Historias
A flor de piel: un año sin poder tocar a otros por cuenta del coronavirus
El contacto físico con otros seres desarrolló nuestro intelecto y nos hizo saltar de la edad de piedra a la vida moderna. El coronavirus se ha caracterizado por el distanciamiento social y la era de los abrazos parece cada vez más distante. ¿Qué puede sucedernos si no volvemos al contacto?
En Japón se implantó el término Hikikomori para referirse a las personas que deciden apartarse de todos aquellos que los rodean y tener interacción únicamente por internet, a menudo buscando grados extremos de aislamiento y confinamiento. Una encuesta gubernamental halló que son unas 541.000 personas (el 1,57% de la población) quienes viven estas condiciones y la mayoría de ellos llevan una década sin salir de sus casas.
Curiosamente, el fenómeno tomó fuerza gracias a una cultura nipona tradicionalmente fría y distante, la cual ve como reprochables y vergonzosas las manifestaciones públicas de afecto. Tocar a otra persona con las manos o el cuerpo se considera irrespetuoso e incluso peligroso para la salud.
Por ende, no sorprende que Japón posea la tasa de suicidio más alta del mundo. según la Organización Mundial de la Salud. En 2016, Japón tenía una tasa de mortalidad por suicidio de 18,5 por cada 100.000 personas, casi el doble del promedio mundial anual de 10,6 por cada 100.000 personas.
En 2020, el número mensual de suicidios en Japón aumentó a 2.153 en octubre, según la Agencia Nacional de Policía; esto en comparación con las 2.087 muertes causadas por covid-19 en el país nipón durante todo el año. La soledad y la depresión pueden ser más peligrosas que el virus que tiene de rodillas al planeta.
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Más que un espejo, Japón es la ventana a un futuro desalentador, donde la falta de contacto físico con otros y la preponderancia de la virtualidad ha desembocado en una sociedad inviable. ¿Puede ser el devenir para países occidentales como Colombia, donde las autoridades incentivan el aislamiento preventivo y el distanciamiento social por razones de salud?
La respuesta instintiva sería “NO”, sobretodo por nuestro afable carácter latino, que nos lleva apoyar nuestro lenguaje no verbal en la gesticulación y las expresiones físicas de afecto y camaradería (como hablar y “dibujar” en el aire con las manos, señalar con los labios, abrazar en gran cantidad de situaciones o saludar de beso, entre otras). Lo cierto es que es una realidad que está cambiando no solo por la pandemia del coronaviurus, sino por el relevo generacional.
“Las evidencias sobre la degradación social existen en Asia, Europa y América, y los estudios que se han desarrollado desde hace algunos años. El impacto psicológico causado por el aislamiento social recae principalmente en la generación pre-digital (generación X y anteriores), pero es posible que los millenials y centenialls lo manejen mejor, porque son nativos digitales y los estímulos virtuales que reciben desde su nacimiento pueden compararse a los que recibieron sus padres o abuelos de manera física. Por tanto para ellos dejar de recibir un abrazo en el mundo físico no tiene un impacto tan profundo como una señal de rechazo en una red social o que no les escriban en todo el día”, esta es la teoría de Viviana Orjuela, una experimentada Magíster en psicofarmacología y psicóloga colombiana, quien reside en Madrid (España) donde adelanta estudios referentes al comportamiento humano.
“El concepto de la ‘sociedad liquida, propuesto por el psicoanalista Zygmunt Bauman toma mucho peso, a partir de la pandemia. Básicamente porque lo que hace ‘liquida’ a una sociedad es la incapacidad de sus actores para tener rutinas y hábitos de comportamiento en colectivo, físicamente. Esto es aplicable al amor, al miedo y las relaciones interpersonales”, explicó Orjuela.
Sin duda el sentido del tacto, así como los otros estímulos del ser humano, se ha estropeado en medio de la cuarentena obligatoria que se vivió en gran parte del mundo, principalmente porque el coronavirus se transmite con el contacto directo, piel contra piel, además del contagio respiratorio. las personas han aprendido rápidamente a temer el tocar o ser tocados por otros.
“El tacto una de las más importantes formas de lenguaje no verbal que tenemos y reemplazarlo con emojis o mensajes de texto inevitablemente va a conllevar al aumento de la depresión” Viviana Orjuela.
Una investigación en la que participa la Universidad Hebrea de Jerusalén, teoriza que los enfermos por la covid-19 podrían perder el sentido del tacto.
Para llegar a esta conclusión, se ha realizado una investigación a través de encuestas que han respondido unas 30.000 personas en 40 países del mundo. De este grupo, unos 4.000 pacientes estaban infectados por coronavirus y se revelan tanto síntomas de pérdida del gusto y del olfato, como una minimización del tacto.
Masha Niv, vicedecana de la Masha Niv, vicedecana de la Universidad Hebrea de Facultad de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente de Jerusalén, explicó que “lo que se necesita para combatir una pandemia global es un enfoque global, así que hemos aprovechado a científicos, médicos y pacientes de todo el mundo para entender mejor el impacto de la enfermedad en varias poblaciones y nos brinden pistas significativas para un mejor diagnóstico y tratamiento de la covid-19″.
Lo cierto es que no existen casos documentados de personas que hayan perdido el sentido del tacto tras padecer covid-19, y también se ha probado que el uso de guantes quirúrgicos no es efectivo para evitar el contagio. Las manos pueden y deben ser bioseguras, pero necesitan del contacto para cumplir su propósito vital.
Tacto: el valor del ritual.
Retomando a Bauman, uno de los aspectos fundamentales de su teoría recae en la decadencia de los rituales que una persona tiene a lo largo de su vida, la mayoría de ellos relacionados con el tacto. La conquista romántica, el grupo de amigos para un niño/niña, la ceremonia de matrimonio o salir de juerga con los colegas hacen parte de la configuración de la personalidad.
Somos quienes somos gracias a nuestra interacción con los demás y nuestra imagen se adapta a la del grupo, pero estos rituales de vida están siendo transmutados hacia la internet, donde cada uno de estos procesos ha sido “simplificado” por una app para citas o de videollamadas.
“El contacto personal es importante para la salud física y mental, puesto que expresiones de respeto o cariño como darse la mano, abrazarse, etc., conllevan importantes estímulos tanto físicos (la transmisión de sensaciones eléctricas a través de la médula espinal) como emocionales. El tacto una de las más importantes formas de lenguaje no verbal que tenemos y reemplazarlo con emojis o mensajes de texto inevitablemente va a conllevar al aumento de la depresión, porque esas manifestaciones virtuales no generan la carga suficiente de dopamina o serotonina que requerimos para nuestra estabilidad mental”, argumenta la doctora Orjuela.
¿Cómo evitar este panorama sombrío? la psicóloga cree que es inevitable una mutación social hacia formas menos directas o físicas de afecto, causado por el miedo a las enfermedades y la muerte, pero las “sociedades romance” (de herencia románica) difícilmente abandonarán su herencia afable, por lo cual hay que reinventarse. “Puede que a futuro configuremos como latinos una nueva forma de mantener nuestro carácter afectuoso y cálido, para compensar la falencia que nos deja la falta de tacto”.