Historias

A flor de piel: un año sin poder tocar a otros por cuenta del coronavirus

El contacto físico con otros seres desarrolló nuestro intelecto y nos hizo saltar de la edad de piedra a la vida moderna. El coronavirus se ha caracterizado por el distanciamiento social y la era de los abrazos parece cada vez más distante. ¿Qué puede sucedernos si no volvemos al contacto?

6 de marzo de 2021
El tacto, tan importante para la sociedad colombiana, fue condenado y surgió una paranoia en torno a él.
El tacto, tan importante para la sociedad colombiana, fue condenado y surgió una paranoia en torno a él. | Foto: Publicaciones Semana/Guillermo Torres Reina

En Japón se implantó el término Hikikomori para referirse a las personas que deciden apartarse de todos aquellos que los rodean y tener interacción únicamente por internet, a menudo buscando grados extremos de aislamiento y confinamiento. Una encuesta gubernamental halló que son unas 541.000 personas (el 1,57% de la población) quienes viven estas condiciones y la mayoría de ellos llevan una década sin salir de sus casas.

Distancia social para evitar rebrotes de coronavirus.
Los marroquíes usan máscaras y rezan respetando el distanciamiento social en la gran Mezquita Hassan II en Casablanca, Marruecos, el viernes 16 de octubre de 2020. Hoy en Marruecos, alrededor de 10,000 mezquitas han abierto sus puertas para que los fieles realicen el viernes. Por primera vez desde el brote de coronavirus en marzo, Marruecos ha permitido que las mezquitas vuelvan a abrir para las oraciones del viernes. Foto: AP / Abdeljalil Bounhar.- Foto: Abdeljalil Bounhar, AP
Distancia social para evitar rebrotes de coronavirus.
Algunos de los 600 fanáticos del fútbol de Irlanda del Norte a los que se les permitió ingresar al estadio y sentarse de una manera social distanciada mientras vitorean a su lado durante el partido de fútbol de la Liga de Naciones de la UEFA entre Irlanda del Norte y Austria en Belfast, Irlanda del Norte, el domingo 20 de octubre. 11 de febrero de 2020. Foto: AP / Peter Morrison.- Foto: Peter Morrison, AP
Distancia social para evitar rebrotes de coronavirus.
Los niños, escoltados por voluntarios, caminan a la escuela agarrados a una cuerda para ayudar a mantener el distanciamiento social y frenar la propagación del COVID-19, en Bellusco, norte de Italia, el martes 20 de octubre de 2020. Foto AP/ Luca Bruno.- Foto: Luca Bruno, AP
Distancia social para evitar rebrotes de coronavirus.
Personas en distanciamiento social asisten a la inauguración de primavera reprogramada de la Universidad de Georgia en el estadio Sanford en Athens, Georgia, el viernes 16 de octubre de 2020. La ceremonia se trasladó desde la primavera debido a la pandemia de COVID-19 en curso. Foto: Joshua L. Jones / Athens Banner-Herald vía AP.- Foto: Joshua L. Jones, AP
Distancia social para evitar rebrotes de coronavirus.
Personas, con máscaras y manteniendo la distancia social para evitar la propagación del coronavirus, esperan en la fila para hacerse la prueba en un centro de pruebas COVID-19 de la Cruz Roja en el parque Cinquantenaire en Bruselas, el lunes 19 de octubre de 2020. Bares y restaurantes en Bélgica cerró durante un mes y un toque de queda nocturno entró en vigor el lunes en el país afectado por el coronavirus, ya que las autoridades sanitarias advirtieron de un posible "tsunami" sanitario. Foto: AP / Francisco Seco.- Foto: Francisco Seco, AP
Distancia social para evitar rebrotes de coronavirus.
Documentos que dicen 'no te sientes aquí' se exhiben en los asientos para respetar el distanciamiento social durante la ceremonia del Premio Lumiere del 12 ° Festival Lumiere, en Lyon, centro de Francia, el viernes 16 de octubre de 2020. Foto: AP / Laurent Cipriani.- Foto: Laurent Cipriani, AP
Distancia social para evitar rebrotes de coronavirus.
El mariscal de campo de LSU Myles Brennan (15) parece pasar mientras los fanáticos se distancian socialmente mientras miran durante la primera mitad de un juego de fútbol americano universitario de la NCAA contra Missouri el sábado 10 de octubre de 2020 en Columbia, Missouri. Foto: AP / L.G. Patterson.- Foto: L.G. Patterson, AP
Distancia social para evitar rebrotes de coronavirus.
Un votante deja atrás una serie de marcadores de distancia social después de emitir su voto en el Ayuntamiento cuando comienza la votación anticipada para las elecciones generales en Rhode Island, el miércoles 14 de octubre de 2020 en Providence, Rhode Island. Foto: AP / David Goldman.- Foto: David Goldman, AP
Distancia social para evitar rebrotes de coronavirus.
La gente sostiene rosas para bendecirla durante la misa en la Basílica de Nuestra Señora de Aparecida, el templo de la santa patrona de Brasil, mientras se distancian socialmente y usan máscaras en medio de la pandemia de COVID-19, en Aparecida, Brasil, el día de su fiesta, el lunes, octubre 12, 2020. Dos de las celebraciones católicas más grandes de Brasil programadas para este fin de semana festivo se redujeron y cancelaron, pero la gente aún apareció, lo que subraya el desafío de ensalzar las precauciones del COVID-19, así como las presiones para aliviar. Foto: AP / Andre Penner.- Foto: Andre Penner, AP
Distancia social para evitar rebrotes de coronavirus.
Los judíos ultraortodoxos mantienen la distancia social en medio de las preocupaciones sobre el brote de coronavirus en el país, durante una protesta por lo que dicen que es una incitación contra la ciudad y la población religiosa del país, en la ciudad de Arad, en el sur de Israel, el lunes 19 de octubre de 2020. Ultraortodoxo Las comunidades se han visto muy afectadas por el coronavirus, en parte debido a su negativa a respetar las normas de seguridad pública, lo que ha provocado una ira y críticas generalizadas. Foto: AP / Oded Balilty- Foto: Oded Balilty, AP

