ENTREVISTA
Una conversación con Tomás Mayer-Wolf de Les Luthiers
El 24 y 25 de agosto, la agrupación argentina Les Luthiers presentará su obra ‘Viejos Hazmerreíres’. ARCADIA habló con uno de sus miembros.
En 1967 se formó por primera vez una agrupación argentina que trajo consigo cosas nuevas al mundo de la música. En primer lugar, empezó a armar shows en los cuales la música clásica era un medio para hacer reír las personas. Las presentaciones humorísticas con un gran contenido musical, que incluye varios géneros de la tradición clásica y la línea contemporánea, siempre fueron un gran gancho de interés de la agrupación. Sin embargo, eso no era todo. El nombre de la banda viene de la palabra francesa luthier, que en español se dice lutier (plural, lutieres): el oficio de una persona que ensambla o construye instrumentos. Les Luthiers siempre ha tocado con instrumentos pensados y construidos por ellos mismos, con objetos de la vida cotidiana.
La banda es tremendamente popular en América Latina. En Colombia estuvo en 2016, presentando su antología ¡Chist! En el Palacio de los Deportes. Dos años después regresa con una nueva antología llamada Viejos Hazmerreíres, que reúne varias historias clásicas de la banda, hiladas con la narración de un programa de radio ficticio. Viejos Hazmerreíres será presentada en el Palacio de los Deportes el próximo 24 y 25 de agosto a las 8:00 p.m.
ARCADIA charló con Tomás Mayer-Wolf, que se hizo miembro de la banda en 2015 y que tras el retiro de Carlos Núñez Cortés pasó a ser parte de la formación oficial. Es pianista, compositor, arreglista y productor musical.
¿Cómo ha sido tu recorrido por la música?
Bueno, yo arranqué desde muy pequeño con la música, tocando el piano, cuando tenía 4 o 5 años. Arranqué cuando mi madre nos compró un piano y comenzaron mis hermanos mayores a tocar. Luego ellos dejaron, pero yo seguí sus pasos. De pequeño ya empecé a estar muy activo en la escuela, por la parte del coro y la banda del colegio. En la secundaria empecé a hacer mis propias direcciones musicales en las obras de teatro de la misma escuela. Tuve la suerte de comenzar a trabajar desde adolescente. A los 15 años ya estaba trabajando en la música. Cuando terminé el colegio, estudié aquí en Argentina algunos años. La carrera era Composición y Dirección Orquestal. Mientras estudié aquí, ya también trabajaba y tenía mis grupos vocales. Hacía dirección musical en teatro aquí. En la mitad de la carrera me fui a terminar la carrera en Filadelfia, Estados Unidos. Me mudé a Nueva York y estuve trabajando allí unos años.
¿Cómo terminaste con Les Luthiers, teniendo en cuenta que la banda ya tiene varias décadas de actividad?
Hablo por mí, pero creo que también por todos los latinoamericanos que nos dedicamos a la música y el teatro, cuando digo que crecí admirando a Les Luthiers y, en muchos casos, usándolos como referentes artísticos y culturales. Siempre estábamos orgullosos de cómo representan al país y lo que han llegado a ser, una banda con tanta historia y tanto prestigio. Yo de pequeño obviamente los admiraba. Los fui a ver mucho al teatro. De hecho, en uno de mis primeros trabajos en la música, creé un grupo vocal, un sexteto masculino a capela, que además de hacer música hacía humor. Obviamente, siempre que se mezcla la música con el humor, Les Luthiers está presente. Ya desde joven, fueron referentes artísticos. Nunca pensé que iba a terminar siendo parte de la banda. En la época de los Beatles, uno no pensaba que podría llegar a ser un Beatle. Tampoco uno como argentino crece creyendo que pueda llegar a ser un Luthier, más allá de que la formación fue cambiando. Cuando recibí el llamado del agente de la banda, por allá en 2015, para ver si me interesaba hacer un casting porque estaban buscando reemplazantes, me tomó totalmente por sorpresa. Yo siempre lo cuento: quedé tan helado que creo que mi reacción pareció de desinterés, pero la verdad no. Fue una gran alegría. Obviamente, me preparé mucho para hacer ese casting y, bueno, les gusté. En 2015 entré como reemplazante y estuve dos años y medio de reemplazante hasta que, el año pasado, en octubre, Carlos Núñez Cortés decidió retirarse y yo pasé a su lugar.
¿Cómo describiría musicalmente el estilo de Les Luthiers?
