MÚSICA
'Violator' 30 años: los 90s han aterrizado
El séptimo LP de Depeche Mode, lanzado hace treinta años, no solo reinventó el sonido de una banda amenazada con quedar estancada en una época, marcó el inicio de un decenio glorioso para toda una generación de insolentes dispuestos a romper las reglas.
El synthpop, esa música de teclados, sintetizadores y glamurosos peinados raros, murió, como suelen hacerlo los movimientos musicales cuando la industria de la música entiende sus fórmulas de éxito y se dedica a facturar con ellas. Paradójicamente,esto aleja a las bandas de la experimentación que las situó en el mapa en primer lugar.
Durante la segunda mitad de los años ochenta buena parte de los grupos de dicha movida inflaron su sonido para vender 10 millones de copias con cada disco y hacer giras monstruosas de uno o dos años de duración. Esa tendencia formulaica terminó por agotar a los artistas y a sus audiencias, que con el cambio de década parecían necesitar un cambio urgente.
De esos grupos, Depeche Mode llenaba más estadios que nadie. Pero, a diferencia de muchos de sus contemporáneos, lo hacían creando música a su manera, que se oponía a las fórmulas predominantes en los listados de Billboard. Dejando de lado los años adolescentes de Just Can’t Get Enough, los DM se internaron en los ritmos industriales con Construction Time Again y Some Great Reward, el tono gótico de Black Celebration y una culminación de esa madurez en Music For The Masses.
El asunto es que, llegado 1989, los integrantes entendieron que el mundo estaba cambiando con una rapidez impensada. Berlín se reunificaba, la Guerra Fría terminaba, el rock mostraba síntomas de volverse más duro y menos prefabricado, y la electrónica pasó de tener sus desarrollos más notables en el synthpop a la música house. Las raves en Gran Bretaña comenzaban su apogeo, y era una situación que en definitiva nada tenía que ver con lo que hasta entonces venía haciendo el grupo de Basildon. El momento de cambiar las formas había llegado.
Distinto a los discos que grabó el cuarteto hasta entonces, donde los demos eran prácticamente canciones terminadas a las que se le iban añadiendo detalles, en Violator muchos de los demos que aportaba Martin Gore se limitaron a bocetos de guitarra y piano. El mejor ejemplo es Enjoy The Silence; originalmente una balada de piano, Alan Wilder el entonces encargado de los arreglos en Depeche Mode, vio potencial en ella y decidió no solo acelerarla, sino añadirle esos teclados que suenan como los lamentos de un fantasma. Asi, alcanzó su bien merecido status de clásico en el repertorio del grupo.
De hecho si algo destaca, a pesar de mantener un sonido en líneas generales uniforme, es su variedad de estilos. Logra ponerse levemente funky en Policy Of Truth y en World In My Eyes apuesta por instintos progresivos en Sweetest Perfection y Halo, encuentra la forma de emular a Kraftwerk en la espacial Waiting For The Night y la introspectiva y casi irónica Clean sin caer en la vil copia. También conmueve con la balada Blue Dress que, por momentos, parece un guiño al David Bowie de los años del plastic soul. Cada una de estas incursiones está marcada por la seductora voz de David Gahan y las composiciones, a veces provocativas a veces misteriosas, de Martin Gore (quien hace la voz en Blue Dress) junto a los arreglos aportados por Wilder y Andrew Fletcher.
Tampoco se percibe un concepto tan obvio como en otros trabajos de la banda. No es tan cargado políticamente como Construction Time Again, o erótico como Some Great Reward, ni contenía referencias religiosas tan frecuentes como más adelante las tuvo Songs Of Faith And Devotion, pero hay un poco de todo eso en el álbum. El sencillo bandera del álbum, Personal Jesus es una gran muestra de esa amalgama. Se burla de los evangelistas de televisión que se hicieron populares durante los ochenta y, a menudo, se vieron envueltos en escándalos de toda índole por darse una vida de rockstars a la par que los atacaban en sus sermones. Y para darle fuerza a la idea, DM suma guitarras con una prominencia hasta entonces desconocida en su catálogo, con lo que llegaron a gustarle a todos. A los amantes del rock, a sus fans de siempre, a nuevos fans, a los más enganchados con el pop…
No se fueron por el camino del house, tomaron algunas ideas prestadas del soul, el funk y el R&B, la misma música negra que nutrió mucho del house. No se fueron netamente por el rock, pero no se pensaría a juzgar por las guitarras y la imagen de vaqueros seductores del video de Personal Jesus, que adoptaron para la promoción y la subsecuente gira. Mantuvieron el synthpop, pero se permitieron hacerlo desde una óptica renovada, acorde con los tiempos que correrían desde entonces. De ese modo concibieron el sonido que los acompañó durante los siguientes 30 años; ese que influirá con más fuerza en la música de su tiempo y la que le sucedió, en los años de Nirvana, Pearl Jam, Pantera, Radiohead, Marilyn Manson, Nine Inch Nails, Oasis y demás como tipos a su altura en términos de autenticidad. Crearon, en definitiva, el primer álbum de lo que hoy rememoramos como “los años noventa”.
Pueden escuchar el álbum a continuación.