SALUD
¿Colombia podría volver a cuarentena?
Los casos de contagios de coronavirus son similares a los de agosto, cuando muchas ciudades vivieron el pico de la pandemia. Con los rebrotes aterrorizando al mundo, muchos se preguntan si llegará en el país también el momento de volver a encerrarse. Esto es lo que se sabe hasta ahora.
El fin de semana pasado Colombia recibió cada tarde una mala noticia. Los reportes que diariamente entrega el Instituto Nacional de Salud no eran alentadores. El número de contagios de coronavirus, que había venido cayendo en los últimos meses, comenzó a repuntar. Desde hacia varios días, la cifra había superado los 10.000 contagios diarios. El viernes la cifra llegó a 11.187, el sábado a 11.033, el domingo a 9.137, el lunes a 9.935 y el martes mejoró y cerró el día en 6.136. Ese número no se veía desde la última semana de agosto cuando las principales ciudades del país atravesaban el tenebroso pico de la pandemia.
Mientras el mundo comienza a endurecer las medidas por cuenta de estos rebrotes, en Colombia el crecimiento de casos se ha dado en medio la flexibilización de las aperturas en muchos sectores de la economía. Sin embargo, por ahora la estrategia no es confinarse de nuevo.
El ministro de Salud, Fernando Ruiz, le explicó a SEMANA esa convicción que tiene por ahora el Gobierno. El alto funcionario, un experto epidemiólogo, asegura que lo primero que hay que entender es que en Colombia los casos de coronavirus no se han dado de manera uniforme en todas las regiones del territorio.
“La evolución de la pandemia en el país es muy desigual. Observamos cuatro estados: uno, regiones con un descenso consolidado y que hoy tienen pocos casos, como algunas ciudades del Caribe, la costa Pacífica y el Amazonas; dos, regiones que pasaron por el pico y hoy tienen un contagio moderado, como Bogotá y Cali; tres, regiones que tuvieron un ascenso lento y hoy están en pico, como las capitales del Eje Cafetero; y cuatro, municipios dispersos, con poca población y bajo contagio. Las proyecciones y las medidas, por lo tanto, dependen de la situación específica de cada región. Es imposible generalizar”, aseguró en entrevista con SEMANA.
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Ruiz agregó que la estrategia por ahora es seguir con el aislamiento selectivo y aumentar las medidas de bioseguridad en todos los sectores que han ido abriendo. “No creo que Colombia entera tenga que volver a una cuarentena estricta, porque la evolución de la pandemia es muy asimétrica. Es más probable que algunas ciudades tengan que acudir a cierres focalizados. Una cuarentena generalizada solo sería necesaria si todas las regiones, al mismo tiempo, tuvieran crecimientos exponenciales que amenazaran con llevarlas a sobrepasar su capacidad hospitalaria. Eso es poco probable, por ahora”.
Apertura por fatiga
Sin embargo, el gran interrogante no es si la segunda ola llegará a Colombia, sino cuándo. Hay indicios preocupantes. Entre el 18 y el 24 de octubre, la covid-19 fue la primera causa de muerte en el país. Esta semana, incluso, la curva de contagios no bajó, sino que comenzó a subir de nuevo. El número de muertos en el país superó ya los 31.000 y el de contagios pasa de un millón.
La preocupación por los rebrotes ha llevado al Gobierno central y a los alcaldes a tomar medidas preventivas, como la ley seca y toques de queda. Halloween, por ejemplo, era una preocupación, pues es el día del año en que más colombianos salen a la calle. Y las nuevas medidas de confinamiento cayeron como un baldado de agua para esa celebración.
De hecho, se demostró que no todo el país cumple con las restricciones. A pesar del despliegue de las autoridades y los anuncios del alcalde Jorge Iván Ospina para evitar las aglomeraciones, en Cali el fin de semana de Halloween fue todo un desafío para las autoridades. Caravanas de motos y rumbas con hasta 800 personas fueron intervenidas por uniformados y personal de la Secretaría de Seguridad.
En la capital del Valle no hubo ningún tipo de restricción adicional a las normas establecidas en el decreto de aislamiento selectivo firmado por el presidente Iván Duque. El alcalde Ospina se abstuvo de decretar toque de queda o ley seca para evitar mayores afectaciones a los micro y medianos empresarios que apenas se empiezan a levantar después de cinco meses de cuarentena.
Colombia vivió algo muy distinto a otros países del mundo que enfrentaron lo peor de las cifras del coronavirus estando abiertos y que cerraron después de colapsar, como sucedió en Europa. El país se mantuvo cerrado los primeros meses del año y eso evitó que las salas de cuidados intensivos no excedieran su capacidad como pasó en Italia, España o Estados Unidos. Pero al prolongarse tanto el cierre de las actividades económicas, hoy muchos ven con dificultad que exista otro confinamiento estricto.
El alcalde de Medellín, Daniel Quintero, por ejemplo, ha dicho que cerrar de nuevo la ciudad no es una opción. Lo afirma en buena medida porque el sistema de salud está preparado y porque su administración apuesta por mantener un seguimiento detallado de casos, rastreo y aislamiento para reducir contagios y muertes. En los últimos días, subieron estas cifras en la capital antioqueña y varios municipios del departamento, pero todo indica que no aplicarán un confinamiento duro por el tremendo impacto que tuvo el anterior en la economía.
En Bogotá, la secretaria de Desarrollo Económico, Carolina Durán, asegura que han decidido no cerrar, a menos que los contagios y muertes suban de tal manera que sobrepasen la capacidad hospitalaria. La alcaldesa Claudia López ya descartó esa medida en una reciente alocución. “No prevemos riesgos de disparo de contagios si todos nos portamos bien”, dijo recientemente. Advirtió, eso sí, que en noviembre se van a elevar los contagios, pues la covid 19 coincide con el pico de enfermedades respiratorias agudas que tradicionalmente vive la capital.
En la misma tónica está el alcalde de Barranquilla, Jaime Pumarejo, quien no piensa por ahora en el aislamiento obligatorio. Afirma que “tuvimos momentos muy duros que no deseamos repetir”. El mandatario le dijo a SEMANA que “el final de año es una temporada clave para seguir reactivando el comercio, el turismo, la gastronomía y el entretenimiento, entre otros de los sectores más afectados por esta crisis... desde que empezaron a reactivarse los vuelos nacionales e internacionales, la ocupación hotelera ha llegado al 15 por ciento y podríamos llegar al 30 por ciento en diciembre”.
¿Desobediencia civil?
Los impactos del cierre en la economía fueron enormes para el país, pero a su vez para todos hay claridad en que si las cifras llegaran a dispararse, como está sucediendo en Europa, esos escenarios de restricciones podrían comenzar a barajarse de nuevo.
Según la ANIF, el índice que mide la actividad económica del país (ISE) cayó 10,6 por ciento en agosto cuando aumentaron las restricciones impuestas por los alcaldes, una cifra peor de la presentada en julio, de 9,7. Bogotá tuvo el mayor impacto por las medidas que tomó en algunas localidades la alcaldesa, Claudia López.
Jaime Alberto Cabal, presidente de Fenalco, comparte la posición de la ANIF en términos más drásticos. Para él, un cierre en las grandes ciudades daría la “estocada final” al incipiente proceso de reactivación. Agrega que hacerlo tendría efectos peores que los de la primera cuarentena nacional. Esto porque los empresarios hicieron enormes inversiones para cumplir los protocolos, mantener las nóminas y contratar nuevos empleados para echar a andar de nuevo sus negocios.
Muchos comerciantes están tan preocupados que han llegado a invocar la desobediencia civil. Ese lenguaje ‘petrista’ ilustra más que nada la gravedad de la situación que ellos ven. “La verdad es que algunos comerciantes están dispuestos a incumplir, debo decir eso con toda sinceridad”, aseguró Cabal. Sin pelos en la lengua, critica a los alcaldes que, por un lado, castigan al comercio y, por el otro, permiten aglomeraciones de más de 5.000 personas en las calles.
El presidente de la ANDI, Bruce Mac Master, comparte con sus colegas gremiales el rechazo al cierre. Cuestionó si las estrictas medidas tomadas al principio de la pandemia fueron las adecuadas, pues lo cierto es que hoy, casi ocho meses después, el país no se ha podido reponer y las cifras de desempleo superan el 16 por ciento. “Si llegamos a tener un momento de altísimo contagio, los alcaldes tienen que ser inteligentes en términos de tomar decisiones para bajarlos sin que la economía pare. De no ser así, vamos a pasar muchos años tratando de recuperarlos. Ya la parada que hicimos ha sido el hecho económico más costoso de la historia del país”, asegura.
La presidenta de Acopi, Rosmery Quintero, tampoco cree que el país aguante un nuevo cierre. Señala que una reciente encuesta les mostró que 82 por ciento de las micros, pequeñas y medianas empresas creen que no soportarán esa medida. Preocupa de todos estos diagnósticos que todo el mundo está pensando con el deseo. El Gobierno quiere evitar una segunda ola, pero no depende de él. Los gremios y empresarios rechazan las medidas, pero, si llega, les va a tocar. Y pase lo que pase, el confinamiento y las cuarentenas no solucionan el problema, sino que simplemente lo aplazan. A nadie, por estar encerrado, le llega la inmunidad al virus. Si ese monstruo regresa, todos serán víctimas.