falta de apoyo y visibilidad.
La Feria de Cali, organizada por Corfecali -la corporación de eventos, ferias y espectáculos-, bajo la dirección de Luz Adriana Latorre, es un evento que forma parte de uno de los más importantes patrimonios culturales del país desde 1958. Se celebra cada año a finales de diciembre. Desde sus inicios le ha dado relevancia a la identidad de la cultura colombiana construyendo uno de los festivales más eclécticos del suroccidente colombiano, que además ha incluido a artistas de Venezuela, Puerto Rico, Cuba y Estados Unidos.
Después de la pasada edición -la número 59-, Mariana Garcés, la ministra de Cultura de Colombia, expresó en una entrevista en el periódico El País su preocupación por la salsa en la ciudad. Según afirmó, el Salsódromo de la Feria -un tradicional desfile con música y bailes-, dejó descontentos a algunos asistentes y visitantes por su organización: el recorrido del desfile fue tan largo -dos kilómetros-, que varios espacios quedaron vacíos y la gente, confusa, decidió irse a su casa.
La poca afluencia del público mencionada por varios artistas y las pocas agrupaciones preocuparon a la ministra, quien además aseguró que apenas había 56 escuelas de salsa vigentes en la ciudad. La Secretaria de Cultura, Luz Adriana Betancourt, la contradijo: afirmó que en Cali hay 127 escuelas de salsa, incluídas las pequeñas, que incluso son apoyadas por el ministerio.
Pero esa no es la única polémica que suscitó la más reciente Feria de Cali: muchos perciben que hay mucho apoyo para el espectáculo del baile y no tanto para los músicos de salsa. Algunos músicos jóvenes, coleccionistas y académicos de la vieja guardia ven desde las graderías del Salsódromo más orquestas extranjeras donde se supone que deberían estar más artistas de la escena nacional que, finalmente, son el producto de una tradición con la que cuenta la ciudad y el departamento.
Y aunque la feria cuenta con otros espacios diferentes al Salsódromo para compartir los saberes y el culto de la salsa local, Benhur Lozada, asiduo personaje de uno de estos eventos (el Encuentro de coleccionistas y melómanos), opina que “se necesita innovar los eventos ya establecidos en la feria y además asegurar el acompañamiento que se le hace a la trayectoria de jóvenes músicos con nuevas propuestas”.
Varios músicos jóvenes interesados por hacer parte de la circulación musical han dado a conocer su descontento. Uno de ellos, David Gallego, director de Clandeskina Orquesta, considera que no es suficiente que los grupos nuevos se autogestionen, y que en cambio “se necesita un verdadero seguimiento y acompañamiento del distrito a los músicos para que sus nuevas producciones puedan tener el apoyo estatal”.
Gary Domínguez, líder del Círculo de melómanos en Cali, manifestó agradecimiento por el apoyo dado por Corfecali al Encuentro de melómanos y coleccionistas en la feria. Reconoce, sin embargo, el poco espacio que se le da a las nuevas agrupaciones en la radio comercial, aspecto clave para dar a conocer a los grupos.
Según Lozada, “la radio comercial en Cali no tiene en su radar al movimiento salsero local. La innovación de los eventos de melómanos está detenida y la danza, en el caso del Salsódromo, por ser uno de los espectáculos que más vende, es al que más dinero se le invierte -y agrega-. Hay que darle importancia al desarrollo comercial de los nuevos músicos para impulsar su trayectoria”.
Rememorando la historia de la Feria
Desde 1958, la feria le ha dado relevancia a la identidad de la cultura colombiana con la influencia de artistas extranjeros. En su primera edición, el personaje que pretendió construir una identidad musical del país fue el músico Lucho Bermúdez con las composiciones cumbieras que lo caracterizan. El otro gran representante de esa edición fue la Sinfónica Nacional de Colombia.
La música de Bermúdez, influenciada por el clarinetista estadounidense Benny Goodman, le dio un color tropical y una identidad que los caleños no tardaron en apropiarse, haciendo del evento su más importante tradición. En las siguientes ediciones, la escena internacional de la salsa tuvo mayor presencia con la llegada de agrupaciones y artistas como Daniel Santos, Nelson y sus estrellas, Héctor Lavoe e Ismael Rivera, de Puerto Rico, la cantante cubana Celia Cruz y el sonido bestial de Ricardo Ray y Bobby Cruz. Luego estas les dieron paso a agrupaciones nacionales como Fruko y sus Tesos, Piper Pimienta, los Latin Brothers y, ya en los ochenta, al Grupo Niche, hoy ejemplos claves para la nueva generación de músicos de salsa en el país.