Curiosamente, el fenómeno tomó fuerza gracias a una cultura nipona tradicionalmente fría y distante, la cual ve como reprochables y vergonzosas las manifestaciones públicas de afecto. Tocar a otra persona con las manos o el cuerpo se considera irrespetuoso e incluso peligroso para la salud.

Por ende, no sorprende que Japón posea la tasa de suicidio más alta del mundo. según la Organización Mundial de la Salud. En 2016, Japón tenía una tasa de mortalidad por suicidio de 18,5 por cada 100.000 personas, casi el doble del promedio mundial anual de 10,6 por cada 100.000 personas.

En 2020, el número mensual de suicidios en Japón aumentó a 2.153 en octubre, según la Agencia Nacional de Policía; esto en comparación con las 2.087 muertes causadas por covid-19 en el país nipón durante todo el año. La soledad y la depresión pueden ser más peligrosas que el virus que tiene de rodillas al planeta.

Más que un espejo, Japón es la ventana a un futuro desalentador, donde la falta de contacto físico con otros y la preponderancia de la virtualidad ha desembocado en una sociedad inviable. ¿Puede ser el devenir para países occidentales como Colombia, donde las autoridades incentivan el aislamiento preventivo y el distanciamiento social por razones de salud?

La respuesta instintiva sería “NO”, sobretodo por nuestro afable carácter latino, que nos lleva apoyar nuestro lenguaje no verbal en la gesticulación y las expresiones físicas de afecto y camaradería (como hablar y “dibujar” en el aire con las manos, señalar con los labios, abrazar en gran cantidad de situaciones o saludar de beso, entre otras). Lo cierto es que es una realidad que está cambiando no solo por la pandemia del coronaviurus, sino por el relevo generacional.

Las evidencias sobre la degradación social existen en Asia, Europa y América, y los estudios que se han desarrollado desde hace algunos años. El impacto psicológico causado por el aislamiento social recae principalmente en la generación pre-digital (generación X y anteriores), pero es posible que los millenials y centenialls lo manejen mejor, porque son nativos digitales y los estímulos virtuales que reciben desde su nacimiento pueden compararse a los que recibieron sus padres o abuelos de manera física. Por tanto para ellos dejar de recibir un abrazo en el mundo físico no tiene un impacto tan profundo como una señal de rechazo en una red social o que no les escriban en todo el día”, esta es la teoría de Viviana Orjuela, una experimentada Magíster en psicofarmacología y psicóloga colombiana, quien reside en Madrid (España) donde adelanta estudios referentes al comportamiento humano.

“El concepto de la ‘sociedad liquida, propuesto por el psicoanalista Zygmunt Bauman toma mucho peso, a partir de la pandemia. Básicamente porque lo que hace ‘liquida’ a una sociedad es la incapacidad de sus actores para tener rutinas y hábitos de comportamiento en colectivo, físicamente. Esto es aplicable al amor, al miedo y las relaciones interpersonales”, explicó Orjuela.

Sin duda el sentido del tacto, así como los otros estímulos del ser humano, se ha estropeado en medio de la cuarentena obligatoria que se vivió en gran parte del mundo, principalmente porque el coronavirus se transmite con el contacto directo, piel contra piel, además del contagio respiratorio. las personas han aprendido rápidamente a temer el tocar o ser tocados por otros.

“El tacto una de las más importantes formas de lenguaje no verbal que tenemos y reemplazarlo con emojis o mensajes de texto inevitablemente va a conllevar al aumento de la depresión” Viviana Orjuela.

Una investigación en la que participa la Universidad Hebrea de Jerusalén, teoriza que los enfermos por la covid-19 podrían perder el sentido del tacto.

Para llegar a esta conclusión, se ha realizado una investigación a través de encuestas que han respondido unas 30.000 personas en 40 países del mundo. De este grupo, unos 4.000 pacientes estaban infectados por coronavirus y se revelan tanto síntomas de pérdida del gusto y del olfato, como una minimización del tacto.

Masha Niv, vicedecana de la Masha Niv, vicedecana de la Universidad Hebrea de Facultad de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente de Jerusalén, explicó que “lo que se necesita para combatir una pandemia global es un enfoque global, así que hemos aprovechado a científicos, médicos y pacientes de todo el mundo para entender mejor el impacto de la enfermedad en varias poblaciones y nos brinden pistas significativas para un mejor diagnóstico y tratamiento de la covid-19″.

Lo cierto es que no existen casos documentados de personas que hayan perdido el sentido del tacto tras padecer covid-19, y también se ha probado que el uso de guantes quirúrgicos no es efectivo para evitar el contagio. Las manos pueden y deben ser bioseguras, pero necesitan del contacto para cumplir su propósito vital.

Tacto: el valor del ritual.

Retomando a Bauman, uno de los aspectos fundamentales de su teoría recae en la decadencia de los rituales que una persona tiene a lo largo de su vida, la mayoría de ellos relacionados con el tacto. La conquista romántica, el grupo de amigos para un niño/niña, la ceremonia de matrimonio o salir de juerga con los colegas hacen parte de la configuración de la personalidad.

Somos quienes somos gracias a nuestra interacción con los demás y nuestra imagen se adapta a la del grupo, pero estos rituales de vida están siendo transmutados hacia la internet, donde cada uno de estos procesos ha sido “simplificado” por una app para citas o de videollamadas.

“El contacto personal es importante para la salud física y mental, puesto que expresiones de respeto o cariño como darse la mano, abrazarse, etc., conllevan importantes estímulos tanto físicos (la transmisión de sensaciones eléctricas a través de la médula espinal) como emocionales. El tacto una de las más importantes formas de lenguaje no verbal que tenemos y reemplazarlo con emojis o mensajes de texto inevitablemente va a conllevar al aumento de la depresión, porque esas manifestaciones virtuales no generan la carga suficiente de dopamina o serotonina que requerimos para nuestra estabilidad mental”, argumenta la doctora Orjuela.

¿Cómo evitar este panorama sombrío? la psicóloga cree que es inevitable una mutación social hacia formas menos directas o físicas de afecto, causado por el miedo a las enfermedades y la muerte, pero las “sociedades romance” (de herencia románica) difícilmente abandonarán su herencia afable, por lo cual hay que reinventarse. “Puede que a futuro configuremos como latinos una nueva forma de mantener nuestro carácter afectuoso y cálido, para compensar la falencia que nos deja la falta de tacto”.