Creo que es un estilo único, porque es la combinación de música con humor. A eso se le suma el uso de instrumentos informales. Es algo que no se ve en otros lados, en otras representaciones artísticas. Cuando yo estaba en el público, me parecía musicalmente muy intelectual, culto y fino. Pero al ser parte y poder representar yo mismo la música y ver las partituras, arreglos y composiciones, me di cuenta, más todavía, de que es una música de un nivel muy alto, fino y variado. El repertorio de Les Luthiers, más de 150 obras, abarca un espectro musical de géneros muy diversos. Podemos encontrar tangos, boleros, música barroca, madrigales renacentistas, ópera, folk, blues, rock, jazz... Muchos géneros musicales, y todos trabajados con mucho profesionalismo. A eso se suma que muchas de las obras son representadas con instrumentos informales, creados con materiales de la vida cotidiana, de latas, barriles… De verdad que es algo único.
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¿Quién crea estos instrumentos?
Han sido creados por lutieres diferentes a lo largo de la historia del grupo. En los comienzos, eran Carlos Iraldi (lutier de profesión) y Carlos Núñez Cortés quienes creaban o pensaban con más maña los instrumentos. Fueron guiados por Gerardo Masana, el fundador de Les Luthiers. En realidad todos lo hacían, pero Gerardo y Carlos eran los más relacionados con la creación de instrumentos. En los últimos años, el lutier ha sido Hugo Domínguez. Los integrantes del grupo piensan en los instrumentos y Hugo es quien los desarrolla. Por otro lado, hay dos maneras de hacerlos. Hay obras para las que se crearon instrumentos: se componía una obra y luego se creaba un instrumento para esa obra. Y también el caso opuesto: se creó un instrumento y luego se pensó la obra alrededor de ese instrumento.
¿Esto explica el nombre de la banda?
Sí, yo creo que cuando el grupo comenzó con esta idea de hacer música con instrumentos inventados, surgió el nombre de Les Luthiers.
¿Cuál ha sido el reto más grande que ha tenido como miembro de Les Luthiers?
Creo que cada día me enfrento a retos distintos. Desde que ingresé, fue una gran responsabilidad y un gran desafío formar parte de esta banda. Venía haciendo mucha dirección musical y producción. Estaba un poco alejado del rol en el escenario. Además, entrar a Les Luthiers fue como entrar –usando una analogía futbolera, como nos gusta a nosotros– al Real Madrid o al Barcelona. Todos los días se presenta un reto diferente. Hay que llenar esos zapatos de estar en Les Luthiers, hay que demostrárselo a uno mismo, a los compañeros y al público.
Háblanos de Viejos Hazmerreíres. ¿Qué le diría al público colombiano?
Viejos Hazmerreíres es una antología muy linda. La última vez que estuvimos en Colombia, hace un par de años, tuvimos uno de los mejores públicos (y lo digo en serio, no porque tú seas colombiano). Nos encanta Colombia. Nos encanta volver y estamos muy ansiosos. En esa oportunidad fuimos con ¡Chist!, que también es una selección de obras, del repertorio de Les Luthiers. Viejos Hazmerreíres es otra antología. Es muy bonita. Tiene música muy variada, géneros musicales diferentes. Tiene obras clásicas de Les Luthiers como Pepper Clemens o las Majas del Bergantín, que son obras muy fuertes y características del grupo. A los fanáticos les gustan mucho. Esta antología tiene la particularidad de que está atravesada por una especie de hilo conductor, que es la Radio Tertulia, un sketch que aparece en diferentes momentos del espectáculo, en donde dos periodistas, Ramírez y Morena, van presentando los diferentes números y hablando de ellos. La verdad es que es muy divertida. Son dos horas en que la gente no para de reírse.
¿Qué le gusta de volver a Colombia?
La gente, principalmente, y su amabilidad. Vamos a todos los lugares de América Latina, pero en Colombia la gente tiene una amabilidad muy característica, muy linda. Siempre nos reciben con los brazos abiertos. El público es muy efusivo. Cuando vinimos con ¡Chist! había momentos en que los gritos y aplausos no nos dejaban continuar, porque cada vez que se mencionaba a Johann Sebastian Mastropiero, este personaje tan característico de Les Luthiers, se venía el público abajo y era un aullido que no nos dejaba seguir. Eso nos encanta. Es un público muy receptivo y apasionado por lo que hacemos. Estamos muy ansiosos por volver a vivir eso.
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