Homenaje
30 años del asesinato de Diana Turbay
Ella hace parte de los centenares de mártires que murieron en manos de los narcotraficantes, que a finales de los años 80 y principios del los 90 pusieron en jaque al Estado colombiano y sembraron el terror entre los colombianos.
En un desafortunado intento de rescate por parte del ejército, el 25 de enero de 1991, fue asesinada Diana Turbay, que se encontraba privada de su libertad desde el 30 de agosto de 1990, en una finca ubicada en Copacabana, Antioquia. Aunque todavía hay muchas cosas por aclarar sobre las circunstancias en que ella perdió la vida, la versión oficial, dice que recibió un tiro por la espalda cuando, en un intento por huir de la Policía, ella y el camarógrafo, Richard Becerra, corrían por una zona boscosa custodiados por los secuestradores.
“Me hirieron, me mataron” fueron las palabras que ella dijo momentos antes de que un helicóptero de la policía la recogiera para trasladarla al Hospital General de Medellín, en donde murió en la tarde de ese fatídico día. El asesinato conmocionó al país. Diana se sumaba a la larga lista de colombianos que entre 1989 y 1991 habían perdido la vida en medio de la guerra total que los narcotraficantes, encabezados por Pablo Escobar, le habían declarado al Estado Colombiano.
Fue un periodo oscuro y doloroso, en el que país nadó en la sangre de las víctimas de masacres y asesinatos, la violencia alcanzó picos inimaginables y la ciudadanía vivó amedrentada por las bombas. También fue una época en la que el periodismo andaba con una lápida a sus espaldas. Desenmascarar a los narcotraficantes, revelar la manera cómo sobornaban y corrompían a funcionarios del Estado era ganarse un tiquete al exilio o al más allá.
“Era una época donde estaba en su máximo furor el narcoterrorismo. Teníamos por un lado todo el tema de los carteles de la droga y el terrorismo, inclusive de la guerrilla. Para los periodistas se veía complicada su labor. Teníamos que cuidarnos mucho, pero independientemente hacíamos nuestra labor”, le contó SEMANA Azucena Liévano.
El secuestro de Diana Turbay y posterior asesinato ocurre en medio de un contexto en el que los narcotraficantes, que en esa época se hacían llamar ‘Los Extraditables’, presionaban para que el Estado colombiano derogara la extradición por vía administrativa, que un año atrás (el 18 de agosto de 1989) el presidente Virgilio Barco había firmado, la misma fecha en que asesinaron Luis Carlos Galán. En los meses siguientes ‘Los Extraditables’ secuestraron a Maruja Pachón, esposa de Galán, y a Francisco Santos.
El calvario de Diana Turbay comenzó el 30 de agosto de 1990. Días antes había recibido la propuesta de entrevistar a ‘El Cura’ Pérez, entonces líder del ELN. Cómo lo indicó en su momento revista SEMANA, los presuntos contactos de este grupo guerrillero habían comenzado a inicios de 1990.
“SEMANA ha podido establecer que, a comienzos del año, llegaron a la oficina de Diana en Hoy por Hoy dos personas, un hombre y una mujer, que se identificaron como pertenecientes a ese grupo subversivo. Le ofrecieron la posibilidad de establecer contacto con Manuel Pérez, el cura guerrillero, el número uno del movimiento. El viaje podía durar 15 o 20 días. Diana respondió negativamente: ‘No puedo ir a un viaje tan largo. Tengan en cuenta que soy mamá y esposa. Es difícil que yo vaya en esas condiciones’, les dijo en ese momento. Poco tiempo después tuvo la oportunidad de hablar con César Gaviria, entonces presidente electo, a quien le contó sobre esa primera conversación. ‘No me parece que deba ir’, le dijo Gaviria, tal vez pensando en la posibilidad de nuevos contactos, y ahí quedaron las cosas”, escribió un reporteo de la revista en la edición del 15 de octubre de 1990.
En julio, las mismas dos personas volvieron ha acercarse a las oficinas de la revista Hoy por Hoy, de la que Diana era directora. En esta ocasión los supuestos guerrilleros del ELN le dijeron que el viaje solo duraría 5 días. Ella aceptó y reunió un equipo con formado por Juan Vita, el editor de Hoy por Hoy, y Azucena Liévano, jefe de redacción del Noticiero Criptón, del que Diana era accionista. Los tres partieron en dos taxis a las 5:00 p.m. del 30 de agosto, acompañados del periodista Hero Buss y los camarógrafos Orlando Acevedo y Richard Becerra. Desde ese momento no se volvió a saber nada de ellos.
La confirmación de la desaparición de Diana y sus compañeros la reveló una semana después cuando El Nuevo Siglo tituló: “Desaparecida hija del expresidente Turbay.” Desde ese momento hasta finales de octubre el paradero de ella fue un misterio, y todos los representantes del Estado exigieron al ELN liberarla. Sin embargo, los organismos de seguridad empezaron a tener dudas y al pasar los días comenzó a barajarse la hipótesis de que los captores en realidad eran los narcotraficantes del Cartel de Medellín, según la Revista SEMANA Pablo Escobar “habría utilizado una célula del ELN para secuestrarla”. Una teoría que no era traída de los cabellos porque, de acuerdo, “con informaciones recibidas por los organismos de seguridad, habría una alianza entre Pablo Escobar y algunas fracciones del ELN que le prestan servicios de seguridad”.
A inicios de octubre el ELN, por intermedio de miembros del secretariado de las FARC, aseguró no haber concertado una entrevista con Diana ni tenerla en su poder. Algunos no creyeron estas declaraciones y pensaron que todo era parte de un show de la agrupación guerrillera para sacar réditos políticos y mediáticos. Las dudas se despejaron el 30 de octubre cuando en un comunicado, ‘Los Extraditables’, asumieron la responsabilidad.
Casi un mes después, comenzaron las liberaciones de los periodistas, el 26 de noviembre recuperó su libertad Juan Vita. Le siguieron: el alemán Hero Buss, el 12 de diciembre; Azucena Liévano, el 14 de diciembre; y Orlando Acevedo, el 18 de diciembre. Continuaron en cautiverio Diana y Becerra, pero aun así había un ambiente optimista. Muchos creían que esas liberaciones daban la seguridad de que a Diana no le iba suceder nada y que algún tipo de negociación entre los Extraditables iba darse. También muchos creían que, teniendo en cuenta el accionar de Escobar, el gobierno no intentaría hacer un rescate militar, ya que eso sería una sentencia de muerte para los dos secuestrados.
Durante los 3 meses y medio del secuestro, Azucena, se convirtió en compañera y confidente de Diana. Ella recuerda que antes de la retención su relación era netamente laboral. “Pero el secuestro me permitió conocerla más a fondo. Una persona con muchos sentimientos. Compartimos muchas cosas. Se convirtió en mi madre prácticamente en ese momento. En cada una de las circunstancias que vivimos, se volvió muy amiga y ese momento permitió conocer gran parte de nuestra vida y conocernos profundamente. A pesar de que fue una situación muy complicada, la vida me dio la oportunidad de conocerla desde otro punto de vista”, le dijo a SEMANA.
El optimismo frente a una liberación de Diana acabó el 25 de enero con su asesinato. Posterior a su muerte, vino toda una polémica sobre quién había ordenado el operativo y sobre algunos hechos que ocurrieron después. El coronel Lino Pinzón, comandante del Cuerpo Elite en Medellín y responsable de esta operación, siempre negó que hubieran planeado el rescate de Diana.
“El operativo se montó para capturar delincuentes que tenían nexos con el narcotráfico, la subversión o el sicariato. Nunca fuimos por Diana Turbay. Las patrullas que se desplazaron por el área rural de Copacabana, de manera accidental se encontraron a la periodista Diana Turbay, herida por uno de los secuestradores, y al camarógrafo Richard Becerra”, declaró el coronel en una entrevista hecha por SEMANA, en febrero de 1992.
30 años después, periodistas, amigos y familiares siguen recordando a Diana, una de las tantas mártires de esa oscura época de finales de los años ochenta e inicios de los noventa. Hace un año, Miguel Uribe, hijo de Diana, que tenía apenas cuatro años cuando la asesinaron, expresó que no guarda rencor y que perdonó: “uno ve que es mucho más fácil hablar de perdón que aplicarlo. Nosotros en nuestra familia perdonamos lo imperdonable y hoy puedo decir con total tranquilidad que he perdonado por completo a quienes asesinaron a mi mamá porque entendí que el resentimiento y el odio solo le hace daño a quien lo siente”.
Con motivo de los 30 años de su asesinato Miguel Uribe escribió: “Buscando un mejor futuro para los colombianos fue asesinada por el narcotráfico. Es mi mayor inspiración. De ella aprendí que los principios no se negocian”.
Hace 30 años, mi mamá, dio su vida por la Paz y el periodismo.
— Miguel Uribe Turbay (@MiguelUribeT) January 25, 2021
Buscando un mejor futuro para los colombianos fue asesinada por el narcotráfico.
Es mi mayor inspiración. De ella aprendí que los principios no se negocian.#DianaTurbay pic.twitter.com/m6YOc2bzsP
Por su parte, Azucena, con motivo de los 30 años del asesinato de Diana, le dijo a SEMANA: “El mejor homenaje que se le puede hacer a ella hoy es no olvidarla. No nos dejemos amedrentar por la violencia, por los terroristas por los narcotraficantes. Pienso que nosotros tenemos una profesión clara y tenemos que seguir trabajando. Esa época fue muy dura, pero nunca dejamos de informar, de contar las cosas. Yo creo que esa es la línea que debemos seguir. Hacer bien hecha nuestra labor es el mejor homenaje a Diana